PAULA BERBELL. «Ha habido suerte también con la localización del Hotel que menciona Esmond Romilly. Uno de los lectores de vuestra revista me ha confirmado que se llamaba Hotel Margallo y se hallaba en la calle «Las Mieses». No sé si en el Ayuntamiento habrá una foto de época del hotel que pudieran cederme por si la editorial decide sacar una segunda edición e incluirla. Si me pueden facilitar el e-mail del concejal de Cultura puedo ponerme en contacto con él/ella y a lo mejor la consigo». El catedrático de la Universidad de Salamanca, Antonio R. Celada, se ha dirigido de nuevo a MJD Magazin para dar las gracias por la publicación de la noticia que aludía a su libro sobre las memorias del sobrino de Winston Churchill a su paso por Majadahonda durante la guerra civil del siglo pasado. «Le agradecería también si me pasan el correo de alguna librería de Majadahonda para enviarle algunos ejemplares. Ha habido ya varias personas que se han puesto en contacto conmigo para ver donde podían hacerse con un ejemplar. Muchas gracias por su ayuda y reciban un cordial saludo. Antonio R. Celada (USAL), concluye la amable carta del profesor de Filología inglesa de la prestigiosa universidad española. Para cualquier contacto: celada@usal.es
Esmond Romilly, sobrino de Churchill, en MJD Magazin
Por su buena escritura, y excelente punto de vista, mucho le agradeceré publique, si lo cree pertinente, el siguiente escrito que se me ha enviado. Muchas gracias. MÍRALA, MÍRALA, MÍRALA. “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra. Elegisteis el deshonor, y ahora tendréis la guerra” No he podido evitar el recordar la dramática profecía de Churchill viendo en las noticias las amenazas, ofensas y balandronadas de los secesionistas catalanes.
El gobierno eligió el camino del deshonor obligando a la abogacía del estado, a través de la deplorable ministra de ¿justicia? por mano de su alguacila Consuelo Castro -nunca mais- a conformar el criterio jurídico con sus obscenos compromisos políticos. Y así eligieron el deshonor. Y así conseguirán la guerra. No va más. Alguien dijo hoy que Sánchez es el único preso político de España. Preso por auto secuestro. Y encima encantado de haberse conocido. ¡Qué calamidad! Y por si no teníamos bastante la infausta vicepresidenta -Carmencita la trolera que no la de Merimé- tras intentar engañar nada menos que al Papa de Roma y salir del Vaticano en estado de rabia, pretende tomarnos el pelo a todos los españoles con su cú cú tras ahora soy presi, ahora no.
Y encima en su estado habitual de displicente cabreo universal. Servidor no es más que un modesto colaborador de papel, pero no acabo de entender como los periodistas asistentes a la rueda informativa no se levantaron sin más dejando a la incalificable señora sola con su enajenación. Seguro que es lo que les pedía el cuerpo. Y encima resulta que somos rehenes, sálvese el que pueda, de un tal comisario Villarejo, laureado contumazmente por tirios y troyanos. Y uno mira desde su ventana rayana más allá del Abrilongo y siente ganas de salir corriendo hasta perderse en los mares de Isla con María la portuguesa.
Pero no. No todo está perdido. En medio de tanta desolación la imagen de nuestra Reina, Sofía por supuesto, rodeada de los suyos para celebrar sus esplendorosos ochenta años pone el contrapunto a tanto disparate. Y siento ganas de cantar aquello de mírala, mírala, mírala. No en vano este pueblo, tan dado a encumbrar como a demoler, siente auténtica devoción por la Reina Sofía, nacida princesa de Grecia y Dinamarca y hoy reina de España. Y cuando alguien, en esta tierra calcinada de estupideces y cobardías, nombra a “la reina” todos pensamos en doña Sofía porque año tras año, con su trabajo, su entrega y su saber hacer supo ganarse el respeto y la admiración de todos. Que no hace falta ser monárquico para admirar, respetar y querer a doña Sofía. Porque una cosa es ser la esposa del rey y otra “la reina”, así, por definición. Nuestra reina. Y no “emérita”, como torpemente se la denomina ahora, sino por méritos propios. Mírala, mírala, mírala.
Ahora cuando los totalitarios populistas del eterno mohín han montado la campaña más feroz que se recuerda contra la monarquía y contra el rey Felipe VI porque supo dar la cara defendiendo a España cuando tantos miraban para otro lado. Ahora precisamente, la imagen serena, entregada, discreta, sacrificada e inteligente de doña Sofía luce en toda la grandeza. Y nos hace mucha falta para no perder definitivamente el norte. Gracias Majestad. Muchas gracias.