Captura de pantalla 2015-02-14 a las 11.28.02ANTONIO SANTOS. Nos llamaron perroflautas, como si eso fuera un insulto para alguien que no es un miserable clasista, un repugnante racista. Luego uno de ellos nos creyó insultar llamándonos friquis, como si eso fuera motivo de enfado para alguien que no es casta, que no cultiva la caspa más antiética. También nos nombraron antisistema mientras ellos, los defensores de no sé qué, saqueaban las Cajas, el país todo, empobreciendo a los demás, condenándolos a la miseria y al suicidio. Ahora se dedican a aterrorizar a la gente, a sembrar el miedo acusándonos de crímenes horrendos, de ser los responsables del mal y las miserias humanas.


Pretenden con estos ataques llamar a los fanáticos, buscan que nos agredan, tal vez, como hicieran antaño, poblar con nuestros cadáveres las cunetas. Es por esta razón que Rajoy ha sacado a sus perros de presa para que dirijan su campaña de cara a las próximas elecciones y, los perros, han comenzado a ladrar que somos unos ridículos que quieren recuperar los restos de los antepasados asesinados por los “valientes” héroes de la retaguardia durante los terribles años de nuestra Guerra Civil.

En la película del Padrino Coppola aparece  un matón desagradable, Luca Brassi, del que el mismísimo Corleone se avergüenza, por el que el capo siente repugnancia. Brassi quiere ser recibido para entregar sus ahorros como regalo a la hija del Don. Brassi es un hombre de honor, un fiel lacayo dispuesto a dar su vida por el patrón. En la casta del PP  no hay hombres de esa altura moral, todos son  miserables y ruines. Los perros de presa no tiene la talla de ese hombre. Tampoco el padrino, el capo del partido, da la talla.

Salimos en franca camaradería, como quien sube a la sierra a respirar aire puro, los miembros de Podemos Majadahonda, íbamos a las marcha por la libertad, por la dignidad de un pueblo. La marcha por un cambio que dé en la cárcel con los ladrones de guante blanco, con los millonarios de las tarjetas black, con las puertas giratorias, con los que venden los pisos de alquiler protegido a fondos buitres donde trabajan sus hijos, para terminar echando a seres humanos a la calle, como quien los arroja a la basura. Y fue muy emocionante estar entre los buenos, entre los decentes, entre los justos que no agachan la cabeza.

En Las Uvas de la Ira, Steinbeck pone en boca de la matriarca humillada, acorralada por los miserables  de la época, casi al final de la novela, una frase que me vino ayer a la cabeza: “No podrán con nosotros, venceremos, al final venceremos porque somos la gente. Pues eso, venceremos porque los que salimos a la calle somos la gente. Somos, nos llamen como quieran, la gente, la buena gente de España.

Fuente:

Antonio Santos

Majadahonda Magazin