J. FEDERICO MTNEZ. «No culpes a la luz del sol (Don’t blame it on the sunshine), No culpes a la luz de la luna (Don’t blame it on the moonlight), No culpes a los buenos tiempos (Don’t blame it on the good times), échale la culpa al Boogie (Blame it on the boogie). Cuentan que Michael Jackson escribió esta canción para vendérsela a Stevie Wonder en los años de la célebre Motown Records, sello discográfico creado en Detroit (USA). Y aunque el entrenador Antonio Iriondo prefiere la música zen y el monocorde y pausado ritmo budista, lo cierto es que ni el silencio ni la calma tibetana sirvieron para amarrar al menos un punto –a eso salió el equipo– ante un Málaga plagado de lesionados que se llevó la victoria sin tampoco quererla, lucharla ni apenas despeinarse. Partido soporífero con una primera parte en la que el opio del pueblo no fue la religión, como decía Carlos Marx, ideólogo de la «revolución rusa», que no era la del míster sino la de un balón que ningún equipo quería cerca de su área ni de la contraria, ejerciendo de adormidera en un primer tiempo de cerocerismo para olvidar. La segunda parte fue exactamente igual, pero con un agravante de premeditación y alevosía: el entrenador majariego-ruso quitó al delantero Manu del Moral y metió al centrocampista defensivo venezolano Aristóteles Romero. Tampoco funcionaba la «revolución chavista«. Era el momento de Enzo Zidane, pero el míster ya no lo quiere en los partidos de casa al estar muy cuestionado por un sector de la afición, y teme que los silbidos le arrastren también a él. Así que no hubo «revolución francesa». Tampoco arriesgó con la «revolución jornalera» del almeriense Dani Romero, que miraba y miraba al míster en busca de esos minutos que le hicieron salir de Cádiz, pero la orden fue amarrar los barcos y no soltarlos en alta mar. Si hubiera sido algo más osado y menos «amarrategui» nada se sabría pues en este loco mundo del fútbol no vale la ciencia ficción, pero lo cierto es que Iriondo vio que tenía un valioso punto al alcance de la mano ante un Málaga que no ofrecía nada en ataque, que se limitaba a especular en medio campo igual que él y que parecía conformarse con el cero a cero. Craso error. 


J. Federico Mtnez

A la declaración de intenciones en favor de un armisticio que hizo Iriondo en el minuto 46, el entrenador malacitano Muñiz respondía 10 minutos después oliendo el miedo y realizando justamente lo contrario: se retiraba el centrocampista Erik Morán y entraba el delantero Jack Harper, algo que reforzaría 15 minutos después con otra modificación, esta vez no táctica sino personal: sacaba del campo al tanque ucraniano Seleznyov, que perdía todos los duelos con el placador y «codista» Verdés, y entraba el alegre y dicharachero portugués Renato Santos, renunciando así a penetrar por el centro de la zaga y buscando las bandas. Y lo logró: 5 minutos después se produce un triple fallo en la retención de un insignificante balón perdido en la mitad del campo por parte primero de Aristóteles, después de Verza y por último de Oscar Valentín, la parte izquierda de la defensa queda desguarnecida con Oscar Morillas desubicado y Benito del Toro que había ido a por uvas a Canarias y no había vuelto, lo que da lugar a un pase en forma de estilete malagueño que llega a la línea de cal con un centro cuyo rebote recoge el mejor llegador de la liga 1,2,3: Adrián González Morales, residente y empadronado aún en Majadahonda, donde vive su padre, el histórico «Michel».

La foto de Adrián por Sergio Reyes (Málaga Hoy) captó su emoción por el gol

Las 6 dianas de Adrián le dan el momentáneo subcampeonato al Málaga porque han significado muchos puntos, por lo que sus numerosos kilómetros y equipos a sus espaldas hacen que a sus 30 años, al menos en esta competida Segunda A, hoy Michel es en Majadahonda el padre de Adrián. Un golpeo difícil, con un balón mordido que logró hacerlo raso y convertirlo en un misil disparado desde un submarino, impactó certero en las mallas ante un Basilio al que creíamos más sagaz que Cantero en los balones lejanos y bajos. Adrián fue la paradoja del Cerro: el buscado «gol del ex» que todos pensaban que iba a ser del ex malagueño Hector, recayó en los pies de Adrián, un jugador de Majadahonda, como Luis Milla (Tenerife) o Emi Buendía, (Getafe y Cultural Leonesa), que lleva 27 partidos y 3 goles con el Norwich City en la «Championship» como líder de la segunda división inglesa. Es un «ex» que ha tenido que emigrar pero de la ciudad, no del equipo. Se cumplió la maldición de Movilla que él mismo había profetizado a sus íntimos.

Ahí se acabó el partido y el entrenador se dio cuenta de la trampa tendida por su homólogo malacitano. El Rayo Majadahonda había agotado ya los cambios y se había quedado en el campo con tres centrales y cinco defensas pero sin trabajo ni tarea que realizar. Solo le quedaba la heroica, la desesperada, la japonesa, que no era nada budista sino kamikace: poner a Verdés de delantero centro y al portero Basilio de segundo atacante, pues intervino en las 2 jugadas finales dentro del área y en 1 más en el centro del campo. Muñiz, mientras tanto, sonreía en la banda: con un equipo de circunstancias plagado de heridos de guerra, sin un solo disparo a puerta con intencionalidad manifiesta de gol, se llevaba la totalidad del botín del Cerro del Espino, 3 puntos que dejaban a un Rayo Majadahonda cariacontecido y perplejo que no termina de despegarse del Extremadura y cada vez que puede alejarse se queda siempre a las puertas del abismo.

Ni los dos goles bien anulados a los dos equipos, ni el mal estado del césped, ni las deficientes instalaciones, ni que no se llene el campo (hubo 3.137 espectadores, lo que dada la infantiloide política de comunicación de un club que vive de espaldas a su afición, a su ayuntamiento y a sus medios de comunicación, es todo un éxito), ni las lesiones, ni la modestia, ni la mala suerte, ni el «gran» juego sin goles (este domingo brilló por su ausencia y ya van varios) son excusas. Cúlpate a ti mismo (Blame it on yourself), No es culpa de nadie (Aint nobodys fault), Sólo tuya y del Boogie (But yours and that boogie). La música es de Michael Jackson y el Rayo Majadahonda debe cambiar el ritmo y la cantinela de siempre o la Segunda A será una estrella tan fugaz como el astro de Los Angeles que murió en la cama joven y plagado de barbitúricos.

Rayo Majadahonda: Basilio (0); Verdés (2), Luso (1), Rafa (1) (Morillas (1), min.20); Carcelén (2), Óscar (1), Verza (1), Benito (1) (Varela (1), min.74); Ruibal (3), Héctor (1) y Manu Del Moral (0) (Aristóteles (0), min.46).
Málaga: Munir; Iván, Diego González, Pau, Ricca; Iván Alejo (Luis Hernández, min.90), N’Diaye, Erik Morán (Harper, min.56), Pacheco; Selezniov (Renato, min.72) y Adrián.
GOL: 0-1, min.77: Adrián.
ÁRBITRO: Javier Iglesias Villanueva (Comité gallego). Mostró cartulina amarilla a Verza (min.12), Erik Morán (min.12), Verdés (min.35) y Luis Hernández (min.91).
INCIDENCIAS. Estadio Cerro del Espino ante 3.137 espectadores.


Zacarías M.-Maíllo

ZACARIAS M.-MAILLO. «Nueva derrota paliada por los malos resultados de los inmediatos adversarios», sería mi titular para el partido Rayo Majadahonda-Málaga, donde ambos equipos jugaron un partido que, aunque en principio se antojaba desigual por la diferencia de puntos entre uno y otro en la clasificación, resultó finalmente bastante igualado en juego y en oportunidades, con dos estilos completamente diferentes: mientras el conjunto local movía la pelota, como es su costumbre, con su parsimonia y control, sin prisas, hasta que encontraba un hueco por donde enviar el balón a los delanteros, el Málaga desplegaba un juego más incisivo y de llegada rápida al área contraria. Sin embargo, para desgracia majariega, el Málaga marcó al final del encuentro y dejó helada a la parroquia local. Derrota, no obstante, que resulta inocua como consecuencia de que los adversarios del Rayo en la cola de la tabla perdieron todos., salvo el Nástic, que empató muy meritoriamente en Coruña, lo que deja al equipo majariego en la posición 17, en el filo del descenso.

Casi se llenó el Cerro del Espino en una tarde primaveral, en la que se pudo ver al ex jugador del Real Madrid y ex seleccionador nacional Fernando Hierro sentado al lado del presidente Vedia. Por cierto, a destacar el estado del terreno de juego, que más parece un patatal que un césped digo de una Segunda División. A los pocos minutos de empezar el encuentro, el árbitro mostró tarjeta amarilla a Verza y a Morán y a Verdés en el 35. En el 20 se lesionó Rafa, pilar fundamental en la defensa local, siendo sustituido por Morillas. También se lesionó Manu del Moral, pero aguantó hasta el descanso, cuando fue remplazado por Aristóteles Romero. En el 75 Varela entró por Benito. Por parte del Málaga, las sustituciones se efectuaron en la segunda parte: Harper por Morán en el minuto 57, Renato por Seleznov en el 72 y Luis Hernández por Alejo en el 90.

Aunque sin llegar con claridad a la portería de Basilio, en la primera mitad el Málaga dominó por completo el juego salvo algún contraataque aislado del Rayo, quien solo contó con dos oportunidades del equipo rayista en el primer tiempo: chut de Manu del Moral en el minuto 20 desde casi el centro del campo tras un rechace defectuoso del portero visitante, una chilena de Héctor en el 25 tras un saque de falta y disparo desde fuera del área desviado de Aitor en el 41. En el segundo tiempo nada cambió. Verza seguía llevando la batuta del equipo, con seguridad y criterio, pero sin profundidad alguna. Por parte del Málaga, destacó el centrocampista Alejo, pero no por su juego sino por sus habilidades teatrales. En el minuto 77 llegó el gol de Adrián González, quien envió el esférico al fondo de la portería de Basilio, en un chut seco desde el borde del área pegado al palo, tras una sucesión de rechaces en la defensa. En resumen, una semana más en el alambre del descenso y a la espera de que el equipo rayista espabile ante los cruciales encuentros que se le avecinan, si no quiere que el final de liga sea agónico.

Gregorio Mª Callejo

GREGORIO Mª CALLEJO. Se presentaba una tarde para la esperanza. Las derrotas de Córdoba, Lugo, Extremadura y Tenerife dejaban al Rayo un partido para jugar sin la histeria y la presión de sentir el aliento del descenso en el cogote y con la idea de que una victoria nos daría un colchón de puntos muy relevante. Pues bien: para tirarse de los pelos. Para salir rabiando del Cerro. El Málaga nos dio medicina «a lo Cartagena» y nos ganó. Plagado de bajas, se mostró duro en defensa, marrullero, cauto y sin arriesgar lo más mínimo. El Málaga parte de la base de un portero magnífico. Ya sacó un balón dificilísimo a Galán en la primera vuelta. Hoy hizo dos paradas de mérito a Héctor, estuvo segurísimo en los balones altos y muy acertado en dos tiros llenos de mala uva de Aris y Óscar. Pertrechados por una defensa donde destacaba una especie de guerrero mitológico (N,Diaye) y con la presencia arriba de un Seleznov del que no quisieras que te echase de ninguna discoteca, no desplegaron hasta la segunda parte ningún planteamiento interesante, resultando mucho más penetrantes por las bandas en ese segundo tiempo. Destacó especialmente el empeño de Alejo por hacer bufonadas todo el partido (que consumió por los suelos) irritando a la afición y a los jugadores. Es una pena, porque es un jugador con bastante profundidad y buen manejo de balón, pero por lo que parece lo pasa pipa cabreando a todo el mundo aún a costa de su propio juego. Ni el Málaga ganó por su colección de caídas y exageraciones ni el Rayo perdió por su capacidad para sacar de quicio a los nuestros.

Como era de prever, el Málaga, que ya había avisado alguna vez, enchufó la suya y los nuestros se quedaron de nuevo con la sensación tan desagradable de no haber sido peores y tener que irse sin puntos. Destacaron Óscar (inconmensurable una vez más en la salida y en el robo de balón), Benito (muy incisivo durante sesenta minutos) y Aris (pese a que se le ve algo lento y tuvo algún despiste serio). Como suele ser habitual, buen partido de Verza y buen partido de Iza. Tuvimos además la mala suerte de que ninguno de los tres cambios provino de una decisión técnica. Rafa y Manu se fueron lesionados y a un Benito agotado y acalambrado hubo que sustituirlo al final. Llegan partidos muy complicados, el Rayo necesita quitarse esa capa de bisoñez que, más fina ya, todavía le acompaña. Una afición entregada sigue confiando en este equipo.

Majadahonda Magazin