CIMG3303DANIELA DELATE. Esta periodista de un diario nacional vive en Majadahonda en un edificio muy cercano al bar “Rincón Latino”. Nacida en la ciudad, recuerda en este artículo su niñez y adolescencia plagada de ruidos y broncas, reyertas y altercados. Y lamenta que ahora, 30 años después, siga ocurriendo lo mismo. Así concluye su estremecedor testimonio que titula «Licencia para Incordiar»:»Porque tenemos miedo. Y no me da reparo decirlo. Y por eso tampoco desvelo mi verdadera identidad. No quiero consecuencias para mí ni para mi familia. Lo único que pido es que el ayuntamiento y la administración, en general, hagan su trabajo, que impidan que se cometan esta clase de atropellos en el centro de Majadahonda que lo tienen olvidado, y que hagan cumplir la ley. Porque digo yo que tendrá que haber una norma que regule este tipo de actividad, ¿no? Y ahora, ¿necesita más tiempo el señor alcalde? Lo digo porque llevamos más de 30 años esperando que el Ayuntamiento tome cartas sobre el asunto”. 


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CIMG3291“Si estuviera en mi mano… pero ya sabéis que estas cosas llevan su tiempo”. Estas palabras fueron pronunciadas por Narciso de Foxá, alcalde de Majadahonda, en el último pleno tras conocer (o reconocer) el uso indebido que los inquilinos del bar Rincón Latino hacen del local. No sé cuánto tiempo necesita el señor Foxá ni su equipo de Gobierno, ni siquiera puedo imaginar las horas que les debe llevar a los funcionarios de rigor acabar con esta situación tan incomprensible para vecinos y conocedores del problema, pero debe ser una eternidad porque ese es el tiempo que llevamos esperando para que se solucione la situación. Y hablo desde la experiencia. Yo soy una de las afectadas. Vivo desde hace más de 30 años en la calle Granadilla y desde que me acuerdo he soportado reyertas en la calle, meadas en la acera, comportamientos impúdicos en el parque que hay subiendo hacia la iglesia de Santa Catalina y, sobre todo, ruido, mucho ruido. He crecido en este ambiente y ahora ya no puedo dormir por las noches si no hay música o está la televisión puesta. No he llegado a darle al silencio la importancia que merece, porque no he sabido nunca qué es”.

CIMG3248“Cuando era niña el Okey, luego llamado Cross y después rebautizado como Cross Latino, hizo de mis noches algo insoportable. Recuerdo vivamente un atropello a un repartidor de comida china que puso a todo el barrio en pie. Ignoro si el hombre terminó en el hospital o en el cementerio, pero el suceso se grabó en las retinas de una niña de poco más de 10 años; y también, todavía en la década de 1990, hallé ciertas pruebas de que en ese local no se consumían sólo bebidas espirituosas. También puedo revivir, sin esforzarme demasiado, los gritos, los botellones y las faltas de respeto a las que los vecinos estábamos sometidos todos los días. Hoy, esta discoteca está muerta. Pero no descarto que alguien la pueda resucitar, seguramente a golpe de talonario. Porque para que el antiguo Okey reabra sus puertas hay que apoquinar unos 60.000 euros que es lo que cuesta la obra para la insonorización del local. Sí, así  es, este garito no estaba insonorizado y nunca, nunca, nunca, se le retiró licencia ni conozco que se le multara de forma determinante. Así es como funciona, ¿no?”.

CIMG3249“Lo pregunto porque ahora estamos ante la misma situación. O quizá peor, ya que esta vez no se trata de una discoteca sino de un bar cafetería. Un local que se tiró ocho años cerrado sin ningún tipo de actividad y que, sin embargo, no perdió la licencia. Algo que me lleva a cuestionarme la gestión de este tipo de trámites por parte del ayuntamiento. Sería estupendo si alguien, por una vez, nos pudiera indicar cuál es la ordenanza en la que se explican los motivos por los que se le retira la licencia a un negocio. Hasta ahora, y a pesar de que hemos acudido al Consistorio en muchas ocasiones, nadie nos ha dado una respuesta. Como poco, curioso, ¿no? Lo digo porque como el alcalde asegura que estas cosas llevan su tiempo, supongo que conocerá los trámites y nos encantaría que nos los contase. Al menos, para saber a qué nos enfrentamos”.

CIMG3301“No sabría por dónde empezar, la verdad… Lo que nos pasa con el bar Rincón Latino merecería varias páginas y, si me apuras, un programa de telerrealidad que pondría los pelos de punta a más de uno. Qué se rían los seguidores de Gran Hermano. Voy a intentar poner algún que otro ejemplo para que se entienda nuestra frustración: Hace un par de Navidades, en las de 2014 si no me falla la memoria, los parroquianos del Rincón Latino decidieron hacer una fiesta de Nochevieja por todo lo alto. (Me permito un inciso para recordar al lector que este local no tiene licencia de discoteca, que sólo es una cafetería). Prosigo: A la fiesta no le faltó detalle. Música a tope, mucho alcohol y cotillón. Una juerga que no terminó con la salida del sol. Allí estaban los fieles al Rincón Latino el día 1 de 2015 borrachos como cubas, armándola parda, mientras nosotros, los vecinos, intentábamos dormir, comer con nuestras familias y hacer vida normal. El fiestorro terminó a navajazos. Sí, así como lo cuento. Supongo que tras litros y litros de alcohol el entendimiento es más complicado y, a veces, se pierden los nervios. Nuestros queridos parroquianos se enzarzaron en una pelea que terminó en la calle, a plena luz del día (serían las 17:00 horas) cuchillo en mano. Los vecinos llamamos a la policía y a la Guardia Civil que llegaron… tarde. Ya se habían marchado todos los protagonistas de la tangana”.

CIMG3302“También puedo contar la de aquel día en la que la inquilina del local celebró una comunión en la que no faltaron los músicos y, por supuesto, los altavoces. Y mientras el niño en cuestión lo disfrutaba, nosotros hacíamos penitencia. Imagínate no poder hablar con tu familia en un tono normal porque eres incapaz de escuchar. Parecía que estuviéramos en el bar, con toda la troupe en lugar de en nuestras casas. Los clientes anunciaban cualquier chorrada con el megáfono y nos tronaban a todos los vecinos. Yo no he visto eso más que aquí, en el Rincón Latino. Quizá ya no os sorprenda si os digo que a los anteriores inquilinos les echaron, entre otras cosas, porque cocinaban en el garaje que sirve a veces de almacén; o que los actuales tienen a alguien durmiendo en el bar por las noches. Esta es muy buena: desde hace unos días, un hombre duerme dentro del garito. Saca todas las noches un colchón del famoso garaje y lo vuelve a guardar en ‘su sitio’ por las mañanas. Esto es de todo menos normal. Y tenemos fotos para corroborarlo. Tampoco es lógico que no usen el baño y prefieran salir a hacer sus cosas a la calle a plena luz del día, sin importarles un pito que les vea nadie. Ellos riegan los árboles del barrio con una alegría pasmosa”.

CIMG3305“Termino mi relato, de momento, contando otra anécdota que hoy podemos narrar sin miedo. En el verano de 2014 unos clientes del bar, muy borrachos, golpearon a una vecina de la calle. La chica estaba grabando con su móvil cómo estos ‘señores’ bebían en la calle sin vergüenza ninguna y uno de ellos, un hombre fornido y desaliñado, le propinó una manotada con la que tiró al suelo el Smartphone y lo rompió, y después le dio tal bofetada que le cruzó la cara. La cosa no terminó aquí. La familia de la muchacha salió en su ayuda y la mujer del borracho y sus colegas hicieron lo propio con el animal que la golpeó. Al final la historia no terminó en sangre. Llegó la policía y la Guardia Civil, como en tantas otras ocasiones, y no pasó más. La chica no quiso denunciar por miedo a represalias.

Majadahonda Magazin