JORGE RUBIO. «Si ahora mismo aíslas las ciudades que están a una hora de distancia de los centros urbanos o turísticos importantes, se ve ya una dinámica muy preocupante en cuanto a fertilidad, pirámide poblacional, envejecimiento, etcétera», agrega Rubiera. «Es algo que se ve muy bien comparando ciudades como Majadahonda u Hospitalet con ciudades como Ourense o Zamora”. “Esto en realidad es ya el mayor geriátrico de España”, comenta uno. “Muchos tuvimos que salir a emigrar porque no había trabajo y luego volvimos cuando parecía que aquí se podía estar bien. Pero ahora hemos vuelto al declive otra vez”, responden. “Todos tenemos aquí hijos y nietos que viven fuera, en Madrid, en Barcelona, en Francia… Es muy duro. Ourense es patrocinador de emigrantes, lo ha sido siempre. Criamos y formamos gente para que luego trabajen fuera”, cierra una mujer». El periodista Ángel Villarino realiza en El Confidencial un análisis de la realidad demográfica que vive España y las consecuencias negativas que puede tener a medio plazo para la economía del país. Y es que el envejecimiento de la población en general, unido al despoblamiento de las zonas más rurales del país están generando una situación difícil de sostener a nivel económico y demográfico.


«La pensión media que se percibe en Ourense (639 euros) es la más baja de España, muy por debajo de la media estatal (922), incluso de la gallega (778). Víctor, que recuerda con nostalgia los años en los que los bares se llenaban cada sábado, cree que los jóvenes ya no tienen ningún motivo para quedarse en Ourense “a no ser que logren que alguien los enchufe a un trabajo público”. “Aquí hay muchas academias”, incide, “donde se preparan oposiciones para toda España… menos para las de esta ciudad. Eso es porque aquí la gente sabe que esas están casi concedidas de antemano”. Si pudiese, dice, le encantaría vivir en el pueblo de sus padres», relata Villarino. Y prosigue: «»Pero en el rural no hay nada que hacer. Ni siquiera te puedes ir allí con un teletrabajo porque en muchos sitios ni siquiera hay una red de internet aceptable. Plantearse vivir allí es una auténtica aventura. Y si te pones enfermo es inviable porque cuando hay recortes donde primero se desmantela es en los pueblos, porque hay menos gente protestando. Fíjate que en algunas aldeas regalan casas y nadie quiere ir”.

Con los datos en la mano, Rubiera también se muestra pesimista y extiende los nubarrones a media España. Hay regiones en otros países, dice, que han convertido a la población jubilada en una industria. “Pero no es el caso. Aquí la gente joven se marcha y deprime aún más unas estructuras económicas que ya son muy endebles”. Es una pena, porque “España tenía, aún tiene, una estructura demográfica casi perfecta. Si pones en un mapa las ciudades de más de 50.000 habitantes, ves que están muy bien distribuidas. Pero tiende a desaparecer y nos vamos a quedar con dos polos, con Madrid y Barcelona», detalla Ángel Villarino. «Es mucho más sostenible el modelo que había antes aunque en términos de economía de aglomeración funcione mejor lo otro”. Ni siquiera un repunte de la inmigración arreglaría los problemas de las capitales de provincia, que además han dejado de recibir la significativa proporción del éxodo rural que emigraba a pequeños centros urbanos. “En España, la inmigración refuerza esta dinámica interna porque los extranjeros buscan lógicamente los sitios donde hay trabajo. La idea del pastor marroquí en un pueblo perdido tiene mucho impacto mediático pero es una anécdota, nada más. Lo único que consigue que las ciudades aguanten aún es que la población española es tradicionalmente muy reacia a cambiar de lugar de residencia. Pero si todo sigue así, los jóvenes no van a tener más remedio que irse”», prosigue.

A pesar de todo, hay quienes se resignan a tomarse esta situación con sentido del humor. «El humor negro es fuerte en la Funeraria Mosquera. Hay colgadas de la pared lápidas con bromas macabras y se reparten mecheros promocionales con chascarrillos sobre la muerte (‘Fuma, fuma… que o traxe espera’). Media hora hablando con su propietario, Manuel Mosquera, despeja cualquier duda acerca de la autoría. “En esta ciudad hay muchos viejos y se le puede dar muchas vueltas al tema, pero lo que pasa aquí es que la gente ya no se muere. En mi negocio se nota mucho que la Sanidad funciona muy bien y que la gente se muere muy poco. Antes en cuanto se jubilaban, caían. Ahora te llegan tranquilamente hasta los 100 años. Una tontería como es el sintrón, por ejemplo, ha alargado un montón de vidas«, concluye.

Majadahonda Magazin