Violeta, enfermera de Neonatología, examina a un bebé nacido de una gestante con Covid-19 en el hospital Puerta de Hierro ©ABC

IRIS PRESS. La Comunidad de Madrid no opta por las personas, sino que lo hace descaradamente por la economía. Primero es a lo que apela reiteradamente Isabel Díaz Ayuso (IDA). Segundo, es lo que se prima y algunos ejemplos son significativos: en los colegios se limitan a unos 15 alumnos con clases, en general, claras y ventiladas, pero las discotecas reciben al 50% del aforo en locales sin luz natural y sin ventilación y donde no se respetan las normas de mascarillas ni de la distancia interpersonal. Con parámetros de este tipo, la etapa postcovid va a partir viciada desde un marco de desigualdad y de daño a sectores populares frente a lo que representan otros lugares. Esta desigualdad tan manifiesta pone en cuestión la estabilidad de este determinante de salud, en cuanto al cumplimiento de los requisitos y de las interpretaciones socio-culturales tan diversas. Las clases sociales populares tenderán a incrementar su desconfianza en las instituciones y, por ende, en las normas que de ellas dimanan, luego su grado de cumplimiento será menor y la posibilidad de transmisión se incrementará, cerrando un círculo vicioso de muy difícil resolución.


El último grupo de determinantes se refiere al impacto de la organización y funcionamiento de los recursos asistenciales sanitarios (10%). Pues bien, la Comunidad de Madrid se comprometió a reforzar la Atención Primaria, las actividades de Salud Pública y a desarrollar una red de rastreadores eficaz y adecuada. Nada de esto se cumplió, los centros y las urgencias de atención primaria permanecieron cerradas (sobre todo en los distritos del sur), la posibilidad de contactar telefónicamente con los servicios asistenciales de atención primaria se transformaron en una quimera, cuando se conseguía, las citas se demoraban en el tiempo. El contrato de profesionales no se realizó, se aducía que no había médicos ni enfermería disponible, lo cierto es que las condiciones de trabajo eran superadas por las Comunidades Autónomas vecinas y los profesionales marchaban a ellas por la precariedad laboral y de incentivos que ofrecía la Comunidad de Madrid. La búsqueda de rastreadores no se cumplió, solo se contrataron 24 por medio de una contrata con una empresa privada, se adujo que no había tiempo para formarlos, pero ¿qué se había hecho hasta entonces? Nada de nada. Luego se solicitó una cantidad insuficiente y se hizo tarde, mal y nunca, a la oferta realizada por el Gobierno Central de rastreadores militares. Es decir, todo quedaba en una nebulosa con escasa implicación de los servicios públicos para la población.

La Comunidad de Madrid se lanzó a crear un recurso casi delirante, primero en IFEMA y, posteriormente, con la construcción de un hospital específico para pandemias, algo que ningún planificador sanitario entiende ni recomienda. De nuevo lanzamiento de fuegos fatuos, sin trascendencia ninguna, salvo el refulgor por un día. La OMS nos acaba de comunica los resultados del ensayo Solidarity, destinado a comparar y evaluar el efecto de los fármacos empleados en el tratamiento de la Covid-19. Un trabajo descomunal, pues ha incluido a 11.200 pacientes, 400 hospitales y 32 países, asignando los pacientes de forma aleatoria para recibir el tratamiento o a seguir con los cuidados generales. Se evaluaron 4 tratamientos utilizados para tratar la afección producida por el SARS-Cov-2: los antimaláricos (cloroquina e hidroxicloroquina), el antiviral (remdesivir), los antirretrovirales (lopinavir y ritonavir) y el interferón. Pues bien, ninguno de estos fármacos ha demostrado efectos significativos en la reducción de la morbi-mortalidad de los pacientes después de 28 días de tratamiento, según ha comunicado la OMS por medio de un comunicado oficial: “Ninguna de las drogas estudiadas redujo la mortalidad en ningún subgrupo de pacientes, ni tuvo efectos en la iniciación de la respiración artificial o la duración del ingreso hospitalario”.

Dr. Luis Enjuanes, virólogo del CSIC: «Lo de Madrid es casi de retraso mental, hay gente que tiene intereses políticos y quiere la confrontación»

El Dr. Luis Enjuanes es un experto internacional sobre este tipo de virus, su palabra debe escucharse: “Las prisas para no perjudicar a la economía y las prisas que tenían algunas autonomías por mandar ellos y decir lo que había que hacer, han destrozado el buen trabajo que hizo el Gobierno en la primera ola”. Dicho queda. Sin salud, sin cuidar a las personas y sin primar este campo real, no hay economía, porque la economía no se sostiene sin los que la producen (las personas trabajadoras) y los que la desarrollan (los consumidores). Si unos y otros no están disponibles no hay economía que se autogenere por sí misma. Vencer a una pandemia requiere de saber técnico sobre afecciones infecto-contagiosas, epidemiología y salud pública, constancia en las tareas a desarrollar, saber comunicar con veracidad y sin alarmismo, solidaridad por parte de toda la población con el cumplimiento de las normas para que tenga un efecto multiplicador y de respeto hacia los demás, que los responsables políticos no emitan mensajes contradictorios y se esfuercen por la unidad de acción. Ser todos conscientes que no existe ni solución mágica ni una única solución, sino la convergencia de acciones tendentes a mejorar la salud de la población, porque los determinantes de salud son interactuantes entre sí. Lea el artículo completo.

 

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