Bandera de la calle Viento

JOSÉ MARÍA BABOT VIZCAINO. Queridos Reyes Magos: el otro día pasé por la calle Viento de Majadahonda, donde debiera ondear una bandera como Dios manda y como ordena el juramento que hizo el alcalde Narciso de Foxá cuando le elegimos como valedor de la ciudad. Sobre el edificio donde se ubica la Concejalía de Bienestar Social debiera estar colocada una bandera de España y en su lugar lo hace un trapo, sucio a más no poder, colgando de un palo del que no se sabe si es una bandera o la ropa interior de alguien, de sucia, y descolorida que la mantiene Narciso. Así está, de tal forma que apenas se parece a lo que debiera ser una bandera de España. Y si la cara es el espejo del alma, la bandera española es tu cara. Como está tan horrenda, me imagino que tu alma debe estar tan negra como la sotana de un cura, como vulgarmente se dice.


Si tienes el valor de pasarte por los edificios del Centro Comercial La Bolsa, en la carretera de Pozuelo, verás que sus banderas lucen limpias como la patena. Lo hacen cuatro divinas enseñas en el restaurante D´Juan y ondean al viento sus colores rojo y gualda, con ese orgullo del dueño y sus visitantes de paso, enhiestas en sus mástiles, limpias a más no poder. Y lo hacen durante todo el año, y así continuamente. Dan tanto gusto al verlas que, solo por ello, se ha de entrar en el restaurante a consumir lo que sea, aunque solo se haga por agradecimiento.

Pero no solo eres tú, Narciso de Foxá, el que las tienes más que abandonadas. Todos los partidos políticos que anidan en el Ayuntamiento hacen lo que tú: esconden la cabeza debajo del ala. No digo que los que odian a España, como los iglesistas, republicanos y odiadores de su patria, vociferen por su limpieza y honradez, pero el resto de españoles sí que las queremos ver ondear limpias y orgullosas. Solamente agregaré una cosa más. Los independentistas catalanes y vascos, cuando ultrajan y queman una bandera de España, el ultraje y quema se hace a una bandera más limpia que el oro, con sus colores brillantes, cuando tú, que no la ultrajas pero la ninguneas, la dejas que se destroce por sí misma, con las inclemencias del tiempo.

Y así pasa los meses, y lo que debiera ser una bandera en la que nos cobijamos los españoles, es un trapo sucio que da asco hasta mirarlo. Pero no eres tú solo, hay más gente que trabaja en ese Ayuntamiento de Majadahonda que pasa todos los días por ahí. Y, supuestamente, no han llamado tu atención para que la mandes limpiar con periodicidad. Espero que tu sucesor en el Ayuntamiento recoja el guante y la mantenga como ha de ser y que los Reyes Magos me concedan esta modesta petición que ya realicé el pasado mes de febrero sin que, a pesar de las promesas, se haya llevado a cabo.

Majadahonda Magazin