«A Cecilia, que se ha traído «a todo Majadahonda» al Mundo Celta, del festival le atrae todo, música, playa, acampada… Pero lo que más le gusta es «que sea Galicia». Ortigueira rebosa de folkies en busca de diversión. Miles de jóvenes conviven en el pinar de Morouzos y desfilan hacia la playa para refrescarse. «Es un sitio especial, de gente bella y abierta, donde todo fluye y te enriquece, increíble», resume Irene, también madrileña. Su amigo Manu, gaditano y debutante, ya se ha enganchado a las jam sessions del bosque». La Voz de Galicia recoge las opiniones de jóvenes de Majadahonda que visitaron este «santuario do folk mundial» y se convirtieron por ello en involuntarios protagonistas como espectadores:


«Laura ejerce de guía por la acampada de sus amigos Eva y Javi, los tres lucenses. Igual que Rodrigo, santiagués, con Nuria, madrileña. Él disfruta del bosque desde el martes: «Es un sitio precioso». Entre tantos elogios surgen algunas quejas, por la falta de socorristas en el arenal -el Concello no ha encontrado vigilantes- y por la nula información sobre los servicios especiales de Renfe -la Plataforma pola Defensa do Ferrocarril Ferrol-Ribadeo ve «intencionalidade» por parte de la compañía-.Entre las más de 300 personas que trabajan por el festival del Mundo Celta figuran los 75 efectivos de Protección Civil, entre voluntarios locales y de agrupaciones de Málaga, y profesionales del GES ortegano.

«Este año los caracolitos, como se referían en el pueblo a los mochileros los primeros años, se han multiplicado y atestan supermercados, terrazas y aparcamientos. «Hay muchísima gente, no damos abasto», comentan en las cafeterías del centro. Muchos desayunan en la Cabana do Fos, un clásico del Mundo Celta, al pie del pinar de Morouzos, devorado por cuerpos en tránsito permanente, un manto multicolor de tiendas, equilibristas y músicos que improvisan al pie de las hogueras. «Ha salido el sol y es todo tan romántico», clama un folkie subyugado por el entorno», señala el diario gallego.

Majadahonda Magazin