SONIA BLUE. Si se hace un repaso por los grandes avances del siglo XXI, para algunos resultará difícil determinar cuál es el más grande dentro de estos 20 años de historia. Sin embargo, muchos lo tienen más claro: el smartphone. Los teléfonos inteligentes han logrado juntar numerosas funciones en sólo un dispositivo. Un smartphone promedio ha sustituido:
· Teléfono
· Cámara
· Radio
· Brújula
· Computador promedio
· Agenda
· TV
· Reloj
· MP3


¡Y cada año la lista se hace más larga! Esta realidad deja la mesa servida para comenzar a pensar en una posible dependencia de los teléfonos inteligentes. La nomofobia, una realidad: A pesar de que no aparece en los principales manuales de psicología y psiquiatría, es muy común que los expertos hablen acerca de la nomofobia o nomophobia. A la cual se describe como un miedo irracional a estar alejado del teléfono celular, especialmente de los teléfonos inteligentes. Quienes la padecen, experimentan altos niveles de estrés y ansiedad debido a no poder comunicarse con los demás, acceder o las redes sociales o simplemente poder jugar por un rato. Inclusive, lo de los smartphones va más allá, ya que algunos médicos comienzan a hablar sobre una “ringxiety” o “ringsiedad”, que es la ansiedad generada por la falta de notificaciones en el teléfono inteligente.

Por supuesto, este es el extremo, no el común denominador. Pero sirve para ilustrar el nivel de importancia que tienen los teléfonos inteligentes. Damos tanta importancia a mantenernos conectados (en contacto con otros), que estar lejos del teléfono produce una sensación que afecta la funcionalidad de muchas personas, sobre todo de los jóvenes. Un arma de doble filo: Muchos dicen que el gran problema no son los teléfonos inteligentes, al menos no el aparato físico, sino el nivel de conexión que se logra con ellos gracias al internet. Un teléfono inteligente significa tener literalmente el mundo en las manos. Son pocas cosas las que no se pueden hacer en un teléfono móvil. Y cada vez son posibles más y más cosas.

Netflix es el gran ejemplo de estos tiempos. Un servicio de streaming que pronto dejará atrás la TV tal y como la conocemos. Y la mayoría de los usuarios acceden a él desde dispositivos móviles. También es posible hacer pagos, leer libros digitales, jugar al casino online en https://www.mrgreen.com/latam/, escuchar podcast (que para muchos es mejor que la radio) e incluso ordenar comida. Pero esta dependencia no viene gracias al entretenimiento, sino gracias a las funciones más útiles como la conectividad, las capacidad de estar informado y las aplicaciones remotas de trabajo. Un teléfono inteligente es extremadamente útil como para pensar que afectarse por estar sin uno de ellos es una banalidad. Muchas personas trabajan desde y con sus teléfonos inteligentes. Sin contar que acerca a las personas que son separadas por la distancia. Los smartphones son capaces de lo peor, pero también de los mejor. Es innegable que darle un mal uso al smartphone puede ser fatal, pero también abre todo un mundo de posibilidades. Quizás habría que revisar ciertos aspectos de la vida de cada uno para lograr desconectarse de los equipos telefónicos y así no ser tan dependientes, pero cada quien debe hacerlo a su manera. Algunos se despegarán de los smartphone utilizando más la PC, otros quizás lo hagan cambiando de estilo de entretenimiento y a algunos quizás sólo les haga falta una agenda de papel. Pero esta dependencia está muy bien fundamentada en la utilidad de estos equipos.

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