LIDIA GARCIA. Vuelven las lecturas estivales de MJD Magazin en este  verano de 2019 y con ellas un texto autógrafo e inédito que sorprenderá a muchos lectores: la 2ª parte de las «Memorias de Crescencio Bustillo«, aquel personaje que nació y vivió en Majadahonda en el primer tercio del siglo XX. Él retrató con la agudeza de un paciente observador y la buena pluma de un lector consumado, todo lo que aconteció de interés en aquel pueblo, hoy ciudad de referencia en el Oeste de Madrid, capital de España. La 1ª parte de estas Memorias tuvo muy buena acogida el pasado verano de 2018 y por ello entrevistamos a su hijo Darío Bustillo, que conserva como oro en paño los originales de este valioso manuscrito que hoy cobra incluso valor histórico: ¿Nos puede hacer un resumen de esta 2ª parte? –Abarca desde la fecha de su nacimiento en 1907 en el pueblo de Majadahonda, hasta las vísperas del inicio de la guerra civil española en julio de 1936. El año anterior, en el mes de noviembre, se había casado con una muchacha del pueblo que se llamaba María Martín. Cuando estalló la guerra civil, mi padre tenía 29 años. En esta parte de las Memorias, mi padre cuenta su vida, como era su casa, los miembros de su familia más cercana, padres, hermanos, algún tío, y sobre todo las anécdotas de su infancia, adolescencia, juventud y servicio militar, siempre con el trasfondo del pueblo de Majadahonda, y siempre relacionando todas las situaciones y personajes de los que fueron sus amigos y conocidos, en general la gente del pueblo y alrededores. Fue el tiempo vivido en el pueblo, porque después tuvo que abandonarlo por circunstancias de la guerra, y ya no volvió a vivir más en él.


Crescencio Bustillo

¿Que las diferencia de la primera parte que publicamos el verano pasado? –Aquella parte de las Memorias recogía las vivencias del pueblo de Majadahonda en buena parte de la primera mitad del siglo XX, siempre desde el punto de vista de las circunstancias y los personajes del pueblo, que eran los verdaderos protagonistas. En esta segunda parte el protagonista es mi propio padre, y quizás alguno de sus familiares. El tema está enfocado en su propia vida personal, aunque el pueblo de Majadahonda siempre está presente y latente en el relato. ¿Cual es la novedad que usted cree más destacada de esta segunda parte? –Yo diría que no hay ninguna novedad que pueda destacar. Los relatos de mi padre, tanto el primero como el segundo, se caracterizan por su sencillez en el lenguaje, a veces algo tosco y con algunas faltas de ortografía, pero también por su sinceridad, por su descripción tan detallada de los lugares y de los personajes que intervienen. Y sobre todo me sorprende la memoria tan prodigiosa que tenía en acordarse de todas las vivencias que nos cuenta con toda serie de detalles. Hay que tener en cuenta que cuando mi padre empezó a escribir sus Memorias tenía ya 65 años, o sea que algunos hechos que cuenta de su infancia y juventud tenían más de 40 años. Y sin embargo la frescura del relato y todos los detalles que nos cuenta parece que hubieran sucedido ayer mismo.

Darío Bustillo

Si tuviera que elegir un capítulo para su lectura ¿cual recomendaría? –Hay un capítulo casi al final de esta segunda parte que por su dramatismo y por ser un suceso tan trágico con resultado de muerte de uno de sus mejores amigos, quizás es el que más me ha emocionado. El suceso tuvo lugar el día 3 de noviembre de 1931, cuando el coche de línea que iba desde el pueblo hasta el apeadero de El Plantío a buscar a los pasajeros que llegaban en el tren, sufrió un grave accidente. El autobús lo conducía Eduardo, un amigo de mi padre, que resultó muerto en el suceso, y mi padre resultó herido. La descripción del accidente y el dramatismo que emana del relato son lo que más me ha emocionado. ¿Y cual es la anécdota que le ha parecido más reveladora? –Hay una anécdota muy graciosa sobre un perro que se llamaba “Terrible” que tenían en la casa de mi padre y de mis abuelos. Ese perro cometía muchas pillerías y en una de ellas le birló un pan de kilo al tío Juan “El Pollo” que había terminado de comprarlo en la tahona. Es un relato muy divertido que espero que guste a todos.


Crescencio Bustillo

La primera parte de las Memorias tuvo mucho eco y muy buena acogida ¿que reacción es la que le ha sorprendido más? –Cuando se publicó lo de la llegada a España al apeadero del Plantío de la reina Victoria Eugenia, un majariego de nacimiento me dijo que estaba muy bien documentado, y que todo eso lo sabían los que eran de Majadahonda de toda la vida, que ya quedan pocos pero muy bien documentados. Y como les dijo recientemente una majariega a la anterior corporación en el pleno: “¡Que sabéis vosotros de Majadahonda si ninguno de vosotros sois de aquí!”. Seguramente tenía toda la razón, eran auténticos desconocedores del pueblo o ciudad que representan. Mi padre entiendo que estaba muy bien documentado para el tiempo que vivió en el pueblo, y en cuanto a mí, no soy de Majadahonda, ni nunca he vivido ahí, pero he intentado documentarme todo lo posible, a través de mi padre, mi familia, y amigos, y por eso a veces puedo formular opiniones que de otro modo no podría.

Darío Bustillo

¿Y que reacción le ha gustado menos? –En el capítulo de Paco Gómez “El Vinanes” un lector dijo que era un artículo lleno de infamias y mentiras y con una muy mala redacción. Cuando mi padre escribió ese artículo, y conociendo como era, estoy seguro que lo haría con conocimiento de causa. Lástima que no pueda estar aquí para rebatirlo, pues sin duda lo haría si estuviera vivo. Se debería ser un poco más respetuoso con las personas desaparecidas y que no se pueden defender. En cuanto a la muy mala redacción, mi padre de profesión era labrador, cuando era niño aprendió en el pueblo a leer y escribir las cuatro reglas y poco más… Para una persona con esos escasos conocimientos, escribir unas memorias con todo lujo de detalles, que tienen casi 800 páginas, es todo un reto difícil de alcanzar.

Crescencio Bustillo

Por último, ¿habrá tercera parte el verano que viene de 2020? –A mí me gustaría que la hubiera, material no falta, lo que no sé es si a los lectores les podrá ya interesar, porque la vida de mi padre, después de estas dos primeras partes, ya se aleja totalmente del pueblo. En agosto de 1936 se alistó para ir al frente, y ya no volvió al pueblo hasta el día 1 de enero de 1937 en que hizo la última visita. El pueblo había sido destruido en casi su totalidad, al igual que su casa y las de sus familiares y amigos. Mi padre fue herido en la guerra, pasó más de 7 años encarcelado por ser oficial republicano, y finalmente recaló en Barcelona, donde pasó el resto de su vida. Ya de mayor estuvo varias veces de visita en el pueblo para ver a la familia y a los amigos, sobre todo por las fiestas en el mes de septiembre. Gran parte de su familia, que es la mía, han seguido viviendo en el pueblo, y muchos todavía viven actualmente.

Majadahonda Magazin