Pablo Luque Pinilla, poeta de Majadahonda (Madrid), gana el «Ciudad de Irún»

LIDIA GARCIA. El poeta de Majadahonda, Pablo Luque Pinilla, con su obra «Greenwich», ha ganado el prestigioso Premio «Ciudad de Irún» en su modalidad de poesía en español, según ha dado a conocer el jurado este sábado 11 de septiembre (2021). A la 44 edición de los Premios Literarios Kutxa Ciudad de Irún se han presentado un total de 1.675 obras, distribuidas así para cada una de las modalidades: novela en español: 971; poesía en español: 643; novela en euskera: 25; poesía en euskera: 36. Respecto a la edición de 2019, y en relación al total de obras, se han recibido 1.103 obras más, lo que supone un incremento del 193% respecto a la edición anterior. En la modalidad de novela en castellano, el incremento ha sido del 230%, 677 trabajos más, y en euskera del 25% con 5 obras más. En poesía, en castellano, el incremento ha sido del 169%, 404 trabajos más, y en euskera del 90%, 17 trabajos más.


Antonio Colinas

Los jurados han estado integrado por Fernando Marías Amondo, Luisa Etxenike Urbistondo, Manuel Vilas, Patricia Esteban Erlés y Jon Bilbao Lopategui (narrativa en español); Felipe Juaristi Galdós, Jon Martín Etxebeste, Joxe Mari Iturralde Uría, Arantza Urretavizcaya Bejarano y Jon Kortazar Uriarte (novela en euskera); Manuel Rico Rego, Antonio Colinas Lobato y Raquel Lanseros (poesía en español), y Lourdes Otaegi Imaz, Iñaki Aldekoa Beitia e Itxaro Borda Charritton (poesía en euskera). Durante el acto en el que se anunció el fallo del jurado, celebrado el sábado, el escritor Antonio Colinas recibió un homenaje por su trayectoria literaria y por su vinculación a los premios de Irún como jurado, desde que en 1970 ganara el Premio de Poesía. Los premios que reparte este concurso son de trofeo y 25.000 euros para los ganadores en novela y de trofeo y 15.000 euros para los ganadores en poesía.


Pablo Luque Pinilla

AUTOBIOGRAFIA. Me llamo Pablo Luque Pinilla. Soy poeta de Majadahonda, donde resido. De ello dan fe algunos libros que he escrito y publicado, y que doné a la Biblioteca Francisco Umbral, con un estremecimiento casi infantil. Llegué a Majadahonda prácticamente a la vez que Umbral, solo que con cuarenta años menos. Descubrí su escritura cuando se prodigaba como columnista en las páginas del diario El Mundo, mediados los noventa. Pronto leerlo se convirtió en una droga que consumía casi en secreto. En un faro para mi forma de entender la poesía. Él fue, lo sabemos, uno de los mejores líricos que han pisado nuestras letras, solo que en prosa. Sus columnas, decíamos, eran una adicción que me llevaba a comprar el periódico a diario, sin importarme otra cosa que no fueran aquellos «Los placeres y los días» que allí publicaba. Con frecuencia, no estaba de acuerdo con lo que argumentaba, pero casi siempre eso era lo de menos. O lo demás. Porque de aquella experiencia singular aprendí que la literatura es tanto los detalles del contar como el reverso de lo dicho; tanto la flor de lo por decir, como la magia del ser de lejanías heideggeriano en que se convierte el escritor cuando deja que aflore ese doble fondo, en palabras suyas, nunca revelado. Y me hice poeta de este modo. Para que emergiera el entramado común de la vida a fuerza de contar lo que me pasa. Lo que me pasa a mí. Esa era su libertad y, de esta forma, la de los que le buscábamos casi en cualquier sitio. Así, a los artículos, muchos políticos (que yo devoraba sin haberme interesado jamás la política, salvo cuando la escribía Umbral), le siguieron las novelas, que por aquellos años publicaba sin parar, los libros de memorias (qué impacto Los cuadernos de Luis Vives), sus recopilaciones sobre casi cualquier cosa. También algunas de sus obras ya clásicas de sobra conocidas. Y hasta lo que escribía para los dominicales, como aquellos «Animales sagrados» que guardo como un mapa del tesoro. Cuando falleció me sentí huérfano. Lamenté no haber hecho algo por conocerlo en persona, tantos años viviendo tan cerca. Quizás recelaba de que lanzara mis libros a su tan temida piscina (gracias, maestro, por aquellos piscinazos purificadores). Quizás pensaba que la mejor forma de visitarlo era leerlo y dejarlo tranquilo. Ser de lejanías para estar más cerca que ninguno. Página web del autor.

FRANCISCO JOSÉ PEÑA RODRÍGUEZ. Pablo Luque Pinilla es un poeta paciente, un escritor que mima el verso, que reescribe, que fomenta la poesía y participa de ella. Además de editor de la revista digital Ibi Oculus, en 2009 dio a la imprenta la magnífica antología ¾en la que destaca su estudio introductorio «Avanti. Poetas españoles de entresiglos XX-XXI», en donde aparecían, entre otros, los nombres y los versos de Pere Gimferrer, Miguel D’Ors, Julio Martínez Mesanza, Aurora Luque y Amalia Iglesias Serna. Además, nuestro poeta madrileño mantiene indudables conexiones intelectuales con la poesía actual italiana. Me consta que Pablo sigue trabajando su poesía, que mantiene proyectos que no se desvelan aquí y ahora por aquello de la incógnita, pero que su pasión es, a las claras, la poesía. Los profesores de Literatura, los que nos dedicamos a la crítica literaria o, simplemente como nos enseñó don Ramón Menéndez Pidal, los que escribimos la historia de nuestras letras, tenemos por costumbre creer que la inmensa mayoría de los escritores salen de las filas de las propias letras; algo que afortunadamente empieza a desmontarse, porque la poesía actual va más allá de las aulas de filología, trasciende por Internet y eso lo demuestra nuestro poeta con su web y con su revista e intertextualiza y contextualiza con otros ámbitos, campos que aderezan la poesía con la pluralidad de motivos. Pablo Luque Pinilla es uno de ellos; uno de esos magníficos poetas jóvenes que habitan Madrid y que de vez en cuando nos regalan algún magnífico poema, de esos que llaman la atención tanto como para hablar de que estamos ya hoy haciendo la poesía del siglo XXI sin necesidad de mirarnos en el extraordinario espejo del siglo XX. Lea el artículo completo.

Pablo Luque Pinilla

TRAYECTORIA. Majariego, es autor de los poemarios «Cero» (con ilustraciones de fromthetree, Renacimiento, 2014), SFO (con fotografías de José Luis R. Torrego, Renacimiento, 2013) y Los ojos de tu nombre (Huerga & Fierro, 2004), así como de la antología Avanti. Poetas españoles de entresiglos XX-XXI (Olifante, 2009). Ha publicado poemas, críticas, estudios, artículos y entrevistas en diversos medios españoles y ediciones bilingües italianas, y el poemario bilingüe inglés-español SFO: Pictures and Poetry about San Francisco en Tolsun Books (Arizona-Nevada, 2019). Asimismo, fue el creador y director de la revista digital de poesía Ibi Oculus (Ed. Encuentro) y junto a otros escritores fundó y dirigió la tertulia Esmirna. Participa de la poesía a través de encuentros y recitales, habiendo intervenido, entre otros, en el festival de poesía Amobologna, que organiza el Centro de Poesía Contemporánea de la Universidad de Bolonia; el festival poético hispano-irlandés The Well, que se celebra en Madrid; o el ciclo El Latido, que organizara el Instituto Cervantes de Roma. Escribe la columna literaria «Cuaderno de espiral» en El Cuaderno (Ed. Trea).

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