GREGORIO Mª CALLEJO. Va terminando 2019 y no se puede dejar pasar el cumpleaños de uno de los mejores trabajos de la historia de la música popular. Se nos hace cuarentón el London Calling de The Clash. Obra icónica del punk y reivindicación por parte de Joe Strummer y sus chicos de las tremendas posibilidades del rock. Un himno a la versatilidad y una protesta contra el encorsetamiento en estilos definidos. The Clash, nacidos en plena eclosión del punk en los años más duros del thatcherismo, habían comenzado en 1977 con un disco (The Clash), que es pura ortodoxia punk, con canciones de una velocidad y un ritmo mareante (“White Riot” “Protex Blue” o “Janie Jones”…). Temas cargados de agresividad y protesta. Mientras los Sex Pistols ofrecían la vertiente más ácrata del movimiento (y también más gamberra), y mientras desde Nueva York los Ramones sorprendían con sus pildorazos de dos minutos sobre temáticas estrictamente adolescentes (aburrirse en clase de Historia , esnifar pegamento o pegar al pringado del instituto (hoy por su “Beat on the Brat” irían directamente a declarar a la Fiscalía), los Clash encabezaban la vertiente política del punk. Rock combativo que les hizo ganarse el apelativo de “los punks rojos”.


Gregorio Mª Callejo

Es cierto que su primer disco es, efectivamente, punk stricto sensu, pero ya había un regalo ahí a otros estilos. “Police and Thieves” combinaba rock, ska y reggae con una insólita duración de cinco minutos. Ahí estaba la semilla del London Calling, y la negativa de Strummer y Jones por envasar a la banda en los estrechos moldes del punk. De hecho, en 1978 publican se segundo trabajo “Give´em Enough Rope”, en el que se percibe un cambio de estilo. Un trabajo más clásico, más rockero, con desarrollos guitarrísticos largos y guiños al metal (Tommy Gun, English Civil War, Guns on the Roof). Y llega 1979. Los Sex Pistols se han disuelto, Sid Vicious muere en febrero, los Ramones pierden gas con End of the Century, y sobreviven con un punk más o menos ortodoxo The Buzzocks, los Damned y algunas bandas menores. Y en 1979, aparece un disco con una portada homenaje tipográficamente al primer álbum de Elvis, en la que alguien con las piernas muy abiertas (el bajista Paul Simonon) está destrozando su bajo en una actuación en directo.

Un disco que comenzaba con un contundente ritmo de batería, bajo y guitarra y la frase “London Calling to the faraway towns: now war is declared and battle come down”. Rock de combate.
Ruptura con la tradición pop inglesa (“la beatlemanía ha mordido el polvo” dice la canción), fuerza y contundencia para abrir una paisaje de diecinueve temas que hicieron temblar el panorama de la música popular en las puertas de los ochenta. Diecinueve canciones que combinan ska, reggeae, jazz, pop, rock ortodoxo, soul, en una mezcla perfecta, sin los excesos del fallido siguiente trabajo (Sandinista). Sigue a London Calling la potencia rockera con “Brand New Cadillac” y de repente nos encontramos con un coqueteo jazzístico, “Jimmy Jazz”, para seguir con más fuerza “Hateful”, continuar con la skatalítica “Rudie Can,t Fail” y llegar a la ingenua y bastante surrealista visión de los Clash sobre la Guerra Civil Española “Spanish Bombs” (“Spanish bombs in Andalucía, mandolina, oh my corazón”, ¡toma ya!”. Mañana: Segunda Parte: las visitas de Strummer a las Alpujarras y al Cabo de Gata y el final de los Clash.

 

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