La Historia cobra actualidad después de que la Real Academia de Medicina haya dado a conocer un texto de autor desconocido cuyo trabajo fue resultado del “concurso de 1908 y 1909” del prestigioso Premio Roel. Con el título de “Topografía Médica de Majadahonda” el manuscrito recoge un tratado sobre la ciudad. El libro cita la referencia a Majadahonda de Miguel de Cervantes en el Quijote. También menciona que “en la plaza pública existe una casa sobre cuya puerta hay un escudo heráldico labrado en piedra que no sabemos a que apellido pertenece”, pero que “en esa casa descansaban los Reyes Católicos en sus jornadas según versiones que de padres a hijos se han transmitido”. Y desvela que el archivo de la Iglesia Parroquial fue quemado durante la Guerra de la Independencia, por lo que rescata las versiones “de los vecinos más ancianos”. Según este incunable, Majadahonda perteneció en la época “de la dominación sarracena” a un moro llamado “Morillo por su pequeña estatura, residente en el Castillo de Villafranca, hoy propiedad del Marqués de Bolaños”. La localidad fue fundada por pastores porque “pasaba como hoy una cañada de primer orden”. Por ello era lógico que “los pastores fijasen en estos terrenos su majada” y “de ahí tomase nombre este pueblo, el que si bien hoy es una sola palabra, no así en la antiguedad pues se ven escritos y sellos donde la forman dos: Majada-Onda”.


Según esta versión, Majadahonda fue una población “mucho más grande” según reflejaban los vestigios encontrados 2 kilómetros afuera de la urbe. Se dedicaba sobre todo a la vid y al pastoreo y estaba rodeada “de grandes cuevas” en las que se encontraron “vasijas” de vino. El párroco Manuel González Reyes encontró la “Historia del Cuerpo Colegiado de la Nobleza de Madrid” que relata como Alfonso VI en 1088 divide Madrid en 3 “sesmos”: Vallecas, Villaverde y Aravaca. Y en este último estaba Aravaca, “Rozas”, Majadahonda, “Bohadilla”, Alcorcón, Leganés “y ambos Carabancheles”. Las tierras de Majadahonda pasaron luego a un hijodalgo y labrador llamado Juan de Vargas, que se las vendió a Felipe II (año 1558).

Situado a 18 kilómetros de Madrid, señala en su orografía la Dehesa de propios, Monte Dehesa labrada, Monte de Romanillos, Pinar del Tío Roque, Monte de Remisa y una laguna que estaba infecta, así como El Pozito, Pozo del Arcipreste, Pozo del Prado, el manantial de La Mina, el Pozo de Navalengua y Pozo nuevo. Vivían 899 personas, 461 “varones” y 438 “hembras”, de ellos 445 solteros, 389 casados y 65 viudos. Por último describe la fauna y flora, el censo demográfico, las enfermedades, temperaturas, oficios y otros datos de interés histórico, social y cultural que ocupan un total de 81 páginas manuscritas pero perfectamente legibles.

Majadahonda Magazin