Ocurrió en septiembre 1992, cuando gobernaba Ricardo Romero de Tejada como alcalde con mayoría absoluta y lo ha desvelado el periodista Juan Rivero Valls de Gaceta Mexicana con ocasión del 110º aniversario del nacimiento de la poeta Carmen Conde este 15 de agosto: la escritora hizo testamento y decidió donar todo su legado a Cartagena, su ciudad natal. Nadie desde Majadahonda se había interesado en sus cartas, derechos de autor, archivo, biblioteca y hasta mobiliario. “Enferma de Alzheimer se recluye en una residencia en Majadahonda (Madrid) y redacta su testamento donando el totalidad de su obra y la de su marido al Ayuntamiento de Cartagena. Fallece en 1996 y tras su muerte la Real Academia se queda nuevamente sin mujeres hasta 1998 accede en su misma silla Ana María Matute”. Caridad Fernández Hernández, del Patronato Carmen Conde-Antonio Oliver, ha explicado en qué consiste ese legado: «más de 25.000 cartas escritas durante casi todo el siglo XX por las personalidades más relevantes del mundo de la cultura. Son cartas inéditas de Juan Ramón Jiménez, Ernestina de Champourcín, Dulce María Loynaz, Concha Méndez, Juan Guerrero, Raimundo de los Reyes, Juana de Ibarbourou, Jorge Luis Borges, Guillermo de Torre,
Norah Borges, Gabriela Mistral y Jorge Guillén”.


Carmen Conde en su último año de vida

“En septiembre de 1992, Carmen Conde redacta su testamento legando al Ayuntamiento de Cartagena, su ciudad natal, la totalidad de su obra literaria y la de su marido, Antonio Oliver Belmás. El legado cultural de Carmen Conde se custodia en el Archivo Municipal. Formando parte de este legado se encuentra la correspondencia de ambos escritores, El Instituto Cervantes precisa que en 1992, unos años antes de morir, Carmen Conde dispuso en su testamento que tanto su obra como la de su marido fuesen legadas al Ayuntamiento de Cartagena, incluyendo los derechos de explotación y propiedad intelectual, su archivo y su biblioteca, compuesta por casi 10.000 volúmenes”.

“La correspondencia del archivo personal constituye el cuerpo fundamental del mismo de cara a los investigadores. Está integrada por más de 25.000 cartas escritas a lo largo de casi todo el siglo XX por las personalidades más relevantes del mundo de la cultura. Son documentos de gran interés no sólo para el estudio biográfico y literario de un autor, sino también para otros estudios históricos y literarios de carácter más general. Muchas de las cartas enviadas por escritores constituyen auténticas joyas líricas y en otras ocasiones pueden resultar piezas de valiosa crítica literaria”, señala Caridad Fernández.

El periodista mexicano Juan Rivero Valls escribe que “tuvieron que pasar muchos años y solo después de la muerte del sanguinario dictador Francisco Franco (acaecida en 1975) una mujer fue reconocida por su enorme valía literaria y admitida como miembro de número de la Real Academia de la Lengua Española. Esa mujer, sin duda, la voz mas potente de la Generación del 27, era la grandiosa poetisa Carmen Conde, quien nació hoy en Cartagena, una población de la región de Murcia, viendo de frente al Mediterráneo, hace 110 años. A los siete años de edad se muda con su familia a Melilla en el norte africano done reside seis años y escribe “Empezando la vida” una recopilación poética de su experiencia en la comunidad de Melilla».

Escritorio de Carmen Conde

«Se presenta a las oposiciones para obtener un puesto de auxiliar en la Sociedad Española de Construcción Naval y comienza a trabajar en 1923, a los 17 años de edad y comenzó a escribir poemas en la prensa local. En 1926 ingresa a estudiar magisterio en Murcia y conoce al poeta Antonio Oliver con quien se casa. Junto con su marido funda la revista “Presencia” que se convierte en el órgano oficial de la Universidad Popular de Murcia que ambos habían fundado. Al estallar la Guerra Civil, Oliver se enlista en el bando republicano al frente de la Radio Republicana, mientras que Carmen se ve forzada a regresar a Cartagena para cuidar a su madre enferma. Al término de la guerra Oliver se refugia en casa de su hermana y la comunicación entre ambos se vuelve puramente epistolar y no puede reunirse sino hasta 1945 en Madrid. Oliver fallece en 1968 y ella se dedica, además de escribir, a promocionar la obra de su marido y en 1975 es admitida como miembro de número de la Real Academia», concluye el periodista, que publica «este hermoso poema» de la escritora fallecida en Majadahonda:

Porque siendo tú el mismo, eres distinto

y distante de todos los que miran

esa rosa de luz que viertes siempre

de tu cielo a tu mar, campo que amo.

Campo mío, de amor nunca confeso;

de un amor recatado y pudoroso,

como virgen antigua que perdura

en mi cuerpo contiguo al tuyo eterno.

He venido a quererte, a que me digas

tus palabras de mar y de palmeras;

tus molinos de lienzo que salobres

me refrescan la sed de tanto tiempo.

Me abandono en tu mar, me dejo tuya

como darse hay que hacerlo para serte.

Si cerrara los ojos quedaría

hecha un ser y una voz: ahogada viva.

¿He venido, y me fui; me iré mañana

y vendré como hoy…? ¿qué otra criatura

volverá para ti, para quedarse

o escaparse en tu luz hacia lo nunca?

 

Majadahonda Magazin