AGENCIA EFE. Cecilia Di Luca, esposa de Óscar Ortega, preparador físico del Atlético de Madrid, expresó en un comunicado remitido a la Agencia EFE y firmado por ella que «jamás» ha denunciado a su marido «porque no ha habido ninguna agresión». «Quiero aclarar a todo el mundo que jamás denuncié a mi marido porque no ha habido ninguna agresión. Una tercera persona, ajena a la situación, decidió informar a la Guardia Civil sin mi consentimiento. Esta mañana he declarado ante la jueza que llevamos 25 años de matrimonio y nunca he sido agredida físicamente», dijo. «A mi marido se le conoce por su trabajo y quiero recalcar que es una persona intachable. Evidentemente hubo un malentendido y con esta declaración solo quiero aclarar lo sucedido y cerrar definitivamente este asunto«, concluye el comunicado, firmado por «Cecilia Di Luca, esposa de Óscar Ortega». El Confidencial reveló que «Cecilia y Ortega salían habitualmente con amigos comunes, compartían barbacoas, cenaban con frecuencia en el restaurante Amazónico (son amigos de los dueños) o disfrutaban de espectáculos de baile. Es cierto que desde hace meses en las fotos compartidas por el entrenador no aparecía su esposa. Tampoco en las de Cecilia se encontraban ya los mensajes de cariño de antaño. El hecho de que, según fuentes judiciales, ella ahora resida en Móstoles abona la teoría de que el matrimonio no pasaba por su mejor momento. La pareja, ambos uruguayos, tiene dos hijos (el entrenador tiene a su vez otros dos hijos mayores de una relación anterior)». Sin embargo, no hay rastro de agresión, malos tratos, golpes o violencia de género.


EDITORIAL. La esposa del profe Ortega ha puesto fin a la pesadilla que vivió el técnico del At. de Madrid, que durmió una noche en los calabozos de la benemérita de Majadahonda tras la denuncia de un vecino que al parecer presenció u oyó una «bronca» de la pareja que estimó como violencia de género y por eso la denunció a la Guardia Civil. La acción, en principio, puede juzgarse loable y solidaria y los cuerpos de Seguridad, ante este tipo de denuncias, están obligados a actuar. Y lo primero que deben hacer es verificarlas, contrastarlas y acreditarlas con un número suficiente de indicios, testimonios o pruebas. El sentido común indica que la principal debe ser el testimonio de la víctima, y si esta no lo presta o lo niega, un dictamen pericial profesional que indique que puede estar coaccionada por el agresor o el ambiente, familiar o social. En el «caso Profe Ortega» este protocolo parece que no se llevó a cabo.

Sin embargo, a la espera de si el vecino se ratifica en la denuncia o la benemérita logra acreditarla, la declaración pública de Cecilia Di Luca indica que quien dio la orden de detención de Ortega se excedió en el celo de protección a la supuesta víctima (que ahora se demuestra falsa). El suceso revela un posible error de Guardia Civil Majadahonda, que se habría precipitado en la detención e incluso retención durante 24 horas del profe Ortega sin estar respaldada la denuncia al menos por la presunta víctima. Urge una investigación del caso, la máxima transparencia y el examen público de como se está aplicando la Ley de Violencia de Género por parte de los responsables de las Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Y, de fondo, si esta es realmente eficaz o es un dislate jurídico. A la luz de lo que expresa Cecilia Di Luca, el caso parece cerrado por falso, pero si ha existido un error policial por exceso de celo, Oscar Ortega tiene ahora derecho a exigir una reparación pública para restaurar su honor y que al menos el Ministerio del Interior explique que ocurrió en el denominado «Caso Profe Ortega», sobre todo porque aparenta que no hubo «caso» y nunca se debió judicializar este asunto o actuar más allá de una mera declaración policial testimonial, pues posiblemente se haya mancillado gravemente su imagen pública y su reputación profesional.

Majadahonda Magazin