“Los cuatro chicos se aburrían. Así que decidieron entrar a robar a los chalés de la zona, casas unifamiliares idénticas a las que ellos mismos vivían con sus padres. Un día a Majadahonda, otro a Las Rozas. Tenían entre 17 y 21 años. Desvalijaban las casas y después regalaban las cosas a sus amigos o las almacenaban en el garaje de un familiar. Delinquían “por aburrimiento”, según confesaron a los agentes. Los sorprendieron por casualidad y después de casi 30 allanamientos de morada”. Así describe Daniel Borasteros en “El Confidencial” la existencia de una banda desarticulada por la policía y sobre la que titula: “Los niños ricos que roban, violan o estafan: «Tienen un gran vacío existencial”. En los últimos años el chaval de familia acomodada que llamaba la atención con gamberradas ha mutado en algunos casos a un auténtico delincuente profesional”. Esta es su espeluznante historia:


“Un veterano alto responsable policial se ha topado con varios de estos chicos. “Son siempre de los mismos entornos y acaban en los mismos colegios”, explica señalando que “lo que sorprende es que este tipo de ‘piezas’ cada vez participen en actos delictivos más especializados, como los butrones. Buscan estímulos y adrenalina, pero también sostener un nivel de vida muy caro que igual sus padres ya se han cansado de sostener”, precisa el agente. Ya lo dijo el laborista británico Lord David Puttnam: “Es un error pensar que las carencias existen solo entre los más desfavorecidos: hay otros tipos de vacíos que aparecen de forma directa en las clases más altas”.

“Es que hay mucho chico de nivel alto, o incluso muy alto socioeconómico que más que un gamberro, es un delincuente”, afirma Javier Urra, psicólogo y extrabajador en la Fiscalía de Menores de Madrid. “Tienen un vacío existencial y lo rellenan con actos que ellos entienden que son lúdicos”, precisa el experto. A veces esos actos son robos con violencia, estafas o violaciones. “No operan como ciudadanos, sino como clientes ‘quiero esto y me da igual si está o no está en venta”, prosigue el que fuera Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid.

Padres inmaduros: “Una observación que coincide con las experiencias y opiniones de Javier Urra, que en su programa “Recurra” ha atendido “a montones de chicos cuyos padres son médicos o abogados de alto nivel”. “Hace 30 años se daba la ‘cristalización de clase’, es decir, que los chavales sin recursos sentían frustración por no poder tener lo que los otros chicos con más medios y robaban para equipararse. Todo eso ha cambiado enormemente. Ahora hay muchos con grandes recursos”, razona Urra, que achaca buena parte de la culpa “a unos padres que son adultos, pero no son maduros y que no han sabido poner límites a esos muchachos”. Lo que no había sucedido hasta la fecha es que el mayor ladrón de cajas fuertes perteneciera a estos estratos sociales”. Seguir leyendo.

 

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