«Los Miami nacieron en el seno del sector de los porteros de discoteca de Madrid, donde fue poco a poco circulando cada vez más droga. Sus miembros se hicieron fuertes y se adentraron también en el mundo de los robos. El tráfico de cocaína procedente de Colombia y su posterior distribución por el país hicieron que los componentes de Los Miami se terminaran extendiendo por todo el territorio nacional. Según recuerdan fuentes policiales, Ana María Cameno, conocida como «la reina de la coca», por ejemplo, recibía el material de los narcos latinoamericanos y luego se lo entregaba a Los Miami para que estos lo distribuyeran». El periodista Roberto R. Ballesteros de «El Confidencial» desvela en su edición de este martes que «el ciudadano español de origen colombiano José Ricardo Rojas Montes, de 43 años, murió prácticamente en el acto después de recibir el impacto de 10 de las 12 balas que le disparó su asesino. Venía de dejar a su hijo en el colegio, el British Council —donde estudian los hijos de empresarios y políticos como el mismo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy—, cuando dos individuos en moto se pusieron a la altura de su Volkswagen Polo. El que iba de paquete sacó un arma automática y dejó pulsado el gatillo unos segundos». El reportaje se titula: «La vida a todo tren del asesinado en Pozuelo: de la Finca al colegio con el hijo de Rajoy: El clan de matones y narcotraficantes lleva años inactivo, sus empresas fueron liquidadas en 2010, pero Rojas Montes mantenía un alto nivel de gastos». Y no es la primera vez que el nombre de Ana María Cameno aparece en la prensa: Equipo de Investigación, el programa que presenta la conocida periodista Glòria Serra, ya le dedicó uno de sus espacios:


La Razón: «Acababa de tener una entrega con un viejo conocido colombiano en el aparcamiento de enfrente de la pastelería Atuel de Majadahonda. Pero se puso nerviosa, tiró los 50.000 euros en billetes por el váter de la cafetería y se fue. La señora de la limpieza dio la voz de alarma y la Guardia Civil de la localidad logró identificarla en el momento. Era Ana María Cameno Antolín, más conocida como «La reina de la coca». Nadie sabía que ya estaba en libertad. Poco tiempo después del incidente en Majadahonda, volvieron a pedirle la documentación por un percance de tráfico y ella se agobió. Creía que los agentes de Estupefacientes volvían a pisarla los talones y era cierto, por eso decidió poner tierra de por medio y se fue al sur. Comenzaba el buen tiempo y alquiló un chalé en la Línea de la Concepción (Cádiz), desde donde siguió trabajando de «lo suyo» durante todo el verano. Un mal día de finales de septiembre Cameno madrugó bastante para ir a la peluquería. Presumida como es ella, tenía cita a las 09:00 horas pero el nuevo peinado no pudo lucirlo más que en la foto de la ficha policial. A su regreso, los agentes de la Guardia Civil que llevaban ya unos meses detrás de ella la engrilletaron y, con la preceptiva orden judicial, entraron en el chalé, donde se encontraba su novio José Ramón, también arrestado. Allí se incautaron de 99 kilos de cocaína (49 en los armarios «caleteados» de la planta de arriba y 41 en un vehículo). Otra vez había perdido la partida».

ABC: «La relación con la «narcopija» Ana Cameno reconoce María que es solo suya y procede de sus salidas nocturnas cuando era estudiante. «Íbamos a los mismos sitios y nos reíamos. Ella manejaba mucho dinero y unos coches impresionantes, pero yo no voy preguntando a qué se dedica cada uno», se excusa. Cameno, la reina de la cocaína en nuestro país, adicta al lujo, a la cirugía y a la santería, entabló relación con la pareja de Frade, pero en cambio nunca se dejó operar por él. «No te enfades, pero tu marido es un delincuente», cuenta la mujer que le dijo en alguna sesión de depilación y confidencias, al tiempo que le pedía que le recomendara a los mejores cirujanos. Cásper y Cameno, ambos ahora en prisión, son personajes de las crónicas criminales que pululan de forma anecdótica por esta historia de desamor, malos tratos, codicia y engaños en la que nada es lo que parece».

El País: «El negocio de la narcotraficante fahsion estaba de nuevo en marcha, con los rasgos que lo habían caracterizado anteriormente. Sus reuniones seguían siendo en parkings o cafeterías. Cinco casas, ubicadas en barios de los alrededores de Madrid, eran utilizadas para guardar droga y dinero en armarios de doble fondo. Varios coches de lujo le servían para hacer los repartos. Ahora ella vivía en una urbanización privada de Majadahonda (Madrid), un municipio en donde sus 70.000 habitantes tienen una renta per cápita de 18.000 euros, la segunda más alta de toda la Comunidad de Madrid. Su ático dúplex de casi 200 metros cuadrados, valorado en más de medio millón de euros, estaba entre un amplio jardín, tres piscinas, un gimnasio y una capilla de un conjunto habitacional done todos los vecinos, la mayoría pilotos e ingenieros de profesión, pagan 900 euros de cuota de comunidad».

«Durante esos meses, la Reina de la Coca se subía a un Mercedes Clase A rojo para trasladarse de un sitio a otro. Una mañana llegó a la cafetería Atuel, en el Centro Comercial El Cerro del Espino, a unos pasos de la ciudad deportiva del Atleti. Hacía calor y llevaba puestos un pantalón ajustado y una camiseta sin mangas. Carlos Mauricio Gutiérrez, su viejo amigo colombiano y, según la policía, un importante distribuidor de droga en España, la esperaba sentado frente a la barra. Ya juntos, pidieron zumo de naranja y cruasanes y se fueron a desayunar y a conversar a una de las mesas que están junto a la ventana. Minutos después, Ana María vio entrar a dos policías locales y sus nervios se alteraron».

«Los uniformados que, de momento sólo investigaban un robo ocurrido hace poco en el barrio, la miraron de reojo. No obstante, por si acaso, ella tomó sus precauciones: bajó al baño de la cafetería y metió en una papelera una bolsa con 48.725 euros (un paquete que será descubierto hasta al final de la jornada por la señora de la limpieza, cuyo jefe dará aviso a la Guardia Civil). Cuando se despidió de su amigo y se acomodó su costoso bolso en un hombro salió a paso firme de la cafetería. En la puerta, sin embargo, los policías la estaban esperando y le pidieron que abriera el bolso. Así se dieron cuenta de que lleva 12.000 euros en efectivo y varios juegos de llaves. La dejaron ir pero, a partir de ese momento, en la UDYCO se reabrió la investigación de La Reina de la Coca».

 

Majadahonda Magazin