AGENCIA EFE. A pesar de que ya han pasado 15 años desde que se perpetraron los atentados del 11 de marzo en la ciudad de Madrid, las heridas dejadas por este terrible suceso todavía no están completamente cerradas. Y aunque la mayor parte de los fallecidos vivían en la ciudad de Madrid, muchos otros de los que se vieron afectados por este ataque terrorista vivían o trabajan en ciudades próximas a la capital como Majadahonda. Por este motivo, las ciudades del noroeste de Madrid se sumaron este día 11 marzo a los homenajes realizados a las víctimas de este atentado. «Majadahonda y Las Rozas también han organizado minutos de silencio en la Plaza Mayor de las localidades en este aniversario«, detalla la Agencia EFE que también se hace eco de otros actos similares realizados en las ciudades vecinas:


«Boadilla ha guardado un minuto de silencio en el que han participado la corporación municipal, trabajadores del Ayuntamiento, miembros de la Guardia Civil y la Policía Local y vecinos de la localidad. El alcalde, Antonio González Terol, ha recordado a las 192 personas asesinadas y ha reclamado para ellas «toda la dignidad y justicia que merecen». Y concluye: «Villanueva de la Cañada ha realizado este «acto simbólico» para «mantener en memoria» los ataques y que no «vuelva a suceder», como destacó el regidor, Luis Partida. La Plaza de la Constitución de Torrelodones también se ha llenado de vecinos con un homenaje floral que fue depositado a los pies de la placa que en la fachada del Ayuntamiento rememora este doloroso acontecimiento. Por su parte, Pozuelo de Alarcón ha organizado un acto de homenaje a «todas las víctimas del terrorismo» en la rotonda del municipio que sirve como homenaje a este colectivo«.

Una de las víctimas cuya memoria fue recordada en estos actos fue la de Anca Valeria Bodea que fue víctima de los atentados cuando acudía a Majadahonda para cuidar de unos niños. El periodista Pablo de Sandoval desvelaba en El País la historia de esta joven rumana que se encontró con la barbarie apenas dos meses después de llegar a España en busca de un futuro mejor: “Anca aseguraba que podía presentir las desgracias. “Un día, de pronto, se quedó como paralizada”, recuerda Daniel, “y dijo que sentía que algo malo le iba a ocurrir”. Había vuelto al piso de Guadalajara para trabajar cuidando a unos niños en Majadahonda, a dos horas de tren.

Aunque Eugene la tranquilizaba, el 11-M no estaba con ella porque seguía en San Sebastián. A las 06.53 le mandó un mensaje. “Le decía que iba a coger el tren y que quería verlo“, cuenta Daniel”. Y concluye: “Anca Valeria Bodea, rumana de 26 años, apenas vivió dos meses en España, pero los disfrutó intensamente. Había llegado el 7 de enero procedente de Oradea, en Transilvania. Vino sola, y a través de un amigo se alojó en casa de los hermanos Eugene, Florin y Daniel Terbea, en un piso de Guadalajara. Se dedican al montaje de equipos industriales. Nada más llegar Anca les surgió un trabajo en San Sebastián y la llevaron con ellos”.

Majadahonda Magazin