Jaime Marcos, secretario, David Santos, director, y Maite Urquizu, jefa de estudios del CEBIP Antonio Machado de Majadahonda

MANU RAMOS. Los privilegios y abusos del sector público en España desangran al sector privado: más sueldo, menos horas, sin controles ni incompatibilidades. Eso ocurre en la Enseñanza y en la Sanidad, dos sectores económicos clave, y el diario «El País» ha acudido a unos valientes profesores de Majadahonda que se han atrevido a mostrar la situación. «Maite Urquizu quería ser maestra, pero su familia la presionó para que hiciera algo «con lo que ganarse mejor la vida y que estuviera mejor visto». Entró en otra carrera en su Venezuela natal y duró seis meses. Estudió Magisterio, vino a España, aprobó las oposiciones y es jefa de estudios en el CEBIP (Centro de Educación Bilingüe de Infantil y Primaria) Antonio Machado. La segunda parada larga de este reportaje. Con ella, el director, David Santos, y el secretario, Jaime Marcos. Juntos lideran un profundo cambio metodológico en este colegio público de Majadahonda, en Madrid. No guardan recuerdos memorables de su formación inicial, que compartieron tanto con compañeros motivados y vocacionales como con otros que estaban allí porque no les daba la nota para hacer lo que les hubiera gustado. «Lo que me dio el empujón definitivo fue el periodo de prácticas», señala Marcos. Creen que el sistema de oposiciones es injusto, subjetivo, poco transparente, y además no funciona«. La periodista Elena Sevillano y el fotógrafo Santi Burgos publican en El País el resultado de un debate que incluye a profesionales de la enseñanza de Majadahonda y en su epígrafe titula «¿Pública o privada?». Y lo cuenta así:


Sanitarios del hospital público de La Paz afirman que no poseen incompatibilidades

«Maite Urquizu trabajó en un colegio privado antes de conseguir su plaza pública, y no le gustó. «Dependerá de los centros, pero la percepción general es que en los privados y en los concertados los sueldos son iguales o más bajos, y hay que estar más horas«, tercia Jaime Marcos. «Mis conocidos que ejercen en la privada se están preparando oposiciones», agrega. Días después, y a 22 kilómetros de Majadahonda, el jefe de estudios de La Paz dirá que él no tiene consulta privada. Entre sus MIR también hay preferencia por la sanidad pública. «Te abre puertas que no te abre la privada; idealmente, me gustaría ejercer en la pública y tener mi parte en la privada, por un tema económico«, se sincera Borja. Luego hay especialidades y especialidades, y la de Ángela, cirugía plástica, es carne de privada. «La cirugía plástica reparadora se hace sobre todo en los hospitales públicos mientras que la estética se practica principalmente en la privada. Me gustaría combinar ambas«, argumenta.

«El equipo directivo del Antonio Machado clama por un pacto educativo que ponga fin a tanto vaivén legislativo. Pide respeto. Saca pecho de su trabajo. Pero también hace autocrítica«, señala la periodista. «Conseguir plaza te da derecho a un trabajo digno, pero creo que, para mantenerlo, periódicamente tendríamos que demostrar estar capacitados«, arranca Marcos. Los tres reconocen que existen malos profesionales en el sistema, y que no hay mecanismos (o no se utilizan) para apearlos. «El año de prácticas [el curso siguiente a conseguir su plaza, el maestro está supervisado y ha de pasar una prueba] es mentira. No sé de nadie que haya suspendido ese examen«, expresa Maite Urquizu. Pero que son más, según subrayan, los buenos, los que dedican sus tardes a programar y corregir, y su tiempo libre a formarse, «aunque de eso no se habla; nosotros somos mundialmente conocidos por nuestros dos meses de vacaciones«, se queja Marcos. «No es un debate sobre educación, es un linchamiento», dice con amargura. «Es cierto que cuando abrimos el centro a las familias, y estas ven cómo trabajamos, cambian su percepción, y nos valoran más», concluye Santos. Lea el reportaje completo.

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