Tony del Valle y Manuel Fort

TONY DEL VALLE. Durante toda esta semana me he dedicado a seguir todo el proceso de primarias para elegir al candidato del PSOE Majadahonda para la alcaldía en las próximas elecciones municipales del mes de mayo. Había dos candidaturas, una encabezada por Zacarías Martínez y otra por Manuel Fort. Voy a intentar expresar mi opinión como militante de base, no vinculante con ninguno de los dos candidatos. La campaña del candidato Zacarías Martínez la desarrolló bajo la sombra de su persona y su perfil político, arropándose casi siempre por personas ajenas al partido –por lo tanto sin derecho a expresarse en las urnas- de un calado social y político reconocido en Majadahonda, teniendo a su lado casi siempre el apoyo de algún medio local. Por otra parte, el otro candidato Manuel Fort, desarrolló su campaña en la calle, sin actos públicos, siempre hablando con la militancia, exponiendo su programa, pateándose la vía pública, siempre cercano a la gente, buscando un perfil de candidato que encajara con el sentir de la militancia, sencillo y a pie de calle. Los dos candidatos aceptaron las condiciones del debate que recogen los estatutos del PSOE-M, ciñéndose escrupulosamente ambos candidatos a las normas internas del partido. La militancia pudo disfrutar de un debate limpio, donde expresaron sus programas con un derroche democrático exquisito.


La diferencia de cómo uno y otro han dirigido su campaña quedó reflejada en las urnas, con un resultado final de “palizón”, usando el símil futbolístico, con una participación del 77,87 % del censo de militantes. Manuel Fort obtuvo el apoyo del 61,75% de la militancia, que traducido en votos fueron 113. El otro candidato, Zacarías Martínez, se llevó el apoyo del 37,15% que traducido en votos suponía un total de 68 sufragios. La transparencia que yo presencié fue impoluta, salvo algunas opiniones de miembros de  la organización, que no iban más allá de ser opiniones personales, sin ningún rigor jurídico de base. La democracia, la libertad y el derecho a expresarse en las urnas enriquece a las personas, desembocando en un valor añadido a la libertad de expresión. Saber encajar un resultado democrático expresado por la ciudadanía marca la dignidad y credibilidad política de los candidatos. En democracia, todo lo demás sobra.

Majadahonda Magazin