JOSE Mª BABOT (18 de febrero de 2025). A vueltas con los ya consabidos setos. Después de dar mi paseo diario, he vuelto a comprobar que la carta que me envió en días pasados la concejala del Medio Ambiente del Ayuntamiento de Majadahonda, era pura y llana tomadura de pelo, porque los setos están más crecidos que cuando escribí mi primera carta, tanto los que están sin hojas pero con las ramas que son puñales, como los de gran grosor o espesor. ¿Y como es eso?. Pues bien sencillo, porque a la alcaldesa Lola y a los concejales de su partido (PP), esto se la trae al pairo, como muy vulgarmente se dice. El grupo municipal de «Vecinos por Majadahonda«, el único que se ha interesado por esta cuestión, ha preguntado por ello y en su página web señala que «varios vecinos de Majadahonda que se consideran peatones más que conductores nos advierten que en la calle Romero de Torres la vegetación invade las aceras, al igual que las del Colegio Alegra (calle Sorolla) y en el tramo de la vía Carretera de Pozuelo comprendido entre el final del centro comercial «La Bolsa» y el restaurante «El Urogallo«.

«DADO QUE ES RESPONSABILIDAD DE LAS URBANIZACIONES Y PROPIETARIOS LA PODA DE ESTA VEGETACIÓN PARA QUE NO OCUPE ESPACIO PÚBLICO y ponga en riesgo la seguridad de los viandantes, que se ven obligados a deambular por la carretera y no por la acera, ¿podrían alertar a los empleados de la Concejalía de Medio Ambiente de esta situación para que a su vez advierta a estos propietarios de la obligatoriedad de estas podas para, en caso contrario y negarse o retrasarse en las mismas, proceder a ello y pasarle la factura, que es lo que procede legalmente?», preguntaban los concejales de «Vecinos por Majadahonda». Y la respuesta del PP no puede ser más burocrática, poco interesada y decepcionante; «Los requerimientos de recorte de setos, pantallas vegetales y demás elementos vegetales que dificulten el normal tránsito por las vías públicas, aceras y zonas de paso público, se llevan a cabo en base al artículo 56 de la Ordenanza de Movilidad. Una vez que los propietarios han acometido estas actuaciones, el servicio de Medio Ambiente revisa su correcto cumplimiento». Balones fuera.

PERO HAY MÁS. ¿QUÉ HACE O DICE, SOBRE ESTE ASUNTO, LA OPOSICIÓN IZQUIERDISTA?. Que yo sepa, nada. Ni piula. Y creo que el resto de la ciudadanía tampoco ha oído nada de nada. ¿Tanto morro tiene el Ayuntamiento de derechas, que cada día que pasa, se lo pisa?. Tratar a los vecinos como si fuésemos niños es irresponsable. Engañar a los jubilados es intolerable. Esta frase no es mía, pero la dijo un prohombre muy digno de admirar, y lo puede decir cualquier persona que crea en ello, como yo. Pero volviendo a los setos, créanme, señores concejales, que este hecho les pasará factura en las próximas elecciones, a no ser que el morro que ahora se están pisando sigan pisándoselo hasta los días en que empiecen a hacer propaganda de su partido. Pero ¿qué es lo que van a explicar entonces que convenza a los majariegos? porque a mí ya me tienen convencido de que al PP de Majadahonda, nada de nada, y no digamos a esa oposición izquierdista, que ni piulan ni en esto ni en nada.

TENER MORRO. Hay palabras, frases, o jaculatorias, que sin tener un solo significado, significan un montón de cosas, aparte de poder decirlo de diferentes maneras o formas. Tenemos el ejemplo del epígrafe de hoy. Se puede decir esta frase de dos palabras de diferentes maneras: ¡Qué caradura! ¡qué cara más dura! ¡Tiene más cara que un caballo o un camello! ¡Se pisa la cara! ¡Vaya morro! ¡tiene un morro que se lo pisa! o ¡tiene más cara que espalda!. Alrededor de esto, cualquier exclamación que se diga es válida y entendible en lo que se quiere decir o expresar. En base a estas frases, yo me inclino en que, por desgracia, hay personas, y entidades, no oficiales y oficiales, que, para mí, se pisan el morro, que creo es la expresión más fuerte que indica el grado de abandono de ciertas cosas. Vamos, que se lo pisan, llanamente, y entre ellos, de una manera u otra está, o yo lo encuentro así, nuestro Magnífico Ayuntamiento. Y lo digo porque no son solo mis quejas sobre el podado de setos en las calles mencionadas con anterioridad, sino para todas esas calles que se encuentren en esa misma situación, que haberlas haylas, y, según se lee en la Revista-Magazin de Majadahonda, hay otras personas que mencionan otras miserias que hay en nuestra ciudad. En el Ayuntamiento, mientras nosotros nos quejamos, están a otras cosas y, según los resultados, nuestras quejas pasan a engrosar los archivos o la papelera. Ni caso o escaso. 

DESDE LA ALCALDESA DE TURNO HASTA SU ÚLTIMO CONCEJAL O ASESOR, no se debe ni exclamar ni sentirse ofendidos por las frases escritas o dichas, (siempre sin perder el «oremus» ni insultar), pero sí decir las cosas tal y como las sentimos, que es lo que hacemos los quejicas: decir las cosas, fuertemente sí, pero claras y sin dobles sentidos, pero decirlas para ver si hay un átomo de misericordia y se nos arreglan nuestras quejas, que no son caprichosas y sí reales. A este grado de abandono ha llegado el Ayuntamiento con los enormes tiestos colocados en la Gran Vía, a los cuales yo doy las gracias por el cometido para el que fueron colocados. Decirle  a la señora alcaldesa que todos ellos sirven, entre otras cosas, para cenicero o papelera pero nunca dejarlos inermes sin arreglar o podar, si es que lo necesitan, o remover las tierras en ellos. Hoy están abandonados totalmente. Los colocaron y ahí están, sin que nadie, supuestamente, les eche una manita para airearlos o lo que sea. Es decir, que la Gran Vía tiene un grado superlativo de abandono, ya que entre los parterres y los tiestos casi da pena transitar por esta grande y preciosa avenida. Lo siento pero es así como yo lo veo. Animo a los majariegos a denunciar, sin insultos ni palabras soeces, las irregularidades que se encuentren en su patear las calles, diariamente o no, para intentar tener una ciudad, si no brillante, al menos decente y apetecible para hacer más agradables nuestro paseos o quehaceres diarios.

VUELVE LA BURRA AL TRIGO CON EL ORO DE MOSCÚ. Exclamación que se suele usar cuando una persona es repetitiva en algo, y en este caso, tenemos y tendremos que la burra vuelve al trigo más veces con el asunto del roce de labios o beso, como se quiera. Me pregunto, y lo he hecho varias, muchas veces ya: qué es peor, si esa tontería, aunque para algunas no lo sea, o la venta que hizo el inepto de Zapatero, del cual se dice que tiene los pies planos, cuando vendió parte de nuestro oro a Moscú, noticia reaparecida de nuevo a finales del año 2024 y en medios muy dispares ideológicamente a propósito de la subida de este metal: un 400% desde 2007, fecha en la que se produjo esa venta. Y no es baladí lo que se pulió él y su ordenanza Solbes, puesto que él dio la orden y su lacayo la ejecutó sin demora alguna. Entonces vendieron la nada despreciable cantidad de 4,3 millones de onzas de oro, equivalentes a 121.900 kilos de oro, que fueron 7.754 millones de euros. O lo que es igual a 46.000 millones de pesetas, decisión que hasta originó una película de humor, aunque maldita la gracia que tenía.

Y ES QUE SE PULIERON 133 TONELADAS, ES DECIR, 1/3 DE LAS RESERVAS DEL BANCO DE ESPAÑA, y no nos consultaron ni nos dijeron nada hasta después. Por cierto, ¿qué se hizo con ese dineral?. Pues esto viene a preguntar qué es peor, si lo del beso baladí de Luis Rubiales a Jenny Hermoso o la venta de parte de nuestro oro. Porque si a ese beso se le considera una violación, lo de vender el oro sin consultarnos antes a los españoles es, ni más ni menos, un robo. Y si a la violación se le pide cárcel, ¿qué se ha de pedir y solicitar a ese robo de parte de nuestro oro sin preguntarnos a los españoles nada de nada?. Este beso va a traer mucha, demasiada cola, digo yo, ya que durará lo que dure el enramado del sanchismo, el monterismo, el xiquismo, el marlaskismo, el puigdemonismo, el yolandismo, el albarismo con sus viajes en Falcon casi secretos, el bolañismo y todo eso que nos quiere quitar de la memoria el caso del begoñismo y lo que hay a su alrededor. Pensemos un poco y no nos dejemos llevar hacia donde nos quieran enterrar en vida.