JOSÉ MARÍA ROJAS CABAÑEROS. El último día del pasado junio (2022), a las 7 de la tarde (hora muy torera en el tórrido verano madrileño), Juan Carlos Girauta presentó en sociedad su nuevo libro:“Sentimentales, Ofendidos, Mediocres y Agresivos” (Editorial Sekotia). El acto tuvo lugar en el Aula Magna de la Universidad CEU San Pablo y consistió en una mesa redonda sobre la tesis del libro, en la que el autor estuvo acompañado por el profesor Agustín Domingo Moratalla (Catedrático de Filosofía Moral y Política de la Universidad de Valencia) y Marcos de Quinto (hombre libre, como se define), seguido de una exhaustiva ronda de preguntas. Entre el numeroso público había representantes de la vida académica, mediática y política de Madrid, incluyendo parte de la cúpula directiva del Ciudadanos de 2019 (con Albert Rivera y José Manuel Villegas, entre otros). Dos horas de gozo intelectual que se hicieron cortas, ante el atractivo magnético de lo que se decía.
Pero lo esencial es el libro y los libros hay que leerlos con calma, para reflexionar sobre ellos, más si se trata de un ensayo de tanta enjundia. Tengo el honor de ser amigo de Girauta, ambos nos consideramos “brothers in arms”, y juzgar la obra de un amigo siempre es complicado. Confieso que si no me gustara lo expuesto, no lo manifestaría públicamente (aunque se lo diría en privado), pues la amistad es uno de los principales tesoros de la vida, pero no es este el caso. Sin caer en el laudatio hagiográfico, se trata de uno los libros políticos más brillantes que se han escrito en la última década en España; un monumento didáctico a la racionalidad y los valores de la Democracia Liberal que por cierto están más en peligro que nunca. El formato es una epístola a un joven arquetípico de 18 años, tal vez la imagen especular en el espacio-tiempo del propio Girauta, buscando que no caiga en ese grupo inane -creciente en número- de los “sentimentales, ofendidos, mediocres y agresivos”.
El texto explica en qué consiste la tan referida y poco entendida “Guerra Cultural”, que afecta a las democracias liberales desde hace 8 años y que no se debe confundir con la “Kulturkampf”, definida por Rudolf Virchow para enunciar el conflicto entre el gobierno de Otto von Bismarck y la Iglesia Católica. La Guerra Cultural ahora es el motor de la nueva izquierda, dirigida en agresión a los fundamentos de la Democracia Liberal y materializada -en un cursi sentimentalismo sonrojante- por una multitud de causas identitarias, cuyos postulados se convierten en artículos de fe y que agreden cualquier debate o discrepancia, condenando a los disidentes o no afines a la “cancelación” y marcándoles con el ominoso adjetivo de “negacionistas”.
El ensayo contiene fragmentos literales de los principales pensadores de este siglo y finales del pasado, constituyendo una crestomatía de lo más granado de las ideas sociales y políticas, a la vez que descarta cualquier origen conspirativo. La base es el trabajo de los filósofos postmarxistas Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, “Hegemonía y estrategia socialista” (1985) y “La razón populista” (2005), aunque el concepto de “hegemonía cultural” ya había sido propuesto por Antonio Gramsci como una idea estratégica comunista en la segunda década del siglo pasado, considerando que el control del marco cultural y sus élites (artes, academia y medios de comunicación) es lo que llevará a la revolución socialista. Aunque ese pensamiento tuvo una gran influencia en la Europa (especialmente Francia) entre 1950-70, con Laclau y Mouffe se da una vuelta de tuerca.
La nueva tesis coincide con Gramsci en la crítica al economicismo marxista, pero va más allá y ya no considera válido el concepto de lucha de clases de Marx, ni reniega -aparentemente- de la Democracia Liberal, sino que propugna la democracia radical (que supone la muerte de la primera) donde todos los antagonismos pueden ser desarrollados. La formulación se basa en conceptos postmodernistas, como el psicoanálisis (Lacan), dominación (Foucault), deconstrucción (Derrida), filosofía del lenguaje (Wittgenstein y estructuralistas) y ha sido un éxito para la llamada nueva izquierda. La función socialista sería articular (lo que en la jerga denominan discurso/relato) una miríada de teselas identitarias y variopintas (incluso algunas contradictorias), como: feminismo de tercera ola, lenguaje inclusivo, ideología de género, transexualidad, anti-globalización, aborto sin restricción, Me Too, catastrofismo climático, nucleares no, revisionismo histórico, pacifismo, animalismo, indigenismo, BLM, nacionalismo/independentismo, etc y -curiosamente- … anti-semitismo.
El objetivo es doble, por una parte, la articulación del discurso lleva a quién “compra” una parte, subscriba el lote completo de causas y, aunque los antagonistas (derecha/centro político) terminan aceptando ese nuevo paradigma (ampliando la “ventana de Overton”), la reclamación se radicaliza, pues lo que se busca es tensar la cuerda en un antagonismo perpetuo como motor revolucionario que supere al contrario. Lo grave no sólo es que los políticos de derechas/centro no se enteren de esto (son pocos los que tiene lecturas y suelen aportar por la gestión, sin meterse en charcos), sino que los CEO de grandes multinacionales y bancos han caído en la trampa de lo “políticamente correcto”. En el libro, Girauta refuta con datos esas causas identitarias, pero lo esencial es lo que concluye: no podemos eludir la guerra cultural, pues ya está lanzada como una agresión a los valores liberales y ahora se trata de luchar, no para sustituir la hegemonía de la izquierda, por la de la derecha, sino por los principios de la Democracia Liberal y la Ilustración. Toda idea se puede discutir y debatir, porque: soy demócrata no sólo para poder expresarme libremente, sino para defender que también lo haga el que opine en contra de mí. Ya volveré sobre estas ideas, por lo pronto les recomiendo el último libro de Juan Carlos Girauta que ya he comprado como regalo para un joven airado: mi hijo.
Gracias a José María Rojas por la reseña de SOMA
Enhorabuena a D. Jose María Rojas por su vuelta al Magazin, lo echábamos de menos desde sus articulos durante la pandemia sobre ciencia y cultura, gran aportación a MM de uno de los mejores intelectuales majariegos.
Grande Rojas¡¡