«Francisco Correa sigue siendo ‘Don Vito’: Las sesiones del juicio por la primera etapa de la trama Gürtel han mostrado al presunto cabecilla como una persona con mucha influencia sobre buena parte de los otros procesados. Da instrucciones, regaña e, incluso, hace que le suban la ‘Coca-Cola'». El periodista Oscar López Fonseca de Voz Pópuli ha escrito un reportaje en el que desvela que «el caso más llamativo de ‘subordinación’ a Correa durante el juicio es el de Guillermo Ortega, el siempre sonriente y orondo exalcalde de Majadahonda, quien se sienta detrás de él en el banquillo. No es extraño ver en los recesos cómo ‘Don Vito’ le da alguna moneda para que baje a la máquina de bebidas que hay en el sótano del edificio y le suba los botes de ‘Coca-Cola’ que consume uno tras otros. Parece que no le gusta hacer cola frente al dispensador de café, botellines de agua y refrescos y mezclarse en dicha tarea con abogados, otros procesados y periodistas. Ortega, servicial, hace de recadero para el ‘jefe’. Al fin y al cabo, también es el padrino de su hijo». «Con los periodistas es más distante. Sólo admite que se le acerquen algunos en esos momentos de descanso. Con el resto marca las distancias. Unas veces, con frases cortantes. Otras, simplemente con la mirada. Incluso, con la indiferencia de dar la espalda. Con los otros procesados, también marca diferencias. Habla con casi todos, menos con Luis Bárcenas, convertido en su gran enemigo mediático y judicial. Tampoco lo hace con José Luis Peñas, el exconcejal que destapó la trama y le ha llevado hasta el banquillo. Aunque con éste a veces tiene gestos, aunque sean siempre teñidos de cierta prepotencia. Se le ha oído dirigirse a él como «Peñitas» con tono displicente. Y eso que cuando declaró intentó dar la imagen de que no le guardaba rencor. «Podría decir aquí, después del daño sufrido, que [ese dinero] era para Pepe Peñas, pero no es así…», dijo. Eso sí, el coche con el que va a diario a la sede de la Audiencia Nacional donde se celebra la vista, a una veintena de kilómetros de Madrid, es el célebre Mini que puso al nombre del delator, el cual sigue sufriendo la recepción continúa de multas por mal aparcamiento, exceso de velocidad y saltarse semáforos. Es también el mismo vehículo con el que ya se le ha visto hacer un par de ‘pirulas’ los días del juicio para dar esquinazo a los periodistas», concluye.
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