Agustina Barquilla con su hija Ana María

JULIA BACHILLER. La vecina Agustina Barquilla falleció en su domicilio de Majadahonda a los 97 años de edad este martes 1 de marzo (2022) y su cuerpo será velado en el tanatorio de la localidad hasta que a las 16:00 horas de este miércoles reciba sepultura en el cementerio municipal. Trasladamos nuestro más sentido pésame a sus hijos, nietos, bisnietos y familia política que desde el martes lloran tan lamentable pérdida. Agustina forma parte de esos vecinos anónimos de Majadahonda que emigraron desde su ciudad natal en busca de una mejor calidad de vida para su familia y llegaron a este municipio. Y han visto y vivido como un pequeño pueblo cercano a la capital se transformaba en ciudad con el paso del tiempo, motivo por el cual se merece un pequeño recuerdo en unas breves líneas. Han transcurrido más de 40 años desde que Agustina junto a su marido Emiliano, ya fallecido, se trasladaron a Majadahonda desde tierras extremeñas con sus hijos, concretamente desde una pequeña localidad de Cáceres a la cual siempre que se referían a ella se le iluminaba el rostro. Era maravilloso escucharla cuando te hablaba de su pueblo natal, el duro trabajo del campo y la precariedad que se vivía tras la guerra. Todo ello lo transformaba en preciosas historias de como desde bien temprano comenzaba con sus labores, ayudando en la casa para más tarde llevar la comida a su padre y sus trabajadores, que según puedo recordar, tenía una carbonería, duro oficio ya olvidado, y al cual también ayudaba. Eran otros tiempos en los que se trabajaba del día a la noche.


Julia Bachiller

Julia Bachiller

Con estudios limitados, tan solo podría decirse que sabía leer y escribir. Fue su empeño y su interés lo que le hacía disfrutar leyendo todo aquello que caía en sus manos, y una de las cosas que con más orgullo guardaba era un cuaderno donde escribía sus poesías, las cuales había memorizado, todas llenas de entrañables recuerdos del campo, su vida y su familia. El cariño a sus familiares lo mostraba en numerosas fotografías que disfrutaba enseñándote y que tenía perfectamente enmarcadas cubriendo una de las paredes de su casa. Durante el velatorio fue inevitable recordar la ternura que le transmitían los niños, a los cuales adoraba, así como su devoción al Santísimo Cristo de los Remedios de Majadahonda y a la Virgen del Rosario, hermandades a las que pertenecía, y junto a los que partirá en su despedida. Descanse en paz.

Majadahonda Magazin