EMILIO PACHECO. (5 de noviembre de 2024). *Escritor, dramaturgo y ex funcionario del Ayuntamiento de Majadahonda (bio-bibliografía pinchando aquí). En cierta ocasión, de las muchas en que Tomás Descalzo Aparicio (uno de los personajes más significativos de Majadahonda) y yo conversamos –él era muy amable y coloquial– me contó ciertas anécdotas ocurridas en el antiguo local de baile de “La Flor del Día”, que así se denominaba la sociedad creada al efecto. Me regaló incluso su reglamento, editado en un pequeño libreto de 12 páginas, compendio de 33 artículos, escrito a máquina, cuyo autor fue el propio Tomás. La aprobación de dicho reglamento en Junta General de socios está datada el 6 de diciembre de 1949, siendo presidente Pedro Reoyo y secretario Tomás Descalzo. A la manera de los antiguos casinos recreativos, abiertos solo a socios de la burguesía y las clases altas, se fraguó esta curiosa sociedad que no se calificó como club por sus promotores, ni siquiera como centro cultural o de tertulia, sino específicamente como salón de baile. Tal era el carácter lúdico de la sociedad titular finalizando la década de los cuarenta, ya transcurridos 10 años de régimen franquista. No obstante, alcanzó enorme popularidad por sus características de sociabilidad y recreo pues además disponían de ambigú para servicio de bebida y aperitivos, que salía a subasta anualmente. No puede negarse que el baile, de frecuencia dominical, contribuía de manera cierta a la comunicación y unión de los socios. Estaba destinado también el local a la celebración de veladas artísticas, no en domingos ni festivos en que había baile, organizadas por cualquier socio o extraño mediante alquiler, debiendo abonar los asistentes, como en todos los casos, la entrada reglamentaria.
DICHA SOCIEDAD DE «LA FLOR DEL DÍA» ESTABA COMPUESTA POR DOS CLASES DE SOCIOS: PROPIETARIOS Y TEMPOREROS. Perteneciendo a los primeros aquellos que abonaban la cuota de entrada, además de la mensual, y los segundos la cuota mensual. La Junta Directiva, formada por presidente, vicepresidente, tesorero, secretario y dos vocales, se encargaba de la administración de la sociedad. Se reunían una vez al mes para tratar los asuntos ordinarios y sobrevenidos e inherentes a sus objetivos. Disponía dicha sociedad de tres empleados, a saber: pianista, bastonero y cobrador. El pianista no tocaba el piano, que no lo había, tenía a su cargo los útiles para el baile, o sea, organillo, radiogramola, discos, barría y regaba el local y avisaba a los danzantes una pieza antes de acabar la sesión de baile. El bastonero organizaba el baile y cuidaba de establecer el orden para que no se molestaran unos a otros y no llevaran cigarros encendidos. Caso de no obedecer al bastonero en sus indicaciones –constituido en autoridad del baile–, estaba facultado para ejercer la violencia a golpes de bastón en caso necesario. El cobrador se ocupaba de cobrar la entrada, prohibiéndola al que no ostentara la condición de socio y ayudar en su cometido al bastonero. Todo socio tenía derecho a organizar baile el día de su boda abonando exclusivamente el jornal del pianista si era necesario su concurso. Cualquier socio y su familia (padres, hijos menores de 14 años y hermanas solteras) tenían derecho a la libre entrada al salón.
AL PRESIDENTE FUNDADOR LE SUCEDIÓ EN EL CARGO ÁNGEL BUSTILLO UGENA. ES DE DESTACAR LA VALIENTE INICIATIVA DE ESTA SOCIEDAD DE BAILE «LA FLOR DEL DÍA» en una época en que los locales destinados a bailes públicos eran mirados con lupa por las autoridades civiles y eclesiásticas, quienes solo concedían permisos para estos menesteres a personas de moralidad intachable. «¿El baile «agarrao» es pecado, padre?», preguntaban las mozas más recatadas en confesión, a lo que los curas rurales, enfrascados en una operación de limpieza contra los pecados –tipificados en el sexto mandamiento de la ley de Dios– contestaban con desparpajo: “Sí, hija mía, es pecado mortal, pues el carácter exótico e indecoroso del roce con la pareja deviene en el acto impuro por antonomasia y os convierte en casquivanas”. ¡Ea, casi na! Y es que la vigilancia de las autoridades y de los vecinos colaboracionistas o “fuerzas vivas” en cuestiones de moralidad se llevaba a cabo de forma impenitente y exageradamente cansina y estomagante. Un ejemplo de este comportamiento inquisidor viene a mi memoria con un caso concreto ocurrido en La Mancha en 1949, en que una “madre afligida” remitió una misiva al Gobernador Civil en nombre «de unas pobres perjudicadas”. En dicha carta denunciaba que en cierto casino-bar “todos los años por Los Santos, los maridos acostumbran a jugarse el dinero de la cosecha, quitándole el pan a nuestros hijos”. Tal era el comportamiento y la implicación social en aras de enderezar las conductas ciertamente reprobables.
ESTA VIGILANCIA Y ADOCTRINAMIENTO DESDE LOS PÚLPITOS HIZO –TAMBIÉN EN EL ÁMBITO RURAL– QUE LOS HOMBRES Y MUJERES DEL CAMPO PUSIERAN EN MARCHA CIERTAS ARGUCIAS para escapar a tan estrecho control, buscando ciertos lugares como casas particulares, cortijos, etc, donde bailar con cierta relajación moral. Los bailes familiares celebrados en domicilio particular estaban permitidos siempre que no se cobrara entrada y los asistentes no superaran la cifra de 20. Sin embargo, las jotas, seguidillas y sevillanas, por su pertenencia al folklore, eran alabadas e impulsadas por el Régimen, puesto que no había lugar a roce entre las parejas. Podríamos decir que los bailes o danzas eran patrimonio de la Sección Femenina con sus Coros y Danzas creados en 1939 que admirábamos en el noticiario NO-DO, pues se emitía obligatoriamente en todos los cines españoles desde 1943. El antiguo edificio de «La Flor del Día» fue demolido para posibilitar la construcción del actual Club de la Tercera Edad. Fue, sin duda, un proyecto loable, significativo y tremendamente popular en la Majadahonda del franquismo la creación de esta sociedad de baile, por cuyo salón cultural pasaron –los domingos y fiestas de guardar– prácticamente todos los majariegos. Su recuerdo aún permanece gracias a esos hombres y mujeres que vivieron con ilusión tan feliz iniciativa en la España de aquellos difíciles años.
Muy buen relato.
Es una buena radiografía del ambiente social de esa época en Majadahonda, y un fiel reflejo de la situación del momento.
Gracias, Emilio, por traernos a la retina y a la memoria estos flaxes de Majadahonda.
Muchas gracias, Ángel León, «Majadahonda en el recuerdo» es mi objetivo en estas colaboraciones. Un abrazo.
Magnifico artículo el de Emilio Pacheco, que como escritor y dramaturgo maneja la pluma como nadie, una delicia leerle.
Muchas gracias, Marian. Tus palabras me animan sobremanera.
Saludos.
Por si no lo sabíais el vals es el baile de salón más antiguo de la actualidad. Los primeros valses se bailaron en lo que hoy son Alemania y Austria en el siglo XIII. El estilo fue adoptado inmediatamente por otras naciones, cada una de las cuales creó su propia forma y estilo de baile.
En mi país el Ecuador, el baile tradicional es la marimba de la verde Provincia de Esmeraldas.