CRESCENCIO BUSTILLO. No habíamos hecho nada más que abandonar el Ayuntamiento de Majadahonda y reemprender la “ronda”, cuando sentimos un disparo, que retumbó como un cañonazo, seguido de voces, gritos alaridos de dolor, y una carrera desenfrenada de otra de nuestras patrullas, procedente de la calle contigua a la que estábamos. Esta patrulla nos alcanzó en medio de una tensión nerviosa, que apenas nos pudieron hablar y transmitir lo que había sucedido. La patrulla esta se componía de un tal Frutos que la comandaba, buen elemento, de ideas sanas y liberales; un tal Pilar, joven impetuoso de ideas radicales, y el Antonio de los Esteban, primo como ya sabemos de mi mujer María. Al juntarse estos dos últimos con nosotros, en medio de su nerviosismo, -sobre todo el Antonio lo acusaba más- dijeron que había un falangista muerto debido al disparo que se había producido entre ellos. No dijeron quien lo había matado, ni nosotros les preguntamos tampoco, pero por la forma de proceder y adivinando al resto, comprendí que el autor de la muerte había sido el Antonio.
El muerto era el hijo del terrateniente mayor del pueblo, un muchacho fanfarrón y creído de sí mismo. Se llamaba Santiago Millán Labrandero («Santi») y era uno de los jóvenes falangistas más destacados en el pueblo, que según dijeron después, encontró la muerte por su propia arrogancia. Había heredado la “mala leche” de su abuelo, el famoso “Tío Fraile”, por lo que en el plano popular gozaba de pocas simpatías en el pueblo. A partir de la muerte aquella noche del falangista, entre gritos, voces, insultos y disparos, el pueblo se convirtió en una guerra interna, por lo que se hizo sumamente peligroso andar por las calles centrales donde vivían la mayoría de los caciques, so pena de exponerse a recibir un tiro sin saber de donde te podían disparar. Así, entre disparos y más disparos, unas veces con más frecuencia que otras, se fue pasando la noche en medio de la mayor zozobra.
Las partes exteriores del pueblo las controlábamos nosotros y podíamos movernos libremente por ellas, pero el centro era un continuo fogueo, sin saber quién finalmente vencería. Afortunadamente no hubo más víctimas, pues el principal cacique, Ángel Millán («Blusón»), tío del muerto, y su hijo Julián («Patata»), otro destacado falangista, se encerraron en su casa, que era el principal comercio del pueblo, y desde los balcones de la misma, convertidos en fortaleza, estuvieron tiroteando toda la noche a todo lo que se movía en el radio de acción que les alcanzaba la vista, bien provistos de un arsenal de armas y municiones.
Según las referencias que yo pude obtener, el falangista muerto se hallaba en la puerta de su casa, sentado en una piedra que servía de banco a la entrada de la misma. Cuando iba a pasar la patrulla se levantó en actitud provocativa, estos le conminaron a que se metiera en su casa, y se fuera a descansar, tal y como se había dado la consigna de despejar las calles del pueblo para evitar incidencias. No sé las palabras que se cruzarían, cargadas más o menos de intención. El caso es que el muerto dijo que a él no le mandaba nadie, pronunciando además alguna palabra despectiva al insistir para que obedeciera. Este se subió al escalón de la puerta empuñando el picaporte con la mano izquierda y entreabriendo la misma, mientras que con la mano derecha, empuñaba una pistola con el firme propósito de hacer fuego y meterse refugiado en su casa. No le dio tiempo a consumar sus propósitos, un escopetazo certero del Antonio se lo impidió, llenándole el cuerpo de postas, cayendo a la puerta de su casa y empuñando el arma que no le había dado tiempo a disparar por escasos segundos de diferencia.
Esta es la principal y verdadera historia de la noche trágica del 18 de julio (1936) en el pueblo. Durante el resto de la noche anduvimos deambulando, pero a medida que se acercaba la mañana, por donde se paraba uno la conversación giraba sobre lo mismo, señalándose un terror rayano en el pánico, pues la gente no acababa de de digerir el momento histórico que estábamos viviendo, sino que pensaba que habría repercusiones más que profundas, al haber matado al más rico del pueblo, pues dada la fuerza que siempre habían tenido, no se iban a conformar con estar de brazos cruzados. Próximo capítulo: Al encuentro del alcalde de Majadahonda, Candelas Gregorio Millán.
[FELIÚ GÓMEZ, PILAR. «Natural de Majadahonda. Detenido por los franquistas, fue condenado a la pena capital en consejo de guerra, acusado de participar en la muerte de Santiago Millán Labrandero. Fusilado el 16 de octubre de 1942, junto a 5 personas más, en las tapias del cementerio del Este, en Madrid. Fuentes: Archivo General e Histórico de la Defensa (AGHD), Tribunal Militar Territorial Primero, fondo Madrid, sumario 61.841; Archivo Histórico del PCE (AHPCE), Represión política, caja 44, carpeta 41/2; García Muñoz, Manuel: Los fusilamientos de La Almudena. Madrid, La Esfera de los Libros, S.L., 2012, pág. 281; Núñez Díaz-Balart, Mirta y Rojas Friend, Antonio: Consejo de guerra. Los fusilamientos en el Madrid de la posguerra (1939-1945). Madrid, Compañía Literaria, 1997, pág.156», según la web La Historia en la Memoria. PULGAR MARTÍNEZ, FRUTOS fue también fusilado el 19 de julio de 1940 en el Cementerio del Este de Madrid].
Una vez mas os superais Magazino, contando una historia sesgada, acusando a una persona de arrogante por tener dinero y que no tenía convicciones políticas y que lo único malo que estaba haciendo era estar en la puerta de su casa y aún así lo mataron sembrando el mayor odio en este pueblo de toda su historia. Ojalá la familia lea esto y os hagan retirarlo previo pago de una sanción, y al Dario este que se vaya a los infiernos por embustero y mala persona
Principal y verdadera historia, vaya tela, que barato sale difamar. Lo mataron porque les dio la gana como les gusta hacer ahora a sus nietos en cuanto tienen ocasión, soys iguales de falsos, cobardes y mentirosos, no me extraña que perdierais la guerra, algo que nunca superareis
Me parece muy interesante y correcta la publicación, es la versión de un testigo de aquel día que pertenecía al bando de los que lo asesinaron. Me parece un documento histórico muy importante y al amigo anonimo que no se atreve a dar la cara para defender su postura que, insultos aparte, es legitima y consecuente, decirle que la censura previa desapareció en 1976, incluso antes con la Ley Fraga. Por muy franquista que sea el anonimo comentarista me temo que un documento histórico no puede ser censurado ni a priori ni a posteriori.
Creo que el tipejo este anónimo que quiere censurar este manuscrito de hace 80 años ni se ha leido el primer capitulo ni el ultimo párrafo, eso pasa por beber por la mañana otras cosas que no sean café con leche o cola cao.
@Jesus Prieto, parece que los hechos son de hace 84 años, pero el documento «histórico» es, a lo sumo, de 1972 o posterior. Es decir, treinta y tantos años posterior. Cito el artículo en el MJDM dice que así lo dijo su hijo Darío.
¿En lugar de insultar podrías dar tu versión? Si sabes escribir y documentar, claro. Si no, deja esta tarea a los historiadores.
@Horacio, ¿te unes a mí para pedir que los «historiadores» y «periodistas» de MJDM muestren en un lugar bien visible la fecha de publicación del artículo, y no solamente la de los comentarios de sus lectores? La única fecha que se ve es la del día en que se está leyendo la página, y para eso ya tenemos nuestros relojes.
No son 80 años, han pasado 84 años, todo está más que prescrito.
@Koala, debería ser así, pero hay gente sin memoria a corto plazo que se empeña en revolver lo que a nuestros abuelos y nuestros padres les costó mucho esfuerzo superar.
Interesantísimo, a ver lo que dice mañana el que era alcalde Candelas, que por cierto, era del PSOE y tambien lo mataron.
Pues segun este testimonio, el autor material se libró, a los dos cómplices sí los fusilaron. ¿Sabeis que pasó con el tal Antonio de los Esteban, primo de María?
MJM se suma a este afán de intentar reescribir la historia, ni la persona asesinada era falangista ni mucho menos era el más rico del pueblo, menos mal que los que somos oriundos sabemos realmente lo que ocurrió, una historia más de envidias y revanchismo que terminó de la peor manera posible, es probable que los descendientes de los asesinos nos intenten ahora contar otra historia que nada tiene que ver con lo que realmente pasó, haya ellos sí así se sienten mejor con algo que muchos sabemos que no fue así…
Al Antonio aún le están buscando los Nazis. Vivió en el exilio en Francia, saludable y feliz. cambiando su identidad. Al Alcalde Candelas, lo fusilaron, por el único delito de ser Alcalde. Los que huyeron a Francia como el «Perico» padre de la recién fallecida del kiosco de periódicos de la Gran Vía y, José Labrandero (hermano de Pedro Labrandero «frutas Labrandero») pudieron salvar sus vidas, al resto de majariegos creyendose las falacias de Franco, los fusilaron por sus ideas.Todo esto lo sabemos los majariegos.
Pero no hay rencor ni revanchismo por mucho que lo digan, la historia, historia es.
Que al resto los mataron?, como es posible que mi abuelo vivió en Majadahonda hasta que falleció en los 80 teniendo ideas más de izquierdas que el propio Stalin, en Majadahonda por suerte se pudo convivir con ideas contrarias, los que no supieron convivir fueron los que ese día aprovecharon el desconcierto para asesinar a sangre fría a esta persona que por tener dinero decidieron que había que matarlo, y sabemos que no fue el único
Vergüenza, tu abuelo era de izquierdas ? y tu ? Salistes desviado ? No se pueden decir más tonterías y bazofia, sin rigor alguno y sin argumentos. El ser arrogante, no significa tener dinero. La arrogancia está al margen del dinero.
Y por eso le tenían que matar?
@Luis A. parece que tu sectarismo te delata. Acaso, ¿los nietos tienen que tener las mismas ideas que los abuelos? ¿No serás tú el «desviado»? Y, si @Vergüenza hubiese sido de izquierdas con un abuelo de derechas, ¿le habrías hecho la ola?
Vergüenza, eso lo has dicho tu, que lo mataron por dinero, debes de comentar con un poco de coherencia.
Te lo digo y te lo repito, lo mataron por envidia porque tenía dinero y tierras, a èl y a muchos como él, en el 36 , antes del 36 y algunos quisieron seguir haciéndolo después pero llegó un gallego del Ferrol y se les acabó el chollo. Y muy orgulloso de mi abuelo que con sus ideas fue respetado al igual que muchos, porque había un bando que no era tan revanchista como nos lo queréis hacer ver…
@Luis A. es el propio Crescencio el que saca a relucir que era el hijo del más rico del pueblo. Además, lo dejó por escrito.