JOSE Mª BABOT VIZCAÍNO. Ahora que las cosas se están poniendo en España bastante feas para el rey emérito, es momento de recordar como van ocurriendo hechos, poco a poco, no de golpe, pero que si recordamos lo del año 36, que fue una lucha cruel fratricida y que no deseamos que vuelva a ocurrir, tenemos que estar muy a la guay y cortar por lo sano los principios de esta nueva ola. Se empezó con lo que le dieron por llamar la Ley de Memoria Histórica ¿o histérica? ya que les trae por la calle de la amargura este punto, puesto que lo que quieren es procurar un olvido total y absoluto del tiempo del franquismo, cosa que será más que imposible porque es una parte de la Historia de España, y entre esa parte de Historia está que, en aquellos tiempos, España logró una de las cotas más altas del mundo.
Como ejemplo somero, no se emigraba como ahora para quedarse fuera. Se emigraba para volver e impulsar la vida en España. Nuestra nación llegó a ser la octava o novena potencia industrial del mundo; la población carcelaria en 1975 era de menos de 8.000 personas, de los cuales los que llamaban «políticos» no llegaban al 10%. En el año 2010, alcanzó la nada despreciable cifra de 90.000 presos, y subiendo. No había declaración del IRPF (se puso este impuesto en 1978), ni del IVA, etc. Ya daré otros datos en otros artículos que se me publiquen en el Majadahonda Magazin, si es que tengo esa suerte. Pero lo de la República que se está intentando montar aquí, es otra cosa. Cuando se declaró la II República, lo principal fue sujetar en las cárceles y checas a los contrarios a ella. Montaron esos cuartos destinados a menospreciar, vejar y matar a determinadas personas. Aquellos asesinatos los cometían los socialistas de entonces y otros republicanos. En aquella época había 349 checas de las cuales, 49 eran socialistas.
Para forzar a las personas a que aceptaran este sistema, Negrín, socialista y presidente del Gobierno, usaba tres métodos que eran, primero, enfervorizar, luego, convencer. Y si estos dos recursos fallaban o no daban el resultado apetecible, implantaban el tercer punto: aterrorizar. De ahí nacieron las checas, para aterrorizar y depurar a los que no eran de los suyos. Las checas eran cárceles privadas en donde se torturaba y se asesinaba. Según se van desarrollando ahora las cosas aquí en España (y Majadahonda no será una excepción) la cosa está bastante negra. No tardará mucho en aparecer el antes llamado Frente Popular aunque ahora se llame de otra forma. Pero existir, existe. Y poco a poco, va sacando la patita y ya se hace notar en algunos hechos.
No podemos olvidar aquellas checas eran controladas por los partidos políticos y organizaciones de izquierda. Solo en Madrid, había 225, y otros 50 sitios para detenidos, 23 prisiones oficiales y supuestamente 25 lugares de ejecución. Se llenaban según los archivos religiosos, en donde estaban los datos de las personas afines a la religión católica, por supuesto. Los centros callejeros en donde se asesinaban a las personas eran la Ciudad Universitaria, la Casa de Campo, la carretera del Pardo y Puerta de Hierro. Los asesinados eran tirados, ora en las cunetas, ora abandonados en las tapias de un cementerio. Los socialistas, mayormente, asesinaban en la Pradera de San Isidro, y la Agrupación Socialista Madrileña, que tenía su checa en la calle Fuencarral 103, enterró a sus víctimas en una gran fosa, en Boadilla. Y no hablo de Paracuellos porque ya está más que hablado, aunque es un tema que no tiene fin. Puede que en algún otro momento tenga que contar algo más que se me quedó en el tintero.
La señora Rosa Díez, una gran política y muy veraz, de corte socialista blanca, no roja, muy seria y con una cabeza más que muy bien amueblada, dejó entre otra cosas estas perlas: «Si un gobernante desprecia la igualdad de los ciudadanos de su país y privilegia a quienes quieren destruir esa igualdad constitucional, no es vago, es malo. Si un gobernante mantiene los acuerdos de gobierno con grupos y personas que quieren destruir las libertades y la convivencia entre españoles, no es vago, es malo. Si un gobernante mantiene los acuerdos de gobierno con un partido imputado por corrupción, no es vago, es malo. Si un gobernante persigue, por acción u omisión, las voces libres de la prensa, y/o de la sociedad civil, no es vago, es malo». Y más perlas que esta buena señora dijo. Están escritas para la posteridad y, en otros momento, puede que copie aquí.