Escultura «Los Abuelos» de Leonor Ribed (1999) en la Gran Vía de Majadahonda

JOSE Mª BABOT VIZCAÍNO. A ver si esta carta, ahora que se acercan las elecciones generales, mueve un poco la razón de alguien y se logra lo que solicito antes de que se aprueben, si es que no se han aprobado ya, los presupuestos del año próximo 2020. Pero aún así y todo, siempre cabe incluir una partidita, para mejora de vida de los jubilados. Llevo varias cartas solicitando para éstos una ayuda en la adquisición de la tarjeta de transporte, como otrora tenían, y que el anterior alcalde, innombrable para mí, lo quitó de un manotazo, sin explicación alguna, que es lo que suelen hacer nuestros administradores, todos, sin excepción alguna. Y nuestro alcalde Álvarez no iba a ser menos, claro.


Babot Vizcaíno

Por lo que se está viendo y comprobando, este actual alcalde, al que se le dio la confianza para ser el máximo dignatario de Majadahonda, y, que una vez logrado ese empeño, se ha olvidado de este grupo, sigue manteniendo, supuestamente, lo hecho por el anterior alcalde y la negativa a la ayuda que antes tenían y que, a todas luces, debería ser en propiedad. Pero no, a este alcalde le estomaga, le molesta, le incomoda este grupo de la población, que no las pasa económicamente muy bien, excepto los jubilados con clase, como los ingenieros de caminos, por ejemplo, que pueden vivir sin esta ayuda que solicito en nombre de todos los pensionistas. Pensionistas que, como cantaba Cafrune, dicen: «no sabe este señor que por su peón tiene estancia«.


Escultura «Majariego» de S. Peña en El Carralero

Mirando las casualidades, tenemos en la Gran Vía de Majadahonda una estatua, preciosa por supuesto, que representa un abuelo, una abuela y una criatura. Todos excelentemente trajeados y rebosando tranquilidad y bienestar. Cosa que cualquier foráneo que la vea ha de pensar que en esta ciudad atan los perros con longaniza, cuando es lo contrario, por lo menos, en este grupo. Esta estatua no dice la verdad. Nunca la ha dicho. El jubilado de Majadahonda vive, en general, precariamente. No puede disfrutar de las ventajas que otros disfrutan, como los nombrados antes «con clase», lo que hace que su vestimenta sea la del ovejero del Carralero y no la de la estatua de la Gran Vía. Sólo hay que pasear en verano por la Gran Vía y ver a los jubilados en camisa, con una gorra y alpargatas o bambas, pero sin la dignidad que merecen, aunque la tienen y mucha. Pasean con esa seguridad que da la edad, pero su cara refleja esa tristeza de la falta de «algo» que quiere aparentar ese conjunto de los abuelos con la niña. Estatua engañosa, a todas luces.

Pero volviendo a la realidad: insisto en solicitar al Sr. alcalde de Majadahonda, con sumisión y sinceridad, ese descuento que, graciosamente, y en su día, alguien de entonces concedió a los jubilados. O por lo menos que conteste a estas peticiones (no es difícil decir un sí o un no) para una mejora de este grupo, al que según parece, todo el mundo político le da de lado, y no se sabe el por qué. Es obvio, según lo que se ve en todas partes, que les molesta. La prueba está en las cantidades paupérrimas de las pensiones es cómo se han desplazado desde el norte y sur de España a Madrid para reclamar una pensión algo más justa que la que tienen ahora, que se han limitado a equipararlas al mínimo con el IPC, cosa que es ridícula, ya que con la subida de ese % del IPC se llega a lo mismo que llegan hoy, por ser una nimiedad. Tan nimiedad que no da para nada de nada, solo a seguir igual. Es necesario ir solicitando mejoras en cosas parecidas al del abono transporte para que entre unos cuantos «pocos» se pueda hacer un «algo». Sr. alcalde Álvarez, por anticipado le doy las gracias en nombre de este grupo y si para lograr este descuento, o como quieran denominarlo, me he postrar ante Vd. con mucho gusto lo hago. Atentamente.

Majadahonda Magazin