DAVID BALLESTER. Se cumplen ahora veinte años del último partido que jugamos contra el Lugo, al que nos volvemos a enfrentar este lunes a las 20 horas en el Wanda Metropolitano. Entonces fue Segunda B y ahora es en Segunda A. Y vuelven los siempre agradables recuerdos de mi etapa de jugador y capitán rayista, esta vez de la primera temporada de nuestro Rayo en Segunda B. Y son agradables en primer lugar porque éramos un equipo de jóvenes y veteranos que cumplimos el sueño que parecía imposible de ascender y jugar con nuestro Rayo en la Segunda B.


Muchos de aquellos jóvenes jugadores seguimos manteniendo contacto y amistad. Cerdán, Olaf, Campos, Villalobos, Peña, Javi González, Arroyo, Santiago Lozano (preparador físico) formamos parte de aquel equipo de la temporada 1997-1998, que vivimos la inigualable experiencia de jugar por primera vez en la historia con el Rayo en Segunda B. Cada uno ha seguido su camino personal y profesional en la vida, pero desde hace años tenemos un grupo de WhatsApp que nos mantiene en permanente contacto. Eso es lo mejor del fútbol. Las personas que quedan, como ahora, veinte años después.

Y con el mismo artífice del éxito en el banquillo: Antonio Iriondo. Y con sus mismas ideas. La zona, la ocupación de espacios, los dos contra uno en todas las zonas del campo, la proximidad de los compañeros para poder apoyarse y jugar (él lo llama buscar amigos), la economía de esfuerzos (a veces nos preguntaba si habíamos visto sudar a algún balón, por eso intentábamos que fuera el esférico el que más corriera) y siempre con apoyos y siempre cerca y siempre con líneas de pase. En definitiva, una gozada para el jugador.

Eso que parece fácil ahora y que algunos comparan con el dream team de Cruyff, el Barça de Guardiola o con el tiki taka de nuestra gloriosa Roja del 2008-2012, ya lo hacía Iriondo antes en el Rayo Majadahonda. Entonces, la temporada en Segunda B resultó complicada. Jugábamos muy bien pero aquel año perdimos puntos inmerecidamente en muchos sitios y nos colocó en puestos de descenso. Y como siempre sucede en el fútbol, eso llevó a la destitución de Antonio Iriondo, artífice de aquel y de estos ascensos, y se produjo un cambio radical en la dirección del equipo. Las cosas, con el cambio, no mejoraron y finalmente no pudimos mantener la categoría. De aquel partido contra el Lugo, jugado el 28/01/1998 en la jornada 22, me recuerdan las estadísticas que marqué en el minuto 5 y que finalmente nos impusimos 4-1.

Este lunes, veinte años después, un nuevo Rayo Majadahonda – Lugo nos espera. Esta vez en Segunda A. Disfrutemos de lo que nuestro Rayo ha conseguido. La Segunda A es un enorme premio para todos los que somos rayistas. Si nos mantenemos será estupendo. Y si no, volveremos al sitio de dónde vinimos. Nada grave en cualquier caso. Eso sí, esta temporada en Segunda A de nuestro Rayo ya no nos la quita nadie. Y es que, como dice el tango, veinte años no son nada. Siempre Rayo.

Majadahonda Magazin