
El programa «Callejeando» de Telemadrid da visibilidad a algunas de las calles más desconocidas de la ciudad que cuentan con gran historia para conocerlas de cerca. Y quiso contar con Vicente Araguas para poder enseñar la parte más histórica de la Gran Vía de Majadahonda, que es la protagonista de su reportaje. La historia de la principal arteria del pueblo y su evolución a lo largo del tiempo se grabó el martes 21 de octubre por el redactor Pedro Villarejo. Y anotaron el nombre del dramaturgo Emilio Pacheco para otra grabación
VICENTE ARAGUAS. (Majadahonda, 26 de octubre de 2025). Oficios Temporales. Tiempos aquellos en los que las castañeras, su venida otoñal, provocaba artículos de prensa, a tanto la línea, cuando una anécdota nueva (y seguramente apócrifa) del rey de ellas, Don Ramón Marìa del Valle-Inclán, valía un duro. Tiempos lejanísimos en los que en Madrid había cuarenta o cincuenta diarios, bien que muchos de ellos procedentes del “fondo de los réptiles” a los que alude Max Estrella en esa obra clave de la dramaturgia española llamada “Luces de Bohemia”, naturalmente. Hoy apenas quedan diarios, en papel, digo. Como quioscos en Majadahonda, tan solo el de “Manuel”, regentado por el nieto de este, Sergio, librero de lance, además, no al modo de Zaratustra (vid. de nuevo “Luces de Bohemia”), sino a la manera posmoderna, con ese ayudante, Luna, definitivamente valleinclanesco. Y la cosa es que, al modo de aquellos ingleses que escribían en “The Times” una carta apenas habían visto el primer petirrojo primaveral picoteando sobre los restos níveos en Yorkshire (pongamos) quiero reportar la castañera que, inaugurando el otoño, vi días pasados en nuestra Plaza de Colón. Donde el ámbito humano que es hoy la Gran Vía Majariega se amplía formando justamente eso; marea llena de humanidad.
Y ASÍ DEFINÍA EN MI ENTREVISTA ANTE TELEMADRID LO QUE SUPONE PARA MÍ ESTE ESPACIO URBANO TAN CÉNTRICO: humano, muy humano. Y ahora con su castañera y todo. Una señora primero un poco tímida ante mi requerimiento. El de retratarla. “¿Para qué?”, me dice. “Para Majadahonda Magazin”, aclaro. “Bien, entonces”, responde la dama, quien estará, activa, en su sitio majariego, hasta mediados de enero. Un oficio temporero que ahí continúa. Imperturbable, Como aquellos cometidos de estación de mi infancia nedense-ferrolana: turroneros, levantinos, botijeros, extremeños, vendedores de mantecadas y bordados, maragatos, Y échale hilo a la cometa de los afanes mercantiles patrios. La castañera de Colón no sé de dónde viene, un acento neutro me pareció notarle, y una cierta timidez bajo su sombrerete. Iba yo de prisa y no me detuve a comprarle género. Mal de mi parte. Aunque tampoco es que me gusten tanto las castañas (eso sí, en mi huerto de Neda tengo un castaño precioso, plantado en 2011) sino –hablo ahora de mi infancia- para calentarme las manos: ¡ay, aquellos tristes sabañones de los años tiernos! Oficios temporales casi todos desparecidos. Bueno, luego está esa llamada “Feria Medieval” que se repite, con ciertos -pocos- matices a lo largo de la geografía española y que a mí me parece una auténtica carnavalada.

«Me fui a nuestra calle Benavente para ver si nuestra eficaz municipalidad, para lo que quieren, había dispuesto el arreglo del desaguisado de la acera posbombardeo. ¡Mi gozo en un pozo!, Sigue igual que cual la dejé el otro día. Horadada por un lado y hundida por el otro, con los cascotes a la vista para que alguien tropiece en ellos, resbale y a Puerta de Hierro, que para eso está».
POR CITAR DE NUEVO, EN PLAN ANAFÓRICO, A DON RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN, autor de esa genialidad que se llama “Martes de Carnaval” e incluye “Las galas del difunto”, “Los cuernos de Don Friolera” y “La hija del capitán”. Tres esperpentos, género que ideó Valle ante los espejos del ultramarinos aquel del otro Callejón del Gato, el de Madrid. Y a propósito de esperpentos, estafermos, bizarrías o como queramos llamarle me fui a nuestra calle Benavente para ver si nuestra eficaz municipalidad, para lo que quieren, había dispuesto el arreglo del desaguisado de la acera posbombardeo. ¡Mi gozo en un pozo!, Sigue igual que cual la dejé el otro día. Horadada por un lado y hundida por el otro, con los cascotes a la vista para que alguien tropiece en ellos, resbale y a Puerta de Hierro, que para eso está. Para arreglar esguinces y fracturas. Y, sin embargo yo creo que la cosa está en prevenir estos tropezones. Ruego, por lo tanto, a quien deba hacerlo, que ponga manos a la obra. Aun echando mano de algún operario temporero. Que alguno habrá, digo yo, que no todo van a ser castañeras, tan estupendas, trabajadoras y evocadoras de nostalgias en la Plaza de Colón. Si.





Estupenda crónica, Sr. Araguas.
Lo de las losetas levantadas en las aceras no es exclusivo de la calle Benavente, sino que como como Ud. bien sabe, como buen paseante que es, es una constante que se da por todo el pueblo, sean calles céntricas o periféricas . De vez en cuando, sobre este o parecidos temas, yo le mando correos al Ayuntamiento a través del enlace HelpDesk, que está la web municipal, pero hacen poco caso. Habrá que insistir
Gracias, Don Emilio. Es la segunda vez que menciono, como ejemplo de ineficacia, la Calle Benavente. Podría seguir, claro, y lo haré si la municipalidad no rectifica su política desidiosa en parte importante de nuestro callejero. Prosigamos, sí.