“Fuentes relacionadas con el mercado de futbolistas aseguran que estos chicos, que el fiscal Castresana señala como «activos ficticios«, utilizados por Jesús Gil para saldar una deuda con el Atlético de manera fraudulenta, son ejemplos claros de una suerte de tráfico cada vez más común en Europa: «El 90% de los chicos africanos y suramericanos están desesperados por venir a Europa y se convierten en esclavos al ceder sus derechos a empresas o intermediarios, que luego los pueden vender sin apenas retribuirles«. El periodista Diego Torres reveló además, a propósito del “Caso Negritos”, un secreto a voces: “Según el director general del Atlético, Miguel Ángel Gil, su padre, Jesús, pagó 2.700 millones de pesetas (16,2 millones de euros) a una empresa holandesa por los cuatro jugadores”, entre ellos Bernardo Matías Djana, cedido al Rayo Majadahonda por 300 euros al mes: «Mi padre no canceló la deuda que tenía con el Atlético cediéndole los jugadores, sino que lo hizo traspasando la deuda a la empresa holandesa. Gil los compró por 2.700 millones (16,2 millones de €) y los vendió al Atlético por el mismo precio, no hubo beneficio para él”. Y es que los testimonios se agolpan y son incluso muy actuales: en Majadahonda un portavoz de los “okupas” desalojados en las denominadas Casas Rojas, que tanto revuelo mediático armaron, llegó a desvelar en un pleno del Ayuntamiento que un jugador africano de la cantera del At. Madrid vivía en ellas. Estas fueron otras averiguaciones que afloró la investigación del periodista Diego Torres:
“Estoy harto”: El angoleño aterrizó en Madrid, en la Congregación de Padres Mercedarios, que se ocupó de su educación y de tramitar su nacionalidad y su documentación (llegó sin DNI). Había salido de Kwaza, la ciudad a la que emigró con sus padres, antes de que su madre muriera de un derrame cerebral, en plena guerra civil. Ahora roza la saturación, implicado en un proceso judicial: «Estoy harto. Declarar ante un juez es horroroso. No sólo el juez te hace preguntas sino que hay otros cinco, que se sientan detrás y te preguntan por tu vida, siempre intentando sacar el máximo beneficio a su favor. Esto me ha hecho daño moralmente… pero todo pasa. Yo soy un privilegiado. Mañana seré más fuerte como hombre y más futbolista. Cada vez que un aficionado del equipo contrario se cachondee de mí, voy a crecerme para demostrarle lo que valgo. Como hoy, cuando en medio del partido me gritaron: “¡por ése pagaron 350 millones! (1,85 millones de euros)».
“El caso de los cuatro jóvenes jugadores que Jesús Gil entregó al Atlético para saldar en enero de 1998 una deuda de 2.740 millones de pesetas es, sin duda, la acción más llamativa de todas las que el juez Manuel García Castellón atribuye a Gil como delitos en su gestión como presidente del Atlético. Todos estos futbolistas, los cuatro extranjeros, siguen siendo jugadores desconocidos o semidesconocidos (el nigeriano Lawall ha participado con el Atlético B en varios partidos de la Segunda División). Según el auto del juez, Gil cedió los derechos de los jugadores del Atlético a un precio muy superior al de su valor de mercado. Maximiliano de Oliveira Texeira, el brasileño de 16 años que jugó en clubes del Ayuntamiento de Marbella (cuyo alcalde es Gil) representa, según el auto, «el más llamativo de los supuestos». El Atlético, con la aprobación de su director general, Miguel Ángel Gil, pagó 1.100 millones de pesetas más IVA a Promociones Futbolísticas, empresa de Jesús Gil, por los derechos federativos de Oliveira, que a su vez los había adquirido de una empresa holandesa”.

La investigación del «caso Djana» por el periodista Diego Torres en «El País»







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