
«Así que al final nos encontramos, Herr Hitler. No le sorprenderá saber que he estado esperando este momento desde que usted tuvo la osadía de desafiar a toda Europa con sus delirios de grandeza»
MIGUEL SANCHIZ. (24 de agosto de 2025). Encuentros en Majadahonda: Winston Churchill vs. Adolf Hitler. En un espacio etéreo donde la historia aún ardía en las cenizas de Europa tras la Segunda Guerra Mundial, dos sombras emergieron de la bruma. Winston Churchill, con su inseparable habano y su ceño fruncido, observaba con desdén al hombre que sumió al mundo en el caos. Frente a él, Adolf Hitler, con su gesto endurecido y mirada febril, mantenía una rigidez casi marcial. El duelo de palabras estaba por comenzar y cuando termina la cita en la Biblioteca Francisco Umbral de Majadahonda un silencio pesado se extiende entre ambos. Hitler aparta la mirada, incapaz de sostener el juicio final de la historia. Churchill, con paso firme, se aleja en la bruma. En el Más Allá, la sombra de la derrota sigue pesando sobre el Führer, mientras el eco de la libertad resuena en la eternidad.
Churchill: Así que al final nos encontramos, Herr Hitler. No le sorprenderá saber que he estado esperando este momento desde que usted tuvo la osadía de desafiar a toda Europa con sus delirios de grandeza.
Hitler: (Con una leve sonrisa irónica) Delirios, dice usted. Yo forjé un imperio, levanté una nación humillada de sus cenizas y estuve a punto de cambiar el destino del mundo. Su Inglaterra no fue más que un obstáculo, una piedra en mi camino hacia la gloria.
Churchill: ¡Gloria! (Exhala el humo de su cigarro con desdén) No hay gloria en la barbarie, Herr Hitler. Su “imperio” no fue más que una maquinaria de destrucción que sembró el terror y el sufrimiento. Su legado es el de un cobarde que no tuvo el valor de enfrentar la derrota, sino que prefirió esconderse en un búnker como una rata.
Hitler: (Irritado) ¡Falso! Yo fui un hombre de acción, un visionario. Mis enemigos eran demasiados, incluso dentro de mi propio círculo. La traición y la debilidad minaron mi Reich. Pero no podrán negarme el mérito de haber convertido a Alemania en la nación más poderosa de Europa en menos de una década.
Churchill: ¿Mérito? Su «poder» se basó en el odio y la mentira. Prometió grandeza, pero solo entregó ruinas. Alemania no resurgió gracias a usted, sino que fue condenada por su insaciable sed de conquista. Y no hable de traiciones, porque fue usted quien traicionó a su propio pueblo al arrastrarlo al abismo.
Hitler: (Cruza los brazos) Inglaterra no es inocente. Su imperio colonizó el mundo, explotó naciones y sometió pueblos enteros. Y usted, Churchill, no fue más que un defensor de un sistema decadente. No me hable de moral cuando su país masacró y esclavizó a millones durante siglos.
Churchill: (Se acerca, con mirada penetrante) No pretenda equiparar nuestras naciones. Sí, el Imperio Británico tuvo sus sombras, pero jamás se sumió en la monstruosidad que usted representó. No construimos campos de exterminio, no llevamos a cabo un genocidio industrializado. Su régimen será recordado por una sola palabra: infamia.
Hitler: (Frunce el ceño) La historia es escrita por los vencedores. Si mi Reich hubiera triunfado, usted sería visto como un enemigo de la humanidad, un obstáculo en el destino de un nuevo orden mundial.
Churchill: Pero no triunfó. Y eso es lo que lo atormenta, ¿verdad? Que su Tercer Reich, que pretendía durar mil años, no llegó ni a veinte. Que su “invencible” ejército fue humillado en Stalingrado, que su Luftwaffe no pudo doblegar a la RAF, que su plan de someter al mundo terminó en un miserable fracaso.
Hitler: (Golpea la mesa con furia) ¡Fui traicionado! Mi visión era correcta, pero mis generales no tuvieron el valor de seguir mis órdenes sin cuestionarlas. Me rodeé de mediocres que no supieron comprender mi genio estratégico.
Churchill: No, Herr Hitler. Su fracaso no se debió a traiciones, sino a su arrogancia. Subestimó a sus enemigos, creyó que podía doblegar a los rusos en invierno, que podía hacer rendirse a Inglaterra con bombardeos, que podía exterminar a un pueblo entero sin que el mundo reaccionara. Su guerra fue un monumento a la soberbia.
Hitler: Y aun así, mi ideología persiste. La historia muestra que los hombres fuertes siempre resurgen. Si no fui yo, vendrán otros con mi misma visión.
Churchill: (Ajusta su sombrero y le da una última calada a su habano) Sí, vendrán otros. Y serán derrotados, como lo fue usted. Porque la humanidad, por mucho que tenga sus sombras, siempre encuentra la manera de resistir a la tiranía.
Hitler: (Con una mueca de desdén) Su pueblo necesitaba un líder fuerte, no discursos inflamados de un hombre que apenas pudo mantener su imperio. Su victoria no fue más que una cuestión de tiempo y aliados. Sin los rusos y los americanos, Gran Bretaña habría caído bajo mi puño.
Churchill: ¿Eso es lo que se dice en los rincones oscuros de la eternidad? ¡Qué ilusorio! Usted subestimó a todos sus enemigos, incluidos los británicos. La resistencia de mi pueblo fue la prueba de que no cederíamos ante la opresión. Incluso si Londres ardía, incluso si las bombas caían noche tras noche, Inglaterra nunca se rindió. ¿Puede decir lo mismo de su amada Alemania?
Hitler: (Con furia contenida) Alemania fue traicionada, cercada y ahogada por fuerzas que temían su resurgimiento. Pero la idea del Reich sigue viva. Los hombres fuertes siempre volverán.
Churchill: (Sonríe con ironía) Sí, siempre hay necios que creen en la supremacía y la dictadura. Pero la historia los ha condenado una y otra vez. Su legado, Herr Hitler, no es un Reich eterno, sino una advertencia sobre lo que la humanidad jamás debe repetir.
rafcordavil@gmail.com
Magnifico diálogo. Desgraciadamente Mefistófeles sigue vivo. Ayer se llamaba Hitler, hoy se llama Putin, Trump, etc. Alguien dijo:“El infierno está vacío, todos los diablos están en la tierra”
Me ha encantado el bus a bis. A ver si alguien recoge el guante
Excelentes y Bien documentados diálogos, apoyados en el magnífico conocimiento y la erudición de su autor Miguel Sanchíz. Un hombre que vivió muy de cerca muchos de los acontecimientos que jalonan el siglo XX,proyectándose con todo su vigor en el siglo XXI.
Episodios de la Historia, nombres de libros de texto que influyeron en su tiempo y en el nuestro, puntos de la línea que nos ha traído hasta aquí. Creo que están por fin en Paz. Gracias Miguel
Gracias. D.Miguel. Otro diálogo brillante que se me hace corto.
Hitler se ha metamorfoseado en Putin, Maduro, y tantos otros monstruos diabolicos. Yo habria escenificado el dialogo en las Cuevas de Pedro Botero
Magnífico diálogo ilustrado con tu incisiva pluma. Desgraciadamente la historia se repite hoy !!!! Los humanos no aprendemos 🥵
Diálogo interesante para leer y recordar lo aprendido Mucho ingenio Miguel