Diario «Arriba» 1957 con una noticia de Majadahonda (izq)

DARÍO BUSTILLO. Al despuntar el alba de un gélido día del mes de febrero de 1957, el tren avanzaba lentamente hacía la estación de Atocha. Habíamos salido de Barcelona en el expreso y viajado toda la noche en un vagón de tercera, en un compartimento lleno de gente, con unos asientos muy incómodos y con el aire impregnado del hollín de la máquina de vapor. Apenas había podido echar unas cabezadas, apoyando unas veces la testa contra la fría ventanilla, y otras inclinado sobre el regazo de mi madre. Yo tan sólo tenía 6 años y a pesar de las incomodidades, estaba muy emocionado, era mi primer viaje a Madrid, mi primer gran viaje. Íbamos invitados con mi madre a la boda de la “Mari”, la hija del “tío Vicente Polo”, gran amigo y compañero de mi padre, que había sido juez de Majadahonda en la época previa a la guerra civil. La boda se celebró el día 13 de febrero y allí conocí a mi tío “Gumer” y a mi primo “Vicente”, que era algo mayor que yo. Ellos vivían en Madrid, y también habían sido invitados a la boda. Era mi primera boda y me lo pasé muy bien jugando y bailando con mi primo. Al día siguiente 14, día de San Valentín, recuerdo que el “tío Polo” nos llevó a la calle Gaztambide, a coger el coche de línea que nos iba a llevar al pueblo de mi padre, al pueblo de Majadahonda.


Dario Bustillo

Íbamos a conocer a la familia, a mis tíos y a mis primos. Recuerdo una casa muy humilde donde tuvimos que dormir todos los niños juntos en una misma cama con nuestras madres. Recuerdo haber jugado con mi prima “Pili” y otros niños por unos terraplenes por los alrededores de la iglesia de Santa Catalina. Había llovido y estaba todo lleno de barro. Me caí y me llené unos pantalones claros que llevaba de pana. Recuerdo que uno de los niños le preguntó a mi prima: «¿quién es ese niño?». Y ella respondió: «mi primo de Barcelona«. Y el niño replicó: «¡Pues vaya culera que lleva!» Recuerdo esta pequeña anécdota, que a pesar de mi corta edad quedó grabada para siempre en mi mente. Y me gustaría pensar que ese niño del pueblo, si todavía vive y por casualidad llega a leer este relato, quizás él también se acuerde de ello. Debía ser amigo o compañero de juegos de mi prima Pilar Bustillo. En el pueblo tan sólo estuvimos una noche, al día siguiente mis primos nos acompañaron a dar una vuelta por Madrid y estuvimos callejeando por la tiendas y los teatros del centro.


Moneda de 25 pesetas («5 duros») acuñada en 1957: hoy se cotizan a 35 euros

El viaje de vuelta a Barcelona fue mucho más cómodo, o por lo menos eso me pareció a mí. Volvía a casa tras la experiencia vivida y a mí me parecía haber corrido una extraordinaria aventura. Me llevaba de recuerdo un “pin” del Atlético de Madrid que alguien me regaló, que aunque no era de mi equipo, lo conservé durante mucho tiempo en una caja junto a otros objetos de mi niñez. Son recuerdos de mi infancia y yo entonces no lo sabía ni era consciente de ello, pero con el paso de los años me he dado cuenta y he comprendido que aquel 14 de febrero, hace ya más de 61 años, había viajado por primera vez al pueblo de mis antepasados y al encuentro de mis orígenes.

Majadahonda Magazin