Si en un principio fue pueblo de pescadores, y “Ferrol Vello”, –el puerto de Curuxeiras no me dejará mentir–, y después ciudad hecha para la guerra, –bien que las maneras bélicas hoy hayan perdido modos y maneras–, el contenido/ continente de la urbe tienen más de un aquel para justificar la visita. De hecho, raros son los cruceristas que en travesía por el Noroeste de Galicia no recalen en Ferrol.

VICENTE ARAGUAS (11 de agosto de 2025). Ferrol Ilustrado. A ocho quilómetros de Neda, mi partida y llegada, está Ferrol. Esa ciudad que en el Siglo XVIII, Fernando VI y sus ministros ilustrados, pasó de los 5.000 habitantes a los 30.000, a golpe de astilleros para crear una Armada en condiciones. Luego vendrían Trafalgar y el 98, hablando de un país inconstante/ inconsecuente. Pero en el interín, Ferrol fue hacia arriba, ciudad ilustre e ilustrada, cuna de gente tan contradictoria como Pablo Iglesias Pose (el fundador del PSOE, “Casa Labra”, Calle Tetuán, Madrid, 1879), José Canalejas Méndez, liberal, asesinado en la Puerta del Sol en 1912, o los hermanos Franco Bahamonde. Ferrol dispone de una ría, custodiada por dos castillos, San Felipe, La Palma, en este pasó días de no excesiva pena Antonio Tejero Molina, con una bocana bien estrecha, lo que la hacía más estratégica. De hecho, cuando en 1800 la flota inglesa del Almirante Warren, de camino a Egipto, quiso castigar los arsenales, optó por intentar la invasión, sin éxito, a través de los montes que protegen la ría. Ferrol, su casco antiguo, el Barrio de la Magdalena, dispone de un trazado en forma de cuadrilátero, calles rectilíneas entrecruzándose verticales y horizontales en eso que llaman “tableta de chocolate”. Ese trazado es anterior al del “New Town” de Edimburgo, copiado del ferrolano.

«Ermita de Chamorro, adonde subí esta vez para aplicar un velón a la Vírgen de Chamorro»

AL IGUAL QUE JORGE JUAN, NATURAL DE NOVELDA (ALICANTE), INGENIERO IMPULSOR DE NUESTROS ASTILLEROS, hizo de espía en los arsenales británicos antes de proceder a su menester. Que todo es nuevo y nada lo es. O el mar siempre recomenzado, de Paul Valéry. Ese Océano Atlántico que surte a Ferrol de algunas de las playas de mar abierto más espectaculares de España: Doniños, San Xurxo, Covas, Esmelle… Esto entre las que corresponden a nuestro municipio, que más arriba están Meirás, Valdoviño, Pantín hacia un infinito playero impresionante. Pero más que de arenales, playas de arena finísima, algunas con oleaje, Doniños, por ejemplo, tan bien dotadas para la práctica del “surf”, hoy quiero hablar de las características urbanas de Ferrol. Si en un principio fue pueblo de pescadores, y “Ferrol Vello”, el puerto de Curuxeiras no me dejará mentir, y después ciudad hecha para la guerra, bien que las maneras bélicas hoy hayan perdido modos y maneras, el contenido/ continente de la urbe tienen más de un aquel para justificar la visita. De hecho, raros son los cruceristas que en travesía por el Noroeste de Galicia no recalen en Ferrol.

Luego está el Ferrol del Paseo Marítimo surcado por los peregrinos del “Camino Inglés”, que zarpan en Curuxeiras esas seis singladuras hacia la bendición apostólica. Y el sobre-sorpresa, que incluye el templo de San Julián/ Xiao o la vieja cárcel, hoy sede de Afundación/ Abanca, o la Plaza de Amboage, con estatua al marqués benefactor, o la de Las Angustias, con estatua al marino liberal, Victoriano Sánchez Barcaíztegui, obra de Ponciano Ponzano

Y ME LOS ENCUENTRO, JUBILADOS ORONDOS, UN TANTO DESCONCERTADOS EN UNA CIUDAD SOBRE-SORPRESA, como he dado en definirla alguna vez, porque más allá de lo rectilíneo de su trazado que fascinara a Don Miguel de Unamuno, ofrece más allá del murallón, que pronto será vitrina, un paisaje de barcos y grúas, en días de neblina con aires como de Turner. Y que a mí me llevan a los días en que fui marinero de segunda, y despertaba en el Cuartel de Instrucción entre gaviotas y nieblas, y un fondo de mástiles. Luego está el Ferrol del Paseo Marítimo surcado por los peregrinos del “Camino Inglés”, que zarpan en Curuxeiras esas seis singladuras hacia la bendición apostólica. Y el sobre-sorpresa, que incluye el templo de San Julián/ Xiao o la vieja cárcel, hoy sede de Afundación/ Abanca, o la Plaza de Amboage, con estatua al marqués benefactor, o la de Las Angustias, con estatua al marino liberal, Victoriano Sánchez Barcaíztegui, obra de Ponciano Ponzano, aparece sellado en la Ermita de Chamorro, adonde subí esta vez para aplicar un velón a la Vírgen de Chamorro y, de paso, a los lectores, majariegos o no, de Majadahonda Magazin. Lectores, amigos, semejantes, si se me permite glosar a Baudelaire. Un abrazo con vela ferrolana.

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