GREGORIO Mª CALLEJO. Más delitos históricos ocurridos en Majadahonda. Y fueron «imperfectos» porque no quedaron impunes, según la prensa de aquel tiempo. «La Época» de 3 de marzo de 1911 nos informa de que “La Guardia civil del puesto de Las Rozas ha comunicado al Gobierno Civil que ayer se promovió una colisión entre varios vecinos del pueblo de Majadahonda. Vicente…, de cincuenta y siete años, de oficio zapatero, al pasar por una calle, acompañado por su esposa, Josefa …, y de una hija de ambos, llamada Petra, se encontraron con Cándido…, de sesenta y dos años, y su hijo Lucio. Después de discutir acaloradamente sobre las cuestiones que de antiguo les tenían enemistados, se agredieron mutuamente. El zapatero acometió a Cándido, produciéndole con una cuchilla del oficio una herida «en una ingle, a consecuencia de la cual falleció a los pocos momentos. Los demás contendientes resultaron también con varias contusiones. El zapatero fue detenido”.
«El Heraldo Militar», 5 de marzo de 1911, abunda más en la reyerta: “…por triviales motivos, una riña entre los vecinos Vicente de cincuenta y tres años, casado, zapatero, y Cándido…, de sesenta y dos, casado, propietario. En la reyerta mediaron también la mujer y la hija del zapatero, Josefa …y Petra, y un hijo de Cándido, llamado Lucio, de veintiséis años. De las palabras pasaron a los hechos, y bien pronto generalizándose la lucha entra ambas familias contendientes, que, esgrimiendo varias armas, se acometieron con furia. De la lucha resultó muerto da una puñalada en la ingle izquierda Cándido; le agredió con una cuchilla del oficio el zapatero Vicente. Los demás resultaron lesionados”. En otras versiones, el zapatero de Majadahonda acomete a Cándido y los suyos en justa defensa de su esposa e hija, que están siendo “apaleadas por estos”.
Sobre el juicio, «El Globo» nos informa un año después que “Muy apaciblemente ha discurrido la tarde por el Palacio de Justicia. En sus primeras horas se reunió el Tribunal en la Sección cuarta para fallar sobre los siguientes hechos: En un local del pueblo de Majadahonda tenía establecido su taller de zapatero Vicente …, individuo que hoy ocupa el banquillo. Según se desprende de la prueba y de las manifestaciones hechas ante el juez que instruyó las primeras diligencias del sumario, las relaciones entre Vicente y D. Cándido …, dueño de la finca, no eran muy cordiales, por mediar una pequeña falta de pago en los alquileres».
«Parece ser que al encontrarse el día de autos Cándido y la mujer y una hija del procesado en la plaza del pueblo, aquél hubo de dirigir a ambas ciertas palabras alusivas a la deuda, que fueron causa de que más tarde el zapatero, al llegar a su conocimiento tales hechos, con una cuchilla de su trabajo le asestara un golpe que le produjo la muerte”. El uno de marzo de 1912 «El Heraldo» nos informaba de que el veredicto del Jurado, en el juicio seguido contra el zapatero de Majadahonda, ha sido de culpabilidad. La Sala, apreciando la legítima defensa incompleta de la persona de un pariente, en cuanto al homicidio, ha impuesto al zapatero seis años y un día y 125 pesetas de multa por las lesiones.