Vicente Araguas: «Escribir en hoteles como este que me ocupa (y ocupo) es algo en lo que soñaba aquel niño que quería ser escritor, a lo Julio Camba, el genio gallego que yo leía. En la imagen, la “delicatessen” que es Praga, bañada por un río-mar que se llamaba “Moldava”, e inspiró al gran Smetana una porción clave de su “Má Vlast”.

VICENTE ARAGUAS. (7 de agosto de 2025). Dos Días en Praga. Cuarenta y ocho horas entre un tren moravo y el avión que me devuelve a Madrid. Dos días en el Hotel Zláta Váha, un asunto caprichoso para estudiantes con algún posible y turistas de medio pelo. Ambas cosas en las que me podría reconocer, si quisiera (que a veces, y a mis años, no tengo demasiado claro qué quiero ser de mayor.) Escribir en hoteles como este que me ocupa (y ocupo) es algo en lo que soñaba aquel niño que quería ser escritor, a lo Julio Camba, el genio gallego que yo leía en Austral: “Londres”, “La ciudad automática”, “Millones al horno”. Lo que hago en atardecer del Día de Santiago: “Santo Adalid, Patrón de las Españas, Amigo del Señor”. Himno al Apóstol con que atronaba el aire tal día como hoy Valentina López, de Moeche (Coruña), cocinera –¡dónde va ya la pobre!– en casa de mis abuelos. Y pues hablo de Santiago diré que es santo y ciudad (Compostela, desde luego) conocidos del personal checo. Al menos entre aquel que me muevo, de puntos sociales diferentes, como suelo.

Vicente Araguas

LA “DELICATESSEN” QUE ES PRAGA, BAÑADA POR UN RÍO-MAR. No, ciertamente, el ejército de marginales que pulula por el parque frente a la estación central de Praga. Caterva, digo, de gente derrotada por la vida, en contraste con los edificios, de la propia estación, bien su parte austrohúngara, bien la moderna, y los que se hallan a ambos lados. Ya sé que las estaciones, de autobuses, sobre todo, y los aeropuertos atraen a estos náufragos de la existencia. Pero nunca había reparado en número tan brutal, que contrastan con el pimpollo, la “delicatessen” que es Praga, bañada por un río-mar que se llamaba “Moldava”, e inspiró al gran Smetana una porción clave de su “Má Vlast”. Alguien me decía que en el tiempo comunista solían arracimar a los pordioseros, para evitar una presencia “inexistente”, en lugares apartados. Aquí, ya se ve, ellos mismos han escogido saludar a los que llegan en tren con un (des)concierto para instrumentos rotos y, definitivamente, desafinados. Luego están las hordas turísticas que se amontonan en el Puente Carlos, Subida al Castillo, o en este o ante la casa de Jan Neruda.

«Hace tiempo que intento, sin éxito, complacer a mi amigo, el autor madeirense Viale Moutinho comprándole un busto de Kafka. No hay manera. Hoy sí conseguí para él un imán con el rostro kafkiano en relieve»

TAMBIÉN EN LOS PUESTOS DE SALCHICHAS, ORILLAS DEL MOLDAVA, o en los barcos de uso turístico, naturalmente, que esto es Praga a día de hoy, una ciudad muy concurrida. Donde aprecio que pierde muchos enteros el icono Kafka, no muy querido por sus paisanos más nacionalistas; el escribir en alemán no favorece su difusión en un país que estuvo 7 años bajo la bota nazi. Hace tiempo que intento, sin éxito, complacer a mi amigo, el autor madeirense Viale Moutinho comprándole un busto de Kafka. No hay manera. Hoy sí conseguí para él un imán con el rostro kafkiano en relieve. Lo más próximo al antojo de un gran escritor portugués. Y camarada en muchas batallas. Luego, eso sí, abundan las tiendas de “souvenirs” en manos rusas, con las muñecas panzudas que engullen otra y esta a otra a su vez y así es la vida, el pez grande se come al chico y échale hilo a la cometa.

«Y ahora bajaré a disfrutar de uno de los monumentos modernos más bellos de Praga. Lo tengo ahí enfrente. “Músicos y danzantes checos” de Anna Chromy. Una belleza. ¡Ay del que vaya contra ella! Sí.»

SÍ VEO EN PRAGA LOS PRECIOS DESORBITADOS PARA EL BOLSILLO CHECO, o eso me dicen. Un país empeñado en mantener su moneda, la corona, en intento no sé hasta qué punto fructífero. Veo que prefieren el euro. Al aire de este artículo sigo con mis reflexiones praguenses, cuando van ya 57 años de aquella primavera de Dubček, que en realidad fue verano. Y acabó con los tanques rusos, ¡qué dolor!, y el apoyo de sus lacayos. Y ahora bajaré a disfrutar de uno de los monumentos modernos más bellos de Praga. Lo tengo ahí enfrente. “Músicos y danzantes checos” de Anna Chromy. Una belleza. ¡Ay del que vaya contra ella! Sí.

 

Majadahonda Magazin