
No es solo un utensilio de cocina: es la llave de acceso al vino, el gesto que inaugura celebraciones, conversaciones, brindis y despedidas. Su invención respondió a un problema concreto, pero su trascendencia ha quedado sellada en el ritual del descorche.
MIGUEL SANCHIZ. (Majadahonda, 28 de agosto de 2025). El Ingenio Invisible. El sacacorchos: el giro maestro de la hospitalidad. Pocos objetos combinan tanta sencillez mecánica y tanta carga simbólica como el sacacorchos. No es solo un utensilio de cocina: es la llave de acceso al vino, el gesto que inaugura celebraciones, conversaciones, brindis y despedidas. Su invención respondió a un problema concreto, pero su trascendencia ha quedado sellada en el ritual del descorche. Detrás de cada «¡pop!» hay una historia de metal y precisión. Porque abrir una botella de vino es, desde el siglo XVII, también un acto de confianza en un mecanismo pequeño, pero ingenioso. En resumen: el sacacorchos no solo extrae corchos: abre rituales, conversaciones y placeres. En su espiral de acero hay una lógica simple y una eficacia probada, pero también una promesa de encuentro humano. Como todos los inventos invisibles, se hace notar solo cuando falta… o cuando el corcho se resiste.

Miguel Sanchiz y sus Encuentros con la Historia que este verano se transforman en «Ingenios Invisibles»
LA DIFICULTAD DE ABRIR LO INVISIBLE: Durante siglos, el vino se almacenó en barriles o jarras, y se servía a granel. Pero con la aparición de las botellas de vidrio y los tapones de corcho (sobre todo a partir del siglo XVII), se presentó un nuevo reto: cómo extraer un corcho que no se ve, ni se agarra, ni se puede romper sin arruinar el contenido. El corcho, por su flexibilidad y capacidad de sellado, fue un avance crucial para la conservación del vino. Pero no bastaba con introducirlo: hacía falta también una forma de sacarlo sin dañarlo… ni dañar la botella. INSPIRADO POR EL MOSQUETÓN: El primer sacacorchos conocido surgió en Inglaterra, hacia el año 1681. Se inspiraba en las herramientas que los soldados usaban para limpiar los cañones de sus armas de fuego: un “gusano” o tornillo metálico que se introducía y giraba. El modelo primitivo constaba de un simple tornillo con mango en forma de T. Su uso requería fuerza y técnica. Con el tiempo, surgieron variaciones con roscas dobles, mangos ergonómicos y palancas para facilitar la extracción.








Eres genial Miguel, disfruto leyendote, gracias