La aspirina es la prueba de que el ingenio humano puede extraer de la naturaleza un remedio, mejorarlo y convertirlo en símbolo de alivio y esperanza. Es la pastilla que millones de personas han tomado sin pensar en su historia, y sin embargo, representa uno de los mayores triunfos de la química, la medicina… y la sencillez.

MIGUEL SANCHIZ. (Majadahonda, 29 de septiembre de 2025). El Ingenio Invisible. La aspirina: el polvo blanco que calmó al mundo. No brilla. No huele. No llama la atención. Pero durante más de un siglo, un pequeño comprimido blanco ha sido el recurso más fiable ante el dolor, la fiebre, la inflamación y el riesgo cardiovascular. La aspirina, nombre comercial del ácido acetilsalicílico, es uno de esos inventos silenciosos que han salvado millones de vidas… y que aún hoy sigue vigente. En un mundo que cambia vertiginosamente, la aspirina permanece como símbolo de eficacia, simplicidad y confianza. Origen natural y ancestral: Mucho antes de que existiera la medicina moderna, el ser humano ya conocía las propiedades analgésicas y antiinflamatorias del sauce blanco (Salix alba). Civilizaciones como la egipcia, la griega y la romana utilizaban la corteza del sauce en infusiones para aliviar el dolor y la fiebre. Hipócrates recomendaba esta corteza para tratar dolores de parto y reumatismo. La sustancia activa del sauce es el ácido salicílico, pero su consumo directo era amargo e irritante para el estómago.

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LA REVOLUCIÓN DEL LABORATORIO: En el siglo XIX, los químicos comenzaron a aislar el ácido salicílico de fuentes naturales y a sintetizarlo industrialmente. Sin embargo, seguía teniendo efectos secundarios graves. Fue en 1897, en los laboratorios de Bayer, cuando el químico alemán Felix Hoffmann logró acetilar el ácido salicílico, creando el ácido acetilsalicílico, más tolerable para el estómago y mucho más eficaz. Algunos estudios sugieren que Hoffmann buscaba aliviar el dolor reumático de su padre. Bayer bautizó el producto como Aspirin (por a de acetil, spir del Spiraea ulmaria —otra planta que contiene salicina—, y el sufijo químico -in). En 1899, se registró el nombre comercial y comenzó su distribución. UNA PASTILLA UNIVERSAL: Desde principios del siglo XX, la aspirina se convirtió en el analgésico más popular del mundo. Se usaba para dolores de cabeza, fiebre, resfriados, artritis, dolores menstruales… Su bajo costo, su eficacia y su presentación en comprimidos la hicieron imparable. Durante la Primera Guerra Mundial, Bayer perdió la patente fuera de Alemania, y la aspirina se convirtió en genérico. Pronto, laboratorios de todo el mundo comenzaron a fabricarla. En 1950, el Libro Guinness de los Récords la declaró como “el fármaco más vendido de la historia”.

MUCHO MÁS QUE UN ANALGÉSICO: A partir de la segunda mitad del siglo XX, se descubrieron otras propiedades de la aspirina: Es un anticoagulante, y se utiliza en microdosis para prevenir infartos y accidentes cerebrovasculares. Tiene efectos protectores en enfermedades cardiovasculares. Se ha estudiado incluso su posible uso preventivo en ciertos tipos de cáncer y enfermedades neurodegenerativas, aunque aún no hay consenso clínico. Así, la aspirina pasó de ser una pastilla para el dolor… a una herramienta médica de largo alcance. EN RESUMEN: La aspirina es la prueba de que el ingenio humano puede extraer de la naturaleza un remedio, mejorarlo y convertirlo en símbolo de alivio y esperanza. Es la pastilla que millones de personas han tomado sin pensar en su historia, y sin embargo, representa uno de los mayores triunfos de la química, la medicina… y la sencillez. Otro ingenio invisible que, desde una botica alemana hasta el botiquín de cualquier casa del mundo, ha sabido estar donde más se lo necesita: al lado del dolor, para calmarlo.

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