
En tiempos de ruido, de identidades fragmentadas, de máscaras sociales y digitales, esta pregunta adquiere una nueva urgencia. ¿Somos lo que mostramos? ¿Lo que recordamos? ¿Lo que otros ven? ¿O hay algo más profundo, más estable, más real?
MIGUEL SANCHIZ. (Majadahonda, 23 de octubre de 2025). La Pregunta Infinita. Las preguntas que cambiaron el mundo. ¿Quién soy yo? En el sur de la India, a principios del siglo XX, un joven llamado Ramana Maharshi se retiró al monte Arunachala tras una experiencia espiritual profunda. Allí, en silencio y contemplación, formuló una pregunta que no buscaba respuestas intelectuales, sino una transformación interior: ¿Quién soy yo? Esta pregunta, aparentemente simple, es el núcleo de su enseñanza. No se trata de definirnos por nombre, profesión o historia personal, sino de indagar en la raíz de la conciencia. Ramana no proponía teorías, sino una práctica: observar el pensamiento, seguirlo hasta su origen, y descubrir que el “yo” que creemos ser es solo una construcción mental. Lo que queda, decía, es el Ser: silencioso, eterno, indivisible. La pregunta “¿Quién soy yo?” no es exclusiva del pensamiento oriental. Ha sido formulada por místicos, filósofos y poetas de todas las culturas. Desde el “Conócete a ti mismo” del templo de Delfos hasta las reflexiones de San Agustín, desde Descartes hasta Simone Weil, la identidad ha sido siempre un misterio que desafía las respuestas fáciles. Pero Ramana Maharshi la convierte en método. No busca que el discípulo acumule conocimientos, sino que se despoje de ellos. La pregunta no se responde con palabras, sino con experiencia. Es una vía hacia el silencio, hacia la presencia pura, hacia lo que no puede ser nombrado pero que sostiene todo lo que somos.

«La pregunta “¿Quién soy yo?” no es exclusiva del pensamiento oriental. Ha sido formulada por místicos, filósofos y poetas de todas las culturas. Desde el “Conócete a ti mismo” del templo de Delfos hasta las reflexiones de San Agustín, desde Descartes hasta Simone Weil, la identidad ha sido siempre un misterio que desafía las respuestas fáciles»

La nueva serie de Miguel Sanchiz en MJD Magazin sobre el Arte de Preguntar con las preguntas más célebres de la Historia
EN TIEMPOS DE RUIDO, DE IDENTIDADES FRAGMENTADAS, DE MÁSCARAS SOCIALES Y DIGITALES, ESTA PREGUNTA ADQUIERE UNA NUEVA URGENCIA. ¿Somos lo que mostramos? ¿Lo que recordamos? ¿Lo que otros ven? ¿O hay algo más profundo, más estable, más real? La psicología moderna ha retomado esta inquietud desde otros ángulos: el yo como narrativa, como construcción social, como sistema de creencias. Pero la pregunta sigue intacta, como una llama que no se apaga. Porque más allá de las teorías, hay una intuición compartida: que descubrir quiénes somos es la clave para vivir con autenticidad, con paz, con sentido. Ramana Maharshi no buscaba seguidores, sino seres libres. Su pregunta no encierra, libera. No define, revela. Y como toda gran pregunta, no se responde una vez, sino cada día, en cada gesto, en cada silencio. Porque preguntarse “¿Quién soy yo?” es el primer paso para dejar de ser lo que no somos… y empezar a ser lo que siempre hemos sido.




Excelente y original artículo que despierta muchos debates y que deja con apetencia de leer y saber más, en suma. Una nueva muestra del talento de ese orfebre de la palabra que es Miguel Sanchíz.
Miguel: qué sabía reflexión!
De dónde vengo? Adónde voy?
Principio y fundamento de Ignacio de Loyola. Ahora que el exceso de información elude esas preguntas esenciales de la vida.
Por lo que recuerdo haber leído en un comentario de Descartes, la respuesta está en el comportamiento. Seguro que tú Miguel estás más informado que yo. Un abrazo fuerte.
Excelente meditación. Es la eterna pregunta del vacio existencial y vital de la humanidad, desde la caverna hasta nuestros días, y este sentimiento de nuestra soledad existencial, ante la inmensidad que contemplamos,
es el origen, tanto de las ideas y creencias divinas como terrenales, que en un todo, esperamos que nos den una explicacion y sentido de nuetra existencia dolosa, buscamos consuelo, así de sencillo, podría ser, pero siempre, insatisfechos, corremos el riesgo delirante de la divagación y confusión.
Ojoo, solo pretendo ser optimista, vital y seguir dudando.
Saludos