
Todos tenemos diferentes tipos de psicopatías, pero los que han pasado a gobernarnos han tenido un grandioso sentido de su importancia, preocupación por un éxito ilimitado, ansias de poder y brillantez, creerse únicos… Han querido poseer una excesiva admiración, han sido pretenciosos, y hasta irrazonables diría yo, para que se cumplieran sus aspiraciones. Han sacado provecho de los demás para alcanzar sus propias metas… Pienso que están carentes de empatía, suelen tener envidia de los demás o se creen envidiados. Y por último, aunque creo que hay más «virtudes», son arrogantes en sus actitudes o comportamiento. Ahora nos ha tocado un Gobierno en el que no cabe que hagamos ningún comentario contrario a sus decisiones. Si miramos bien el personal que nos gobierna, solo ha faltado que el presidente al que se ha elegido se rodeara de personal que gestionara de distinta forma a la suya para no echar en falta la herencia que nos dejaron los anteriores.
Pero no. El actual presidente ni se ruboriza ni mueve un músculo de la cara cuando se le recuerdan sus innumerables mentiras y contradicciones en las que suele caer. Tiene necesidad de ser admirado y posee, bajo mi punto de vista, necesidad perentoria de sentirse muy importante. Tiene una asombrosa facilidad de palabra, lo que le hace ser más creíble en sus arbitrariedades ante los oyentes de su partido. Y la unión, compañía, acuerdo o como se quiera denominar a esta fusión política, nos hace más mal que bien, desde mi punto de vista, claro, y ya se está empezando a ver y a demostrar. Una persona adaptada a este gobierno, que criticó en casi todo a Amancio Ortega pero viste con sus ropas, que criticó a los políticos por sus chalets y tiene una mansión, que criticó a los que no dimitían por corrupción y él no piensa hacerlo (a lo mejor porque cree que no está en este grupo, pienso yo), que criticó a la policía mientras defiende a los «okupas», pero rodea su chalet con coches de ella… Esa persona no nos puede llevar a la «normalidad», porque su actitud no es de «normalidad». No creo, ni tengo esperanza alguna de ir a mejor. No obstante nunca se puede negar la mayor y toca esperar. Suerte es lo que deseo para todos los españoles, sin distinción alguna ni de sexo ni de tendencia política. No queda otra.





Hágaselo mirar…. No se aburre siempre con los mismo. Nunca leo su columna pero cada vez que veo su cara…. Puafff