«La pregunta sobre qué es el mal ha intrigado a la humanidad durante siglos, y varios filósofos han intentado definirlo. Aristóteles, Sócrates y Platón, tres figuras fundamentales en la historia del pensamiento occidental, ofrecieron sus propias interpretaciones, cada una influyendo en la manera en que comprendemos este concepto».

MIGUEL SANCHIZ. (30 de agosto de 2024). Reflexiones sobre el Mal: De los Filósofos a mi perspectiva personal. La pregunta sobre qué es el mal ha intrigado a la humanidad durante siglos, y varios filósofos han intentado definirlo. Sócrates, Aristóteles y Platón, tres figuras fundamentales en la historia del pensamiento occidental, ofrecieron sus propias interpretaciones, cada una influyendo en la manera en que comprendemos este concepto. Aristóteles, el primero en esta cronología, no definió el mal como una entidad independiente, sino como una privación del bien. Según él, el mal es el resultado de una deficiencia en la virtud o en la acción correcta. Para Aristóteles, todo ser humano tiene un propósito o «telos» hacia el cual debe orientarse, y el mal surge cuando se desvían de este propósito, fallando en alcanzar su potencial natural. Siguiendo a Aristóteles, encontramos a Sócrates, quien, a través de los diálogos platónicos, sostuvo que el mal es resultado de la ignorancia. Para Sócrates, nadie elige hacer el mal a sabiendas, sino que lo hacen porque no comprenden lo que es verdaderamente bueno. El conocimiento, entonces, se convierte en la clave para la virtud y la erradicación del mal. La famosa frase «Conócete a ti mismo» refleja su creencia en que el autoconocimiento y la sabiduría son esenciales para evitar el mal. Finalmente, Platón, discípulo de Sócrates, desarrolló estas ideas en sus propias obras, como «La República». Platón concibió el mal como una desviación del mundo de las Ideas, donde reside la verdadera forma del Bien.

Miguel Sanchiz

Según Platón, el mundo material es una sombra de este reino ideal y el mal surge cuando las personas se apegan a lo material, olvidando la trascendencia del Bien absoluto. Para él, el mal es una falta de armonía con la estructura ideal del universo. Personalmente, al reflexionar sobre qué es el mal, encuentro que mi perspectiva es más simple y quizás menos filosófica. Para mí, el mal se puede describir de manera general como «lo que no me gusta». Esta definición, aunque subjetiva, refleja una reacción emocional e intuitiva ante situaciones o comportamientos que percibo como dañinos, injustos o simplemente desagradables. No se basa en una teoría filosófica profunda, sino en una evaluación inmediata y personal de lo que considero negativo en mi vida y entorno. Sin embargo, reconozco que esta visión personal del mal puede ser limitada, ya que está influenciada por mis propias experiencias y prejuicios. A diferencia de las definiciones más estructuradas de Aristóteles, Sócrates y Platón, mi concepción del mal es flexible y cambia con el tiempo. A pesar de esta simplicidad, la reflexión sobre el mal, inspirada por estos grandes filósofos, me lleva a considerar cómo mis juicios y percepciones pueden estar moldeados por una comprensión más amplia del bien y del mal.

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