
Isabel Díez Serrano es autora del libro ‘El alma se recrea en la palabra’.
CARMEN VALERO ESPINOSA. ‘El alma se recrea en la palabra’ es el título del libro presentado, en el Centro Cultural de San Lorenzo de El Escorial por José Antonio Vara, ex concejal de Cultura, y Julia Sáez-Angulo, periodista. Después de las palabras introductorias sobre la autora por Vara, Julia Sáez-Angulo hizo el siguiente comentario sobre el libro: “Isabel Díez Serrano es autora del libro ‘El alma se recrea en la palabra’, poemario en prosa y verso, que viene a ser una vuelta de tuerca a su pensamiento y escritura, en la que se dan la mano la palabra lírica, la Palabra con mayúsculas que conlleva trascendencia y, además, la Naturaleza, la Creación y el Universo. En suma, los tres grandes temas de la Poesía: el amor, la vida y la muerte, con todas sus derivaciones». Ganadora del prestigioso premio Vasconcelos 2015, Isabel Díez Serrano (Sevilla, 1940), tiene una trayectoria literaria acendrada, con más de 40 libros en su haber, en su mayoría poéticos. Ha recibido 30 galardones y su creatividad sigue imparable, porque está indisolublemente unida a la palabra poética, que es la única que alimenta de verdad la literatura.

Carmen Valero Espinosa.
«Desde que se trasladó de Madrid a El Escorial, su actividad literaria dio un ligero quiebro y, lejos de enrocarse en la tranquilidad de su casa al pie del monte Abantos, aquí sigue leyendo, escribiendo y reuniéndose con colegas, dentro del tiempo que le permiten sus ocupaciones familiares, ahora muy absorbentes. ‘El alma se recrea en la palabra’, hermoso título y libro publicado por la editorial Endymión, un nombre que trae a la memoria al personaje mitológico griego, un bello pastor enamorado de Selene, la Luna, y correspondido cuando ella se enteró y bajaba en las noches a besarlo y amarlo. Endimyón amado por Selene, la Luna. Pues bien, el libro de Isabel Díez Serrano se abre con la admiración o fascinación por la palabra, como los pintores tienen asombro y admiración por los distintos colores de la paleta».


«Seguimos con otro poema: Es el jardín/ paraíso imantado/ donde te encubres… La poeta recurre a la evocación del jardín, del paraíso, lugar plácido donde los amantes se recrean y enamoran. Metáfora por excelencia de lugar para el amor y la felicidad. El jardín, como Edén; el paraíso, como quimera perdida del bienestar. Jardín del Edén o Arcadia feliz: el primero en sentido cristiano y el segundo como concepción mitológica. Utopía en a Edad de Oro. El no lugar de la perfección en la estadía. Cicerón decía que para él, el paraíso era una casa con rica biblioteca y frondoso jardín. No andaba descaminado. Isabel tiene esas dos cosas en su casa: biblioteca y jardín. Eres palabra/ y traes la promesa/ de Vida eterna. Isabel vuelve al credo, a la trascendencia, desde que fue tocada con el don de la fe desde muy joven, la llama de amor viva, que diría San Juan de la Cruz, y según ella también confiesa. La fe como virtud teologal, que solo Dios puede otorgar a un espíritu atento y dispuesto».
«El periodista y escritor francés André Frossard, escribió que él envidiaba la fe de los creyentes, porque él tenía la evidencia, tras una gracia tumbativa que tuvo al modo de san Pablo camino de Damasco… Bajo el jazmín/ olorosos almizcles/ nos emocionan. Bello haiku. La poeta o poetisa –según el gusto de cada mujer- vuelve a la Naturaleza como metáfora y trae a la memoria la bella encíclica del papa Francisco titulada Laudato si en la que aboga por la conservación de la Casa Común, que no es otra sino la conservación de la Naturaleza, la Creación, el Universo, algo que yo les mencionaba al principio, porque ese asombro y admiración por la Naturaleza se da en la poesía de Isabel Díez Serrano. Francisco dice en Laudato sí, cuya traducción del latín sería “Alabado sea el Creador”, que el hombre debe amar a Dios, al prójimo y a la Naturaleza, como casa común de todos los mortales, que hemos de cuidar y respetar (y permítanme un paréntesis para recordar que el reciclaje forma parte del cuidado de esa Casa Común, ahora que estamos en un espacio del Ayuntamiento de San Lorenzo)».

«También se detiene literariamente en nuestro arquetipo literario por excelencia cuando escribe: A, Quijote, señor/ ¿estar hoy con vosotros/ no es un gran milagro? Y continua diciendo en prosa: Ah Quijote, señor de la besana, con cristales de estrellas en los ojos fruncidos de soñar, bajo los árboles antiguos y enraizados, en celo, con la tierra que les diera vida. En suma, Isabel Díez Serrano nos ofrece un poemario rico e intenso, rico en fuentes e intensidades sacras y profanas, venidas de las dos culturas mencionadas que son el humus en el que se hunden sus raíces, que se unen, porque todo salió de la mano del Creador y el Génesis señala: “Y vio Dios que era bueno”. La poeta también aparece en momentos solidarios cuando nos habla de las razones del hambre/ los campos de batalla/ los niños destrozados…»





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