Ernesto Ekaizer y Martín Domingo

LIDIA GARCIA. Dos periodistas han polemizado sobre el caso del magistrado del Tribunal Constitucional, Fernando Valdés, a propósito de la denuncia por agresión a su esposa, Bernadette Verelst Huysmans, que fue Jefe de Departamento y profesora de francés de la Escuela de Idioma de Las Rozas. Ofrecemos las dos versiones. ERNESTO EKAIZER. «Caso Valdés» Un montaje. El magistrado del Tribunal Constitucional ha sido víctima de un montaje, la perversión del sistema. Una discusión con su mujer Bernadette es denunciada por dos adolescentes que pasaban frente a su casa. La policía y la Guardia Civil le detienen y le llevan ante la juez. Pero no denuncia. Hay un denunciante. Que es el que presta declaración. La juez es extremadamente cauta y se ciñe a las declaraciones y a lo que ha afirmado el denunciante, que no es la esposa. En la declaración pone Denunciante: Bernadette Verelst Huysmans. Denunciado: Fernando Valdés Dal Ré. Ella declara: «Que no quiere prestar declaración, que no quiere denunciar, que no quiere ser reconocida por el médico, que no tiene miedo y que no quiere protección».


MARTÍN DOMINGO. El montaje. Fernando Valdés, vecino de Majadahonda, de 75 años y con movilidad reducida, fue detenido la semana pasada por una supuesta agresión a su esposa Bernadette, de la que dieron noticia a la Guardia Civil dos adolescentes que se encontraban en un parque público cercano a la vivienda del matrimonio. Hasta ahí, el relato fáctico. Pero lo llamativo de este asunto no son los hechos, sino las interpretaciones. Como seguramente ya saben, Valdés es magistrado del Tribunal Constitucional, nombrado a propuesta del PSOE y es, además, partidario de interpretar los hechos con «perspectiva de género». Un jurista en las antípodas del juez Serrano, quien en las redes ha recordado que esa misma situación la sufren miles de varones al año, sin que se distinga entre maltratadores reales y probos padres de familia que se ven abocados a la detención y el estigma social por culpa de una normativa abusiva y una práctica policial basada en el prejuicio. Serrano será lo que sea, pero, en esta ocasión, a su discurso no se le puede poner un pero. No se lo pondrá, desde luego, Ernesto Ekáizer, que -¡oh, sorpresa!- ha asegurado en su perfil de Twitter que la supuesta agresión de Valdés a su mujer no es más que un montaje de los que permite la perversión del sistema. Sí, han leído bien, Ernesto Ekáizer, progre entre los progres, adelanta a Serrano por la ¿ultraderecha?, y nos deja un titular de lo más vistoso: la Ley de Violencia de Género permite montajes contra hombres inocentes. Por menos que eso, un concejal madrileño de IU animó a la peña a empalar a Toni Cantó.

Si el juez Valdés es un marido modélico, de este malhadado asunto habrá extraído una lección: que el peligro de instar la interpretación de la realidad con perspectiva de género es que siempre hay alguien con más perspectiva de género que tú que puede joderte la vida. Si, por el contrario, estamos ante un maltratador despreciable, no tiene mucho que temer porque la izquierda, que lo aupó al TC, lo respalda y lo protege. Como hizo con Jesús Eguiguren, fontanero de las cloacas del zapaterismo, el héroe discreto que tiró de mano siniestra para negociar con ETA y de la diestra para cruzarle la cara a su compañera. A Eguiguren, maltratador condenado por sentencia firme, lo eligieron presidente de los socialistas vascos y Jordi Evole, otras veces tan incisivo, le dedicó una entrevista complaciente en la que se olvidó de preguntarle por su mujer. Y es que hay un Club de Machistas Cojonudos, pero a la entrada te piden el carné de progre. Artículo aparecido en Europa Sur.

 

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