Emmanuel Rodríguez es historiador, sociólogo y ensayista: «Participo en la @fundacomunes y produzco para @Traficantes_Ed y el @instituto_dm», dice su curriculum. Y no parece falso: este doctor en Historia y licenciado en Sociología publica habitualmente en El Diagonal, Público.es, ElDiario, Ctxt, etc. Ha escrito «Por qué fracasó la democracia en España. La Transición y el régimen del ’78» (Traficantes de Sueños, 2015), «Hipótesis democracia» (Traficantes de Sueños, 2013) y con Isidro López «Fin de ciclo. Financiarización, territorio y sociedad de propietarios en la onda larga del capitalismo hispano» (Traficantes de Sueños, 2010). Fue investigador en el Observatorio Metropolitano de Madrid, colaborando en numerosas publicaciones del mismo. Es experto en historia contemporánea de España y economía política. Y ahora añade a su trayectoria otro trabajo: «El chalet de Galapagar como inversión de la parejita (Pablo Iglesias-Irene Montero) recuerdan demasiado al gran viaje de la nomenklatura socialista de principios de los años ochenta hacia Pozuelo, Majadahonda y Las Rozas». Y titula su texto en la revista CTXT: «Donde pongo un chalet, pongo un plebiscito», en alusión a la difícil decisión de la militancia: cesar a su líder y a su pareja o acarrear con la complicidad de todo el partido de Podemos y sus sucursales locales en la polémica decisión a 1 año de las elecciones.


«El chalet de Galapagar ha encendido las redes. Conviene ser sinceros, la leña que pone la prensa y los medios de “derecha” va muy por detrás de la indignación de los sectores afines a Podemos. Entre estos se reconocen elementos de lo más diverso, empezando por los más vergonzantes: el precio del inmueble, la piscina, la ostentosidad… Pero no son estas cuestiones las que más cabrean. Es el gesto. El “chalet en Galapagar” es un gesto y también un mensaje. Ambos recuerdan demasiado al gran viaje de la nomenklatura socialista de principios de los años ochenta hacia Pozuelo, Majadahonda y Las Rozas: la tierra del chalet unifamiliar, el arco noroeste de Madrid, la zona rica de la que Galapagar es su extensión hacia el norte», recuerda Emmanuel Rodríguez, que además tiene un blog de carácter social y cívico.

«Entonces, los gerifaltes del gran partido de la izquierda y la progresía española aplicaron sin piedad la doctrina de las “3 C’s”: Coche nuevo, Chica nueva, Casa nueva. En aquel tiempo, el patriarcalismo político se aplicaba sin vergüenza. Se puede decir que el mensaje de Iglesias tiene varias lecturas. Para los que quieren seguir creyendo, y solo ven en esto la enésima campaña de la derechona contra una decisión privada, y solo privada, Iglesias parece decir “estoy cansado, dejadme un respiro, aunque sea bajo la forma del privilegio del nuevo rico”. Pero para la gran mayoría la lectura es otra. Pagar una hipoteca tan elevada a 30 años (seguramente superior a 2.000 euros) solo es posible si se da por descontado que tu posición social se va a reproducir hasta el día de tu muerte. ¿Dónde quedan las restricciones salariales, la limitación de mandatos, la crítica a la política profesional? Se reía el otro día Idealista.com con la inversión de la parejita. A los expertos en especulación no les parecía la mejor decisión económica. Al menos sobre el papel, no hay grandes perspectivas de ascenso profesional y la incertidumbre es grande». Leer más.

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