JULIA BACHILLER. La parroquia de Santa Catalina celebra este sábado día 5 de mayo de 2018 a las 19:00 horas una conmemoración un tanto especial: el párroco Juan Francisco Pérez Ruano cumple sus primeros 25 años desde su ordenación como sacerdote. Por este motivo, este medio de comunicación se ha interesado en conocer y compartir con sus lectores algunos aspectos de su trabajo y trayectoria en estos años. Algunos son desconocidos seguramente para muchos vecinos de Majadahonda. Para otros serán interesantes, porque seguramente aquellos que valoran o critican esta profesión necesitarán elementos de juicio ya que, como define la revista Aleteia, es “una de las vocaciones católicas al servicio de Dios más arduas e importantes”. Juan Francisco Pérez Ruano se ordenó sacerdote el 8 de mayo de 1993 en la Basílica Hispano Americana de la Merced en Madrid, aunque la celebración de sus Bodas de Plata se realiza el día 5 para hacerla coincidir en sábado, lo que facilita la asistencia de todos aquellos interesados. Como curiosidad contar que la ordenación no se realizó en la Catedral de la Almudena debido a que esta se inauguraría un mes después: el 15 de junio de 1993. Y en esta entrevista desvela su pasado como delineante en un estudio de Arquitectura, su pasión por la pintura y por la historia, además de las incidencias más habituales de una actividad que le ocupa «48 horas al día», señala con ironía.


Su primer destino donde realizó su etapa pastoral fue en Cercedilla, en la parroquia de San Sebastián, donde permanecería durante dos años encargándose de los grupos de jóvenes y demás tareas, las cuales define él mismo con humor: ”Hasta poner clavos hice”. Tras este periodo de tiempo fue trasladado a la parroquia de la Santísima Trinidad de Collado Villalba, donde coincide con el párroco actual de Santo Tomas Moro de Majadahonda, Pedro Matarranz, los dos como vicarios parroquiales. En esta nueva iglesia construida por el arquitecto Ignacio Vicens estuvieron presentes durante la construcción de la misma y allí estaría ocho años. Su siguiente destino sería como párroco de Alpedrete y finalmente llega a Majadahonda, donde lleva 7 años.

¿Cómo encontró Majadahonda a su llegada? El «cura Paco» responde: ”Me encontré una parroquia viva y trabajando”. Y ahora él mismo contribuye a ello. Francisco Ruano muestra ahora interés en conocer y reconstruir la historia del lugar al que pertenece su parroquia, ya lo hizo en Alpedrete y actualmente sigue recopilando datos de Majadahonda. ¿Cual es el motivo?: ”un pueblo que no tiene raíces no puede construir, es necesario volver a la raíz, la fe cristiana está enraizada en el Antiguo Testamento y nosotros tenemos que enraizarnos en el Nuevo Testamento. La raíz es lo que hace que la nueva construcción sea firme”. Por eso Paco Ruano hace mención al Pastor de Hermás, padre de la iglesia en la antigüedad: “Cristo es la base, la piedra angular, y sobre esa base se colocan las demás piedras que somos nosotros y vamos construyendo la iglesia”.

El sacerdote hace mención a la escasez de datos históricos en Majadahonda, motivada por el estado en el que el pueblo quedó deteriorado tras la guerra. Al contrario que Alpedrete, donde aún se conservan archivos desde el siglo XV y su iglesia fue transformada en un cine, quemando las imágenes del interior pero manteniendo su estructura. De los datos recopilados sobre la historia de Majadahonda ¿Qué es lo que más ha llamado su atención?: ”Muchísimas cosas: el niño que nació en la sacristía y la familia se instaló a vivir allí, como se reconstruyó la parroquia con la recaudación que se hace de los segovianos, las tradiciones… Me he encontrado una de las más antiguas de Madrid que casi estaba a punto de perderse, como es la del Judas, de una belleza indescriptible y que aquí se había conservado, aunque se había perdido la parte religiosa que hemos conseguido recuperar”.

Y en relación a las tradiciones añade: “Mantenerlas es importante porque además son la cultura del pueblo”. Él reconoce que intenta recuperarlas e incluso traer nuevas, como es el caso de la bendición de las mascotas el Día de San Antón, que lleva realizando desde hace ya tres años. Y una pregunta un tanto curiosa: ¿cuál es el horario de un sacerdote?. La cuestión suscita las risas y la siguiente contestación: “Si te digo que 48 horas al día ¿me vas a creer?”. Y el clérigo añade algo más en serio: ”el sacerdote no tiene horarios, en ese caso nos transformaríamos en funcionarios, sin que eso suponga desprestigiar a los funcionarios. Simplemente me refiero al hecho de que el funcionario entra a una hora y sale a una hora”.

Y lo corrobora con un caso que minutos antes le había ocurrido, al retrasar media hora esta cita para la entrevista: fue requerido para acudir al tanatorio: «el mal funcionamiento de la funeraria motivó que el fallecido no estuviera a la hora acordada y la familia estuvo esperando más de una hora que lo prepararan en la sala”. Hechos como este y su vocación al servicio de los demás le obligan a no tener un horario fijo, pues en cualquier momento alguien puede solicitar su presencia.

Francisco Ruano no tiene inconveniente en adentrarse en su vida privada, pues como él mismo corrige, ”toda mi vida es pública al servicio de los demás”. Por eso cuenta que desde hace 12 años vive atendiendo a sus padres ya mayores y no lo considera un mérito: «para mí es lo que debe hacer un hijo”. En relación con su tiempo de ocio, cuando se lo puede permitir, descubrimos algo muy significativo: su primera profesión fue la de delineante, pero tras 8 años trabajando en un estudio de arquitectura tomó la decisión de entrar en el seminario. ¿Por qué tomó esa decisión?: “el Señor me hizo tomarla y eso que dicen de «la llamada», es cierto. Yo me resistí durante muchísimos años, le pedí al Señor pruebas de que de verdad me estaba llamando y me las dio”.

Su primera profesión es el motivo de su afición a la pintura, hecho que podemos ver en los Cirios Pascuales pintados a mano cada año. Su colección de Belenes se basa en su admiración por la infancia de Jesús, lo que le lleva a realizar sus famosos faroles con Nacimientos en su interior, los cuales dona para actos benéficos. Además, como él asegura, esta labor de orfebrería le ayuda a relajarse y desconectar durante unas horas. Entre sus aficiones también destaca la música clásica, zarzuela y ópera, el teatro, el cine y la lectura de todo tipo. Y una última pregunta para finalizar: ¿cómo se siente en Majadahonda?. Y él responde: “mejor habría que preguntar cómo se siente Majadahonda conmigo. Me siento aceptado, ayudado… Me gustaría tener más gente que colaborara, pero tengo unos compañeros que son extraordinarios”.

Con ello se refiere a los de su propia parroquia, Alfonso, Luis y Mariano, y a las otras cuatro parroquias de la ciudad: “Se está haciendo una buena labor de evangelización en el municipio”, concluye. Y el artículo finaliza ayudándose de la definición que el diccionario de la Real Academia da a “Bodas de Plata”: “Aniversario vigésimo quinto de una boda o de otro acontecimiento solemne o muy señalado en la vida de quien lo celebra”. Por eso desde Majadahonda Magazín deseamos que disfrute de este señalado día y de ahí que este texto y estas bellas imágenes del fotógrafo Camilo Narváez sirvan como obsequio para trasladarle nuestras felicitaciones por adelantado.

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