El nuevo fenómeno literario español llamado Carlos Zanón, poeta, novelista, guionista, articulista y crítico, escribe un original artículo sobre el inmortal cantante Georgie Dann, cuya tumba se encuentra en el cementerio de Majadahonda

SILVIA ANULA. Carlos Zanón, poeta, novelista, guionista, articulista y crítico literario cuya dedicación a la novela negra ha hecho que se haya comparado su obra con la de Vázquez Montalbán. Lo hizo hasta el punto de que en 2018 recibió el encargo de la editorial Planeta de resucitar el personaje del detective Pepe Carvalho, lo que escribió un año después con su novela negra «Carvalho: problemas de identidad». El periódico ABC lo definió como «una de las grandes voces de la narrativa contemporánea» y el periódico «El Español» como un escritor de «una novela magnífica, ambiciosa con su propio estilo, melancólica y despiadada». Zanón nació el 1 de mayo de 1966 y este 2023 ha cumplido 57 años en su Barcelona natal, dedicándole un artículo en La Vanguardia este 12 de agosto (2023) a Georgie Dann con un arranque que roza la genialidad: «Alguien nace en París y muere en Majadahonda. Rien va plus (No va más). París, Majadahonda, ese viaje, Wim Wenders y no el tuyo. Es alguien educado en una familia de músicos y artistas, 9 años de conservatorio en París, experto clarinetista, y más que competente con saxo y acordeón, incitando a la España del Gran Prix en el cachete, pechito y ombligo. Un fanático del músico de jazz Stan Getz, gracias al que descubre la bossanova, hace que componga «La barbacoa«. Georgie Dann pasó de tocar el saxo con Gene Vincent hasta preguntarse qué será lo que quiere el negro. Si esto fuera Hollywood, Georgie Dann tendría un biopic, 3 discos de homenaje por bandas indie y su cara esculpida en el Mulhacén«.


Silvia Anula

«EL TEMA SE FUE AFINANDO CON CANCIONES COMO «MACUMBA», «EL BIMBÓN», «EL AFRICANO», «LA BARBACOA», «EL NEGRO NO PUEDE». «Maldita Canción del Verano: «El Chiringuito«, la misma canción cada verano que siempre gustaba al público» es el título de este artículo que se ilustra con una foto de Georgie Dann en la que el cantante de origen francés, acompañado de su esposa y de varias chicas, posa en la piscina de un hotel durante unas vacaciones de verano. (Foto sin fecha en la década de los 90), Carlos Zanón recuerda: «Georgie Dann representó a Francia en 1965 para un certamen en Barcelona llamado VI Festival de la Canción Mediterránea, se conmocionó. Todo ello fue parecido a lo que el príncipe Faisal le dice al teniente Lawrence, en la película de David Lean: “Usted es uno de esos ingleses a los que les gusta el desierto y en el desierto no hay nada”. Eso podría haberle dicho al francés, al que la España de los sesenta le fascinó. Además, probó con canciones que básicamente eran adaptaciones de éxitos franceses, y buscó y buscó hasta encontrar el cómo y la manera con «El casatschok» en 1969. Era una tontería con la excusa del tópico soviético pero el tema se fue afinando con canciones como «Macumba», «El bimbón», «El africano», «La barbacoa», «El negro no puede», entre otros».


«No se habría aceptado un galán guapo con dos o tres modelos bailando alrededor pero lo hizo mejor aún: se casó con una de las go-gos (de Barcelona) con lo que la moral y la certeza de que aquello no era un «clan Manson» encubierto quedaba certificada»

«ERA EL EXTRANJERO QUE ESCRIBE CARTAS EN SU PAÍS MIRÁNDONOS DESDE FUERA Y EL RETRATO SIEMPRE ES AGRADABLE, SIMPÁTICO, COMPRENSIVO Y AISLACIONISTA». «Llegó a afirmar que las letras de sus canciones carecían de un doble sentido, pero mentía. Hay muchas razones de su éxito y algunas eran tan obvias como otras casi metafísicas. El hombre caía simpático porque era el típico «guiri» que habla con acento, que le parecen geniales todas nuestras rarezas, barbaridades y bondades. Era el extranjero que escribe cartas en su país mirándonos desde fuera y el retrato siempre es agradable, simpático, comprensivo y aislacionista. Es decir, somos los mejores y que inventen a otros. Nada nuevo: ¡viva Albania!. Además, tenía pinta de yeyé. Él llevaba algo de modernidad sin impostura. Seguidamente, con sus «chicas gogos» aterrizaba como «Apocalipsis now» lo hace en ese esperpéntico espectáculo de variedades para los chicos del frente. El número televisivo era de chicas guapas en torno a un francés normalito, el ideal para el cretino local, ya que debe pensar que, en el tiempo de Georgie Dann, también había éxitos como «La Ramona» o «Saca el whisky Chely«. No se habría aceptado un galán guapo con dos o tres modelos bailando alrededor pero lo hizo mejor aún: se casó con una de las go-gos (de Barcelona) con lo que la moral y la certeza de que aquello no era un «clan Manson» encubierto quedaba certificada», añade el escritor.

«EL FRANCÉS NO PRETENDÍA EJERCER DE NOTARIO SOCIAL, SINO DAR A LA CLASE MEDIA BAJA AUTOESTIMA PARA QUE ACERCARA MORCILLAS Y SALCHICHAS A LA BARBACOA». Y con su peculiar estilo concluye: «Georgie Dann entendió bien ese país. Había una parte de la población con Miguel Hernández y Antonio Machado vía Serrat, y otros que iban de ladrillos progresistas o de canción protesta. Los de la música ligera –chicas y chicos cantando al amor–, folclóricas recicladas en barras de bar de Marbella, grupos con pelo largo chocando contra una industria diseñada para disfrutar de señoritos y galas de TVE. No había nadie que se preocupara del verano familiar, digno pero pobre, chabacano, de sardinas, toalla, abuela y helado en el paseo marítimo. El francés no pretendía ejercer de notario social, sino dar a esa clase media baja suficiente autoestima para que acercara morcillas y salchichas a la barbacoa, se preguntaran qué debía querer el negro, o que la señora Úrsula y el señor Moisés acercaran pechito y culito y se volvieran a conocer bíblicamente treinta años después de la última vez».

«Seguidamente, con sus «chicas gogos» aterrizaba como «Apocalipsis now» lo hace en ese esperpéntico espectáculo de variedades para los chicos del frente»

“LAS CHICAS EN VERANO NO GUISAN NI COCINAN O SE PONEN COMO BOCAS SI PRUEBAN MI SARDINA”. «La canción parecía la misma año tras año cambiando la letra, pero eso parecía que a nadie le hiciera nada, ni al intérprete ni a la audiencia. Georgie Dann, antes de dedicarse por completo a la música, fue profesor de primaria. Allí descubrió que los niños aprendían antes y mejor si entraba con música. Aplicó la misma fórmula con los adultos españoles y funcionó, sólo bastaba con ir aumentando el termostato. Georgie Dann llegó a afirmar que las letras de sus canciones carecían de doble sentido pero mentía. En «El chiringuito»: “Las chicas en verano no guisan ni cocinan o se ponen como bocas si prueban mi sardina”. Lo llega a cantar C. Tangana con Andrés Calamaro y le damos rango de obra maestra. Con Georgie Dann, o apelábamos a la disonancia cognitiva o ejercíamos de cuñado. ¿Qué podemos decir de los menús sexuales que ofrecía Georgie Dann a su chiringuito?: “Conejo a la francesa / chupa a la española / y almejas a la inglesa”. O veamos cómo soluciona el chef la aglomeración de comensales cuando sube la marea. En resumidas cuentas: “La gente se amontona y yo las doy morcilla”. No en vano, esta canción inspiró un programa televisivo y una forma de conseguir audiencia: Mbappé y los butifarrones», finaliza el artículo de La vanguardia publicado originalmente en catalán.

Majadahonda Magazin