Majadahonda Multicultural: «Cualquier mañana de esta, sentado en la Gran Vía (majariega) vi pasar un tropel escolar, camino de donde fuesen, escoltados por esa gente guapa que forman, y a veces conforman, también, a nuestros chicos. Muchos de ellos de otras procedencias. De Oriente, de la Europa lejana, de allá donde el Atlántico se vierte en otras tierras. También del otro lado del Peñón de Tarik. De dondequiera, pues. Y me sentí confortado» (Vicente Araguas)

VICENTE ARAGUAS. Poeta y escritor majariego, autor de “Enseñando Poesía en la Escuela” (Magíster/ Pigmalión). Abril de 2024. A mí esto de las razas, del racismo, por lo tanto, me parece algo viejo, rancio, cansino, como aquel “cerrado y sacristía” del Maestro Antonio Machado, no sé si “El Bueno”, que dicen, porque Manuel no era “El Malo”, que no. La cosa racial, entonces, me lleva a aquellos álbumes de cuando era niño y se llamaban “Las razas del mundo”, y esas cosas. O a libros como “La cabaña del Tío Tom”, que tanto nos hacía sufrir, ¡qué malvado el capataz, qué bestia!, de Harriet Beecher Stowe. Raza, palabra todavía en la RAE en el sentido decadente, que no me gusta por lo que connota. Etnia, ojo, me parece descafeína pura, un cogérsela con papel de fumar. Y pues hablamos de culturas diversas que nos traen unos y otros, prefiero hablar del hecho, de la circunstancia, del pueblo o ciudad multicultural. Lo que Majadahonda es, si así os parece. Cualquier mañana de esta, sentado en la Gran Vía (majariega) vi pasar un tropel escolar, camino de donde fuesen, escoltados por esa gente guapa que forman, y a veces conforman, también, a nuestros chicos. Muchos de ellos de otras procedencias. De Oriente, de la Europa lejana, de allá donde el Atlántico se vierte en otras tierras. También del otro lado del Peñón de Tarik. De dondequiera, pues. Y me sentí confortado. Porque este país, envejecido, es ahora un crisol hermoso. Que el mundo es de todos. Que el mundo ya no es, lo siento, Ciro Alegría, ancho y ajeno.


Vicente Araguas

Yo vine a Majadahonda, va para medio siglo, cuando aquí, españoles aparte, no había sino gentes de donde el Mediterráneo da paso a África, en ese país bello y acogedor que se llama Marruecos. Personas que vivían precariamente, algunos poco menos que seleccionados para la construcción y el campo como en una página de “Los santos inocentes«. Una parte de ellos, yo andaba por ahí en bicicleta, atento a todo, ojos de búho, (mal)vivian en Casas de Diego, en lo que quedaba de Radio Argentina, los majariegos de siempre saben de lo que hablo, en el solar del cine Carlos III y por ahí seguido. Gente que se buscaba la vida como podía. “El Inglés”. ¿cómo olvidarlo?, cuando Labrandero; un recuerdo, Don Pedro, en lo que hoy es IberCaja, y antes –poco tiempo- un parquecillo infantil. Y antes de antes, ya digo, Labrandero.


Majadahonda Multicultural: Emotivo recuerdo de Vicente Araguas al fotógrafo Emilio Antelo, en la imagen, en el Cerro del Espino

Alguno trabajaba en la Galería Sanabria, cerca del fotógrafo y quiosquero Emilio Antelo. (No hay día que no lo recuerde con cariño. Y es que hay muertos que viven, amigo, camaradiña.) No, no había, no lo hay, racismo (esta palabra sí es válida, para mí, por lo negativa) en este pueblo-ciudad, que nos ilumina. En la que vivo y revivo, cada día, Con un equipo de fútbol que no termina de cuajar entre nosotros. Y los resultados deportivos son, por lo tanto, consecuencia de semejante desinterés. Ahora, quienes sí somos socios (yo, el 49) y seguidores del Rayo, nos sentimos integrados en él. (Eso sí, pedimos con urgencia esa cubierta, que se marchó al subir a Segunda, el año del milagro, y nunca más. ¿Por qué?) Y por lo mismo, porque nos gusta la nobleza, aplaudimos la decisión del equipo de acompañar al portero senegalés Sarr en su calvario, No solo ultrajado por la chusma, en Sestao, sino expulsado del campo. Lo cual, que si el Dios de las Tormentas no nos salva, bajamos de categoría, más rápido de lo previsible, tampoco nos engañemos.

Majadahonda Multicultural: Silvia Anula, citada por Vicente Araguas, con Cheikh Sarr

Pero yo hoy no hablo de fútbol, ya lo hace lo suficiente Silvia Anula, y qué bien, sino de ética. De un equipo, lo dice el himno, que es “señor”. Por eso. Señor en una ciudad ilustrada, donde conviven las culturas, sin que haya incidentes. Sin que haya atisbos racistas. Tampoco en el Cerro del Espino. Que frecuento. Otra razón para vivir a gusto en una ciudad que, de puro integrada, integra. Fuera del fútbol, pues, esa marea negra del racismo. Ese chapapote que inunda un espectáculo tan querido por muchos de nosotros. Pero, también, y en eso pensaba el otro viendo a los hinchas de un equipo foráneo, cuál, qué más da, todo es mundo, el ultrajar a un juez de línea cuando se halla cerca de las turbas. Uno de los hinchas, un sandio, un tontolín, un sansirolé, gritaba: “mírame a los ojos, mírame, hijo de la gran puta”. Y nadie decía nada, y los guardias no se lo llevaban. Y esto se concibe como algo natural. Natural es, sin embargo, en el mejor sentido, la convivencia multicural en la Majada. Y que no decaiga.

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