
Se trata en primer lugar de aceptar que no son solo «lugares de alojamiento y que su función es cuidar y no curar» como siguen defendiendo algunos de nuestros políticos, porque sencillamente no es cierto: todos los residentes, o una gran mayoría, están afectados por diversas patologías, que necesitan de un tratamiento médico y unos cuidados especializados y continuos. Deberían reconocer que son centros que deben depender de la Consejería de Sanidad, para que se les pueda ofrecer los tratamientos y cuidados necesarios, al tiempo que hacer respetar la legislación vigente en materia de «Sanidad».
Lo ideal, al menos en mi sincera opinión, es crear en todos los Gobiernos, y especialmente en el de la Comunidad de Madrid, una «Consejería de Sanidad y Bienestar Social», algo que ya existió en nuestro reciente pasado, y que sería la responsable de la «medicalización» de estos centros: un médico responsable del centro durante 24 horas, profesionales de enfermería y técnicos auxiliares de cuidados de enfermería, especializados en Geriatría, celadores, informadores, personal de limpieza y de cocina adecuadamente entrenados y formados para cuidar a las personas mayores y en el proceso de «humanización», tomas de oxígeno y de aspiración en todas las habitaciones, monitores de la saturación de oxígeno y constantes vitales, electrocardiógrafos, desfibriladores y un «carro de paradas».
Y la posibilidad de trasladar a un paciente al hospital de referencia para realizarles las pruebas indicadas por el médico, pero pasando directamente al Servicio de Urgencias, sin la espera del primer triaje, que ya habría hecho el médico del Centro, lo que aceleraría el diagnóstico, el ingreso si es necesario, y el tratamiento más oportuno en cada caso, como ya se hace en la Unidad de Atención al Paciente Institucionalizado (UAPI) del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda, que pusimos en marcha en octubre de 2016 y que desde entonces ha reducido de forma eficaz a la mitad la necesidad de ingresos hospitalarios. Artículo publicado en La Razón.




