«Andando por Majadahonda, me detengo en mi “monstruo” favorito, el edificio desnudo, incompleto, que lleva más de una década al pairo en Hernán Cortés con Bulevar Cervantes. Y veo que sigue creciendo el árbol del interior. Y el Parque Colón, a 30 de agosto del 25, era un páramo, un yermo, un secarral donde pedían ser usados los juegos infantiles. Pero no. Que todo era soledad». 

VICENTE ARAGUAS. (1 de septiembre de 2025). Summer End. Me gusta la Majada cuando el verano canta con Gardel ese “Adiós, muchachos” para despedir la canícula. Se lo canto, diciendo “barra querida” y no “farra querida”, como suele el personal cuando, metido en copas, se pone tanguero, a una mamá joven argentina que compra en el “Alcampito” del Bulevar Cervantes. Y acabamos hablando de mi Tío Rafaelito, quien murió, joven, sin haber ido nunca a Buenos Aires, su ilusión, de la que enumeraba todo: San Telmo, el Tigre, la Boca, Caballito (el decía Cabayito, cargando la elle), Vicente López. Y cantaba tangos. Y recitaba el “Martín Fierro”. Tío Rafaelito. Cordial como la Majada, aunque en los últimos días de agosto esté tan solitaria y tristona como esos cipreses del Parque Colón. Que yo no sé si creen en Dios, como los de Gironella, yo, sí, al menos al que conmigo va, quien podría refugiarse del medallón estival en la ermita, de las varias que hubo en nuestra Majada. “Pastores, los que fuerdes, allá por las majadas al otero….”, en tiempos de tribulación siempre echo mano de San Juan de la Cruz. Y el Parque Colón, a 30 de agosto del 25, era un páramo, un yermo, un secarral donde pedían ser usados los juegos infantiles. Pero no. Que todo era soledad.

Vicente Araguas

TAMBIÉN EN LA TIENDA DE COMESTIBLES DE LA TIENDA MARROQUÍ DE LA COLONIA ESCUDERO. Con su dueño, Yusef, quien me vende leche fermentada, hoy no había, recién vuelto Yusef de las vacaciones, y me agradece que le corrija en la caligrafía del rótulo que anuncia cilantro fresco. Y me acuerdo de aquella canción de Pablo Guerrero que voceaba o pregonaba: “¡Dos pesetas de cilantro!”. Y mi pensamiento vuela a Portugal, y lamento mis últimas ausencias de él, y añoro el “caldo verde” con su “coentrinho”, como ese que vende el buen Yusef.

La tienda marroquí de la Colonia Escudero.

HOY EN ESTAS SOLEDADES MAJARIEGAS, QUE ENSEGUIDA SERÁN MULTITUD. Que no tumulto, que aquí la gente es pacífica, amable y –en general– de muy buenas maneras. Y andando por Majadahonda, me detengo en mi “monstruo” favorito, el edificio desnudo, incompleto, que lleva más de una década al pairo en Hernán Cortés con Bulevar Cervantes, paredaño con esas casitas bajas donde aquellas mujeres, “ubi sunt [donde están]?”, casi lorquianas sentaban en sillas de enea/ anea soledades de alivio de luto o luto entero. Y veo que sigue creciendo el árbol del interior. Y leo misivas o pasquines en la reja, cada vez más endeble, que protege yo ya no sé qué cosa.

«Las voluntarias amantes de los felinos, yo también lo soy, y mucho, piden a los voluntaristas que dejen de alimentar a lo que ellas llaman “colonia”. Un pequeño ejército gatuno, según los pasquines bien tratado y medicado»

EN EL AIRE LA ESCASEZ DE VIVIENDA EN MAJADAHONDA, ¿no habría manera de terminar la obra, dentro de la legalidad, antes de que ataquen los fondos buitres?. Y el caso es que las voluntarias amantes de los felinos, yo también lo soy, y mucho, piden a los voluntaristas que dejen de alimentar a lo que ellas llaman “colonia”. Un pequeño ejército gatuno, según los pasquines bien tratado y medicado. Y tienen razón las damas voluntarias cuando dicen que los voluntaristas, al ofrecer comida a los felinos, los están (a) sobrealimentando y (b) con el asunto añadido de que podrían atraer ratas, lo que implicaría otros problemas. Porque esto no es Hamelín. Por más que tengamos buenos músicos y aficionados a la música en general. A pesar del penoso e inservible auditorio “Alfredo Kraus”, ¡pobre Don Alfredo, con su loden verde, el día de la inuguraciòn del engendro, camuflado bajo el nombre de aquel tenor canario genial! Quien nomina el auditorio, este sí en perfectas condiciones acústicas, de Las Palmas de Gran Canaria. Con estatua que lo conmemora a punto de alzar el vuelo y amerizar en la Atlántida. Sí.

Majadahonda Magazin