El mundo de la prostitución: ¿legalización de las escorts?

Ejercer la prostitución en cualquiera de sus formas sigue siendo hoy una manera de ganarse la vida estigmatizada e ilegal. Actualmente, encontrar escorts Santiago, en Bogotá, en Buenos Aires, en ciudades europeas o en cualquier rincón del mundo, pasando por China y Japón: es tan fácil como visitar páginas web y entrar en contacto con un mercado señalado por muchos, pero disfrutado, seguro, por muchos más. Dejando los prejuicios a un lado, en este post analizamos el interesante tema de la legalidad del placer.


La prostitución como delito

Aquellas personas que se dedican a la prostitución de forma obligada, como castigo, en contra de su voluntad, están sometidas a un delito que debe castigarse. La trata de blancas, la opresión sexual, la explotación no debe legalizarse de ningún modo. La coacción, en cualquiera de sus manifestaciones, no es objeto de análisis: es ilegal, es punible y atenta contra la libertad individual.

La prostitución con profesión

Hecha esta aclaración, partimos de la base de supuestos en que el ejercicio de la profesión de prostituta se realiza sin coacciones, desde un punto de vista hedonista y placentero. Porque sí, actualmente, existen personas que, sin ánimo de que el lector se escandalice, disfrutan explotando su cuerpo, como un culturista lo hace con sus músculos o una modelo exhibe sus piernas. E incluso un ajedrecista hace alarde de sus ecuánimes capacidades cognitivas y mentales. Por eso, la dimensión comercial del cuerpo tomado como órgano sexual y rentablemente explotable no debe mezclarse con tabúes ni malas interpretaciones.

Legalizar la prostitución: ¿sí o no?

Algunos países como Tailandia y los Países Bajos han legalizado la prostitución y el resultado, lejos de ser desfavorable, ha supuesto una serie de ventajas para todos, desde las trabajadoras sexuales hasta los gobiernos, pasando por los usuarios de los servicios. En este sentido, podemos exponer alguna de ellas, cada una igual de interesante en cuanto a la reflexión que suponen:

  • El turismo sexual se ha estabilizado, ha prosperado y se ha hecho rentable.
  • El cliente sexual se siente más libre y no como alguien que está cometiendo un delito.
  • Se han reconocido leyes que protegen de manera más amplia a las trabajadoras sexuales y a sus derechos.
  • Han disminuido los abusos sexuales, las agresiones y las enfermedades por contagio, al reforzar las medidas de seguridad.

El trato digno que deriva de la aplicación de un régimen hace que las trabajadoras sexuales no sean vistas como objeto de burla o una clase social de segunda (de tercera, de cuarta o, directamente, asocial), hecho que da pie a vejaciones solo por el hecho de «traficar» con su cuerpo.

La prostitución, entendida como una profesión, valdrá la pena dependiendo de una serie de factores que se tengan en cuenta a la hora de ejercerla. Ya que la herramienta de trabajo es el cuerpo, quizá sea este el primer aspecto a tener en cuenta para establecer un posible salario y estandarizar un mercado de tarifas.

La calidad del servicio, la competencia, la originalidad, los estándares de belleza, el nivel de placer… Hay un sinfín de posibilidades que se conjugan en el único límite, no lo olvidemos, de la plena libertad de la persona a ejercer su trabajo como forma de ganarse la vida. Sin prejuicios y sin estigmas sociales. ¿Acaso no es mejor así?

Majadahonda Magazin